Un grupo de universidades públicas del sur del conurbano bonaerense y organismos de derechos humanos elaboraron “Diario del Juicio”, un espacio digital que sigue las audiencias del juicio que investiga los crímenes de lesa humanidad cometidos en los ex centros clandestinos de detención Pozo de Banfield, Pozo de Quilmes y El Infierno, en Avellaneda.

De la iniciativa participan las universidades nacionales de Quilmes (UNQ), de Avellaneda (UNDAV), de Lanús (UNLa) y de Lomas de Zamora (UNLZ); la Comisión Provincial por la Memoria; el Colectivo Quilmes Memoria Verdad y Justicia; la Secretaría de Derechos Humanos de Quilmes; el Espacio Municipal de la Memoria y Promoción de Derechos Humanos de Avellaneda y el Sitio para la Memoria, Defensa y Promoción de los Derechos Humanos.

En la causa unificada se investiga a 18 represores por los delitos de privación ilegal de la libertad, aplicación de tormentos, homicidio calificado, abuso sexual con acceso carnal y sustracción, retención y ocultamiento de menores. En total, hay 490 víctimas y 400 testigos.

“Como yo entiendo a las universidades públicas, no hay forma que no se comprometan con los derechos humanos de su territorio”, expresó Luciano Grassi, director de la Diplomatura en Ciencias Sociales de la UNQ y uno de los impulsores de este proyecto, que puede ser consultado en este sitio.

Reforzar la memoria como objetivo

Difundir, visibilizar y acompañar es lo que se plantearon las entidades intervinientes al momento de iniciar el espacio, en el que un equipo de comunicadores y comunicadoras de esas instituciones lleva el registro periodístico de las audiencias que comenzaron el 27 de octubre de 2020 y se extenderán durante 2021.

“Lo que queremos es hacer que un juicio de lesa humanidad, que es muy importante para la región en la cual se ubican todas las instituciones, quede registrado como material de archivo y de consulta para cualquiera que quiera hacerlo”, explicó Grassi y remarcó la importancia de la difusión: “Se trata de entender qué pasó en cada una de estas audiencias que no siempre son tan accesibles, sobre todo cuando se juzgan crímenes por primera vez a 45 años de que sucedieran. La gente desconoce lo que sucedió en sus propios territorios, por lo que darlo a conocer se vuelve clave”.

Por su parte, Santiago Albarracín, director de la Carrera de Periodismo de la UNDAV, sostuvo que “las universidades también están interviniendo en el esquema de lo que queremos que sea tema en el día de hoy al escribir la historia a través de lo que el juicio va construyendo”.

La construcción de ciudadanía

Un objetivo fundamental de “Diario del Juicio” es la veta pedagógica. Agustina Pan, secretaria de Extensión de la Facultad de Ciencias Sociales de la UNLZ, detalló que para sumar a alumnos y alumnas se lanzó “una convocatoria y realizamos charlas de capacitación sobre derechos humanos para prepararlos”.

Para Florencia Larralde Armas, investigadora del CONICET en el Instituto de Justicia y Derechos Humanos de la UNLa, “las universidades siempre tienen una función extensionista muy importante dentro de sus territorios e incorporar estudiantes a seguir el juicio, a verlo, a reseñarlo, es un lugar formativo pero también de ejercicio de ciudadanía”.

A través de “Diario del Juicio” se pueden leer las crónicas de cada audiencia, conocer quiénes declaran, los casos que se juzgan y los imputados. Además, se difunden otros contenidos en los que se cuentan particularidades de las causas, vínculos con trabajos de investigación e historias de militancia.

“La coordinación entre las universidades y las diferentes instituciones se volvió un objetivo en sí mismo”, subrayó Grassi y ponderó la importancia del trabajo interuniversitario: “El nivel de desconocimiento que tenemos de algo que parece estar súper maduro es muy fuerte. En esto las universidades como instituciones públicas que tienen la capacidad de tener archivos y ser un lugar de formación de las nuevas generaciones poseen un rol fundamental”.

En esa línea, Albarracín destacó que “las instituciones asumieron el compromiso de construir un relato acerca de la historia de la zona donde se desarrollan, que no es solamente un espacio de formación de profesionales, sino que tienen un compromiso con la sociedad para construir una identidad”.

Respecto del trabajo colaborativo, Pan afirmó que “es importante articular con las universidades en la tarea de mantener la memoria vigente y generar nuevas formas y herramientas para la formación en derechos humanos de los estudiantes”.

El desafío de la virtualidad

En esta primera etapa y debido a la situación de pandemia por COVID-19, las audiencias se llevan adelante por videoconferencia, mientras se espera que en el transcurso del año se pueda volver a la presencialidad.

“La experiencia es muy fuerte, la virtualidad cambió todo. El acompañamiento para los testimoniantes es distinto; están sufriendo esta forma de los juicios por Zoom. Están en los mismos cuadraditos de la pantalla que los acusados cuando antes en la presencialidad se diferenciaba y su rol era distinto”, graficó Grassi y opinó: “Me parece que la cobertura también funciona de esa manera, de poder darles de nuevo la voz, poder abrazarlos públicamente en este rol de relevancia. Y esto tiene que ver con un rol fundamental, en formar profesionales ciudadanos”.

Para Larralde Armas, “es muy emocionante ver el juicio y pensar que se emite en vivo por YouTube, porque los juicios son un espacio social y comunitario donde se encuentran los familiares, los sobrevivientes, los investigadores, y nos hacen pensar cómo hacer para que esta comunidad no se pierda”.