Un amor extraordinario 6 puntos
Ordinary Love, Reino Unido, 2019.
Dirección: Lisa Barros D’Sa y Glenn Leyburn.
Guion: Owen McCafferty.
Duración: 90 minutos.
Intérpretes: Lesley Manville, Liam Neeson, David Wilmot, Amit Shah.
Estreno: en salas únicamente.
Historia de superación, travesía de aprendizaje, drama médico-lacrimógeno, romance en la tercera edad. Todas estas películas caben dentro de Un amor extraordinario y queda espacio para un poco más. Porque a pesar de su temática no exenta del elemento trágico, este film dirigido por los británicos Glenn Leyburn y Lisa Barros D’Sa se permite también momentos de ternura y hasta de cierto humor. Aunque la enumeración puede hacer pensar que la cosa encara para el lado del pastiche, lo cierto es que los directores logran manejar con oficio esta larga lista de ingredientes. Y así, sin ser una gran película, Un amor extraordinario puede resultar una alternativa posible para un público adulto dispuesto a dejarse conmover. Es decir: una rara avis dentro de la limitada oferta del cine en salas, que hasta ahora solo parece interesarse por seducir al público joven y adolescente.
El tono y el tema general de Un amor extraordinario quedan bien planteados en el primer cuarto del relato. Joan y Tom son un matrimonio que transita sus primeros pasos dentro de la tercera edad. Ellos son los protagonistas excluyentes de esta historia y la película los presenta activos, joviales y cariñosos, compartiendo primero una caminata saludable y luego un agradable momento de intimidad, en el que el deseo se ha convertido en un intercambio juguetón más dialéctico y humorístico que físico o lúbrico. Pero ahí mismo, cuando se ducha, ella descubre unos bultos sospechosos cerca de las axilas y no hace falta nada más para que todo el mundo sospeche hacia donde se dirigirá la película a partir de ahí.
Un amor extraordinario (adaptación local que traiciona el sentido del título original, Ordinary Love) intenta ser algo más que otro drama cancerígeno, evitando con prudencia los golpes bajos y tratando de concentrarse más en la forma en que la enfermedad afecta la intimidad de la pareja que en el desarrollo de la enfermedad. Se podría decir que en esa búsqueda triunfo y fracaso conviven en relativo equilibrio. Porque el film logra sus mejores momentos cuando se trata de registrar los cambios que operan en la vida cotidiana de Joan y Tom, apoyada en el talento de Leslie Manville (actriz fetiche de Mike Leigh) y Liam Neeson (bien lejos del héroe de acción que el irlandés explotó en los últimos 15 años). Ahí los directores consiguen la sutil transformación de los personajes a medida que la enfermedad se desarrolla como una presencia física, haciendo que la pareja termine conformando un simbólico ménage à trois. A pesar de eso, Un amor extraordinario no puede evitar ir convirtiéndose también en un catálogo de estudios, procedimientos e intervenciones quirúrgicas. Es cierto que todo eso forma parte del drama de Joan y Tom, pero por ese camino la película se termina pareciendo más a la publicidad de una clínica privada que al amoroso drama romántico que muchas veces logra ser.