Roberto Arias, el Secretario de Política Tributaria del Ministerio de Economía, dijo: “…tenemos el desafío enorme de industrializar todos los productos del agro”, objetivo que compartimos y militamos denodadamente. La cuestión es cómo y con quién lo hacemos. Pues se puede de hacer de dos maneras: con productores, Pymes y despliegue territorial, o con mega empresas integradas verticalmente. Cómo se hace y con quién es la clave entre ser un país o ser una factoría.
Sindicatos, empresas y gobierno llegaron a un acuerdo en el sector automotor, a partir de concertar que el incremental de las exportaciones pagara cero de derechos de exportación (DEX). Los monopolios exportadores de granos y alimentos nucleados en la cadena agroindustrial pretenden replicarlo, aunque son sectores radicalmente distintos.
El complejo automotor está compuesto por un puñado de empresas transnacionales. El objetivo central del Estado allí, aparte de lo fiscal, es la preservación de la fuente de trabajo y su ampliación a partir de la incorporación de mayores componentes nacionales en el producto final. Pero en el sector agrario es otra cosa; no hay cadena internacional de valor donde insertarse: aquí todo es producción local. Y ese “cero retenciones” en el incremental de exportaciones en empresas monopólicas e integradas verticalmente, es letal para Pymes y productores. Monopolios integrados verticalmente en el rubro alimenticio desestabilizan la gobernabilidad democrática, no bajan los precios y expulsan productores. ¡¡¡Por favor no subestimen esto!!! Hay que entender el país que se gobierna.
Coincidimos con el Secretario en cuanto a que los DEX no sirven para todo y son sólo “un instrumento” de política económica, del cual no hay que enamorarse. Pero es también peligroso replicarlo como copia de un sector a otro.
La segmentación de retenciones tiene por objetivo proteger al más débil, no al más poderoso. En el caso de las aceiteras, favorecerlas con un diferencial es proteger al león frente al cervato. No es cierto que el complejo aceitero haya prosperado por los 3 puntos de diferencial que había a su favor en el 2015. Se hubieran desarrollado igual, porque el verdadero diferencial que tienen estos colosos en nuestro país son las tierras, el Paraná y el recurso humano. Esos 3 puntos que obtuvieron saben más a concesión excesiva de los ‘90 que a una promoción industrialista seria. Detalle no menor: sí les sirvieron para competir deslealmente con productores (pequeños y medianos) por la tierra para sembrar.
Veamos: una década atrás recibimos múltiples denuncias de que pequeños chacareros arrendatarios eran desplazados por una gran exportadora nacional (no era la única) que pagaba varios quintales arriba de los precios del mercado. Dicha empresa es nacional y posee 40 acopios primarios en el interior, la concesión de una línea de ferrocarril (NCA), dos puertos, varias aceiteras y una planta de biodiésel. Y encima le daban tres puntos menos (diferencial) de retenciones en el producto final. Tal diferencial los usaba para arrendar campos, bajando costos y asegurándose la materia prima. Competencia totalmente desleal: integración vertical, concentración económica, desplazamiento de productores, sojización, migraciones rurales. Todo lo que NO hay que hacer en materia de desarrollo agrario está allí. Cuéntenlo como quieran, pero esta es la realidad y no es un caso aislado: es la norma en el sector.
El modelo de industrialización debe ser a partir del interés nacional y no del de las corporaciones. A la hora de aplicar los DEX con el objetivo de generar trabajo y exportaciones, hay que ponderar otras cuestiones además del volumen, como: el abasto del mercado interno, la ocupación geopolítica del territorio (arraigo), el medio ambiente, los productores, el tamaño de las empresas, etc. La tierra y sus derivados (los alimentos) no son fierros o aluminio: son productos estratégicos para la supervivencia.
El Consejo Agroindustrial Argentino quiere usufructuar en beneficio propio el acuerdo de la industria automotriz; por eso el plan que le presentó al gobierno reclama estabilidad fiscal por diez años para las nuevas exportaciones de alimentos. Un verdadero disparate fiscal, político y ambiental que atenta contra la seguridad alimentaria y la democracia. Es darle la llave del país a un grupo de monopolios extranjeros asociados a la burguesía intermediaria (no confundir con la nacional) para que nos saqueen a piacere…
Salud y cosechas
Otoño de 2021