Hace exactamente 45 años, Cristina Fernández de Kirchner y Néstor Kirchner se abrazaban en una calle de La Plata con una pareja con la que habían estado viviendo desde el año anterior. El golpe, tan esperado y tan temido, era un hecho. Llegaba la hora de separarse. Lo que entonces no sabían era que ése sería el último abrazo con Carlos Alberto Labolita, que iba a ser secuestrado y desaparecido un mes después. Otro 24 de marzo, 45 años más tarde, CFK y la compañera de Labolita, Gladis D’Alessandro, volvieron a encontrarse para participar de la reapertura del Espacio para la Memoria y Promoción de los Derechos Humanos en la exbrigada de Las Flores.
Gladis es referente de la comisión de Familiares y Amigos de Desaparecidos y Víctimas del Terrorismo de Estado en Las Flores. Desde 2008 estuvieron trabajando para armar un espacio de memoria en el excentro clandestino, ubicado en pleno centro de la ciudad. La actividad --la firma de un convenio entre provincia, Nación, el municipio y la Comisión para la puesta en valor del lugar-- estaba prevista para las tres de la tarde del miércoles 24. Sin embargo, a la mañana, les comunicaron que la actividad se había adelantado una hora. ¿Vendrá?, se preguntó con emoción Gladis. Al rato, recibió una llamada que le decía que Cristina --la chica a la que ella había conocido en 1975-- había tuiteado que efectivamente iba a Las Flores.
La historia de “Chiche” Labolita y de su compañera, Gladis, se anuda con la de Néstor y Cristina en septiembre de 1975, cuando la actual vicepresidenta llegó a la vivienda que habitaba la pareja para ofrecerles mudarse a su casa en City Bell. Vivieron allí hasta que Cristina y Néstor viajaron al sur para las fiestas de ese año y terminaron detenidos en enero de 1976 en Río Gallegos, como relata Sandra Russo en su libro La Presidenta. Al regreso, los cuatro se fueron a vivir a una pensión en La Plata. En febrero de ese año, en la antesala del golpe, Cristina y Néstor fueron por primera vez a Las Flores. Se quedaron en la casa de la mamá de Gladis. CFK contó que 45 años después todavía recuerda los dos pollos que la abuela de su compañera hizo al horno para que comieran.
Las parejas se separaron en la madrugada del 24 de marzo de 1976. Gladis y “Chiche” estaban decididos a volverse a Las Flores. En ese momento les llegó la noticia de que al padre de “Chiche”, Carlos Orlando Labolita, lo habían detenido. Era un docente conocido y respetado en la zona. Un histórico militante de la CTERA local al que los servicios de inteligencia tenían fichado desde hace tiempo, como a su hijo.
Pese a que Kirchner les insistió que no volvieron, no hubo caso. “Chiche” quería regresar. En Las Flores lo esperaban su mamá y sus hermanas.
Desaparecido
La Dirección de Inteligencia de la Policía de la Provincia de Buenos Aires tenía registrado a “Chiche” Labolita desde 1970, cuando tenía 17 años, iba a la secundaria y editaba una revista que se llamaba El Polizón, que había causado escozor entre las autoridades educativas.
"Alumno de 5° año, en la Escuela Normal Nacional y Comercial de la ciudad de Las Flores. Se ratifica el concepto de buen estudiante, como capacitado e inteligente, no así su conducta, ya que ha sido en diversas oportunidades amonestado y suspendido por Rebeldía e Inconducta, condiciones estas de gran arraigo, y que no disimula o trata de corregir. Autodefinido como ateo, no oculta su condición de tal, como así tampoco su tendencia izquierdista", lo catalogaban los servicios de la Bonaerense.
Gladis y "Chiche” se habían casado en 1973. Él tenía 20 y ella, 24. Entonces se mudaron a La Plata para que él estudiara sociología y ella trabajara en el Sindicato de Salud Pública. Carlos militó inicialmente en el Peronismo de Base y después en la Juventud Peronista - Montoneros. Se alejó con críticas a la lucha armada. En la zona de Las Flores, los militares lo conocían, como quedaría acreditado en el juicio que se hizo en 2009.
A “Chiche” se lo llevaron en la noche del 25 de abril de 1976. Por orden del jefe del Área 125, el teniente coronel Pedro Pablo Mansilla, quedó detenido en la comisaría de Las Flores. En los registros está asentado su ingreso. Dos días después, los policías lo trasladaron junto a otros dos detenidos políticos, José Viegas y Rafael Alonso Amicone, a quienes llevarían la Unidad Penal 7 del Servicio Penitenciario Bonaerense. A “Chiche”, por el contrario, lo llevaron a la Oficina de Inteligencia del Grupo de Artillería Blindado I de Azul y se lo entregaron al teniente Alejandro Duret.
Según reconstruyó el fiscal Daniel Adler en el juicio, los policías declararon que, una vez que “Chiche” pasó la puerta de la unidad militar, lo encapucharon. La familia volvió a tener noticias en la madrugada del 1 de mayo. Lo llevaron a la casa, descalzo, y con signos de haber sido ferozmente torturado. “Hace cinco días que estoy en la parrilla”, llegó a decirle “Chiche” a su compañera. A ella también se la llevaron esa noche. A Gladis la liberaron a las horas y lleva una búsqueda de casi 45 años por saber qué pasó con su marido. La justicia acreditó que había sido asesinado --pese a que la familia nunca logró recuperar sus restos-- y condenó tanto a Mansilla como a Duret.
El contacto con Néstor y Cristina siguió. Gladis recuerda que Kirchner, tras asumir como Presidente, le dijo que iba a avanzar con la anulación de las leyes de Punto Final y Obediencia Debida --como hizo en 2003-- y con un homenaje en Las Flores --como hizo en 2004--. CFK estuvo en Las Flores para recordar a Labolita en 2011.
“Ellos son unos compañeros más, que vivieron lo mismo que nosotros, pero llegaron a presidentes. Para nosotros era muy importante la solidaridad. Yo les estoy eternamente agradecida por lo de antes y por lo de ahora”, dice Gladis.