La última obra de Marta Minujín, una exposición de León Ferrari y una gran muestra largo tiempo esperada. Esas son las novedades que inaugura hoy jueves el Museo Nacional de Bellas Artes y que supondrán también la reapertura del primer piso del edificio de Av. del Libertador 1473. Andrés Duprat, director ejecutivo, y otros responsables de la institución celebraron la noticia. Es que, tras la paulatina apertura de espacios culturales a nivel nacional y local, dos casos de coronavirus entre los guardias del Museo obligaron a la retracción de la actividad. Hasta el momento, sólo estaba disponible la visita a la exposición permanente (de jueves a domingo y con reserva previa).
Las flamantes exposiciones temporarias, entonces, tienen un doble sabor a revancha. Por un lado, claro, por retomar actividades algo más “normales” para el quehacer del principal museo nacional. Pero además, porque dos de ellas saldan la deuda que la pandemia dejó pendiente. Ferrari Infinito (sala 33) homenajea al artista que el año pasado debía celebrar su centenario. El canon accidental, curada por Georgina Gluzman, reúne 88 obras de 44 artistas mujeres supone una de las exposiciones más esperadas y también tuvo que verse postergada por el avance del coronavirus.
La presencia de las mujeres en estas inauguraciones es fundamental. En el caso de “Pandemia”, de Minujín, y de El canon accidental, por motivos obvios. Pero Ferrari Infinito también tuvo detrás la mano de Carolina Jozami como curadora, quien trabajó sobre la reciente donación que desde la Fundación Augusto y León Ferrari legaron al MNBA. Jozami además integra el staff permanente del Museo. En todos los casos la entrada será gratuita, pero con reserva previa (en https://www.bellasartes.gob.ar/paginas/planea-tu-visita/).
“Pandemia”
Además de tramas de figuras humanas y autos, hay numerosos grabados con iconografía religiosa (mayormente católica) de un encantador sentido del humor, también hay procesos de caligrafía, con los que ya venía trabajando desde la década anterior a esta etapa. Todo forma parte de una donación que la Fundación Ferrari realizó al MNBA. Y se trata además, sorprendentemente, de la primera vez que la obra del argentino ganador del León de Oro de la Bienal de Venecia se expone en el Museo. “Sentíamos cierta falta desde el Museo hacia Ferrari porque jamás expuso acá, así que en cierto modo lo sentimos como una reparación histórica con uno de nuestros principales artistas”, explicó Duprat en conferencia de prensa.
En 2020, y ante la imposibilidad de hacer una muestra presencial, el MNBA le dedicó al artista una serie de actividades online. Ahora sigue vigente un micro-sitio (https://leonferrari.bellasartes.gob.ar/) que reúne todo el material que el Museo le dedicó durante el año pasado. Allí hay una selección de medio centenar de imágenes de sus obras más significativas, testimonios de personalidades de la cultura que reflexionan sobre su obra y trayectoria, un documental de Rubén Guzmán, publicaciones digitales con textos e investigaciones del artista.
Mujeres artistas
Durante todo 2020 Georgina Gluzman estuvo en el centro de la atención del mundillo vernáculo del arte. Investigadora durante años de la producción de las mujeres en el arte, su trabajo se plasmaba con una muestra en el Museo Nacional de Bellas Artes que revisaba el propio acervo del Museo, acercaba obras de otros espacios del resto del país y de colecciones particulares. En plena pandemia, Gluzman contó en muchísimas entrevistas y conferencias online sobre el proceso de producción de la muestra y generó un gran interés. Con El canon accidental. Mujeres artistas de Argentina (1890-1950) finalmente en las paredes del primer piso del Museo, es justo decir que Gluzman cumplió con lo que anticipaba entonces.
Por un lado, porque efectivamente la muestra recupera la obra de artistas mujeres relegadas por la historiografía oficial o tradicionalmente aceptada de las artes visuales argentinas. Y se trata, además, de una producción variada, cualitativamente buena e interesante en su propuesta, con diversos géneros abordados. Y también porque Gluzman contaba –por ejemplo en su entrevista del 11 de agosto con este diario- que existía un compromiso de la institución por revisar su narrativa. Y ahora, a la par del micrositio que el MNBA inaugurará en estos días dedicado a El canon accidental, Página/12 pudo saber que está en marcha un trabajo dentro de la institución para poner a disposición del público de manera digital las 850 obras de artistas mujeres que descansan en sus depósitos. “El objetivo es que estén todas cargadas a fin de año”, cuentan.
Lo notable de la muestra es que prácticamente todas las obras tuvieron algún tipo de reconocimiento en su momento: premios en salones, compras por parte de instituciones o coleccionistas privados, el saludo de sus pares. No eran obras fuera de registro u ocultas, ni una rareza. Incluso la muestra incluye fotos de reuniones de artistas o de camadas de estudiantes de escuelas como la Cárcova donde se ven numerosas mujeres. Todo ello configura un argumento contundente –el mismo que esgrime Gluzman hace años- para señalar su invisibilizamiento por parte de la historia del arte, y el carácter conservador y heteropatriarcal de esta narrativa. “Las mujeres fueron relegadas en el arte”, afirmaba Gluzman en 2020 en la entrevista con este medio. Su curaduría da cuenta de eso.
La representación de las mujeres artistas opera en El canon accidental en doble sentido: muchas de las obras son retratos de otras mujeres (en medio del trabajo, por ejemplo) o autorretratos. Y aquí emerge algo cualitativamente distinto: desnudos frontales con miradas desafiantes, ojos reflexivos, mundos interiores. Si en la historia del retrato habitualmente la modelo es una mera figura que, paradójicamente, apenas adorna la pintura que la tiene como protagonista, en El canon accidental se advierte en las artistas el deseo de mostrar otras facetas de sí mismas y sus retratadas.
“El título de la muestra podría haber sido otro, pero quise hacer entender que este canon ha sido un accidente. La idea de canon está ligada indisolublemente a las jerarquías sociales y culturales, a algo que nos distingue como consumidores culturales, y es un poco lo que impone la agenda política y social de nuestro tiempo, por eso hay que abrir ese campo”, contó la curadora a Télam.
“Propongo pensar a las mujeres artistas del siglo XIX desde con un parámetro más lábil que es el compromiso: hasta qué punto estas mujeres, algunas muy privilegiadas, se abrieron a una nueva realidad a partir de la práctica artística entendida como modo de vida”, anticipaba en 2020 Gluzman a Página/12. Con El canon accidental finalmente en las paredes, sólo queda acercarse y (re)descubrirlo.