El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, bajó el tono de sus palabras y anunció este miércoles la creación de un comité nacional para combatir al coronavirus, que lleva días acumulando récords de contagios y muertos en el país. Presionado por el mayor cacerolazo registrado hasta el momento contra su gestión, el líder de ultraderecha se reunió con autoridades del Parlamento, la Corte Suprema y algunos gobernadores para anunciar un "pacto nacional" en el peor momento de la crisis sanitaria.
A pesar de seguir defendiendo los tratamientos preventivos contra el coronavirus, aunque sin mencionar a la hidroxicloroquina, Bolsonaro pasó a adoptar un discurso favorable a las vacunas y garantizó que el país tendrá en el segundo semestre las 500 millones de dosis necesarias. Ahora el presidente cree que es momento de una mayor "coordinación" entre los distintos poderes, un día después de que el Tribunal Supremo rechazara su último intento para poner freno a las medidas adoptadas en distintas regiones para combatir a la pandemia.
"Será creada una coordinación junto a los gobernadores, junto al Congreso. Por nuestra parte el comité se reunirá todas las semanas", afirmó Bolsonaro sin quitarse la mascarilla en un breve discurso desde Brasilia. El mandatario brasileño señaló que "la vida está primero" pero no dio muestras de que vaya a defender medidas como el distanciamiento social ni la inversión en vacunas e insumos hospitalarios, mientras los centros de salud de al menos seis estados ya colapsaron.
Bolsonaro también remarcó la importancia de la vacunación masiva, aunque volvió a citar el llamado "tratamiento precoz" contra la covid-19, el cual incluye una serie de medicamentos como la hidroxicloroquina. Durante el encuentro, los gobernadores le respondieron al mandatario argumentando que la defensa del tratamiento preventivo debe hacerse con base en evidencia científica.
Después de pasar largos meses negando la gravedad de la covid-19, llegando a decir que se trataba de una "gripezinha", el mandatario justificó este miércoles su alarma frente a la mayor fuerza de la nueva cepa del virus. "Es una enfermedad aún desconocida. Ha aparecido una nueva cepa y obviamente cada vez estamos más preocupados por brindar una atención adecuada", sostuvo.
El aparente cambio de postura del mandatario brasileño fue puesto en duda por algunas figuras como el gobernador de San Pablo, Joao Doria, un exaliado y ahora férreo opositor a Bolsonaro. Doria ironizó sobre la creación del comité y afirmó frente a periodistas que el ejemplo del presidente de fomentar las aglomeraciones sería algo similar a "un pacto de la muerte".
Desde la sede del Instituto Butantan, que envasa y adelanta la producción local de la vacuna contra el coronavirus del laboratorio chino Sinovac, Doria criticó también el discurso de Bolsonaro transmitido en cadena por radio y televisión en la noche del martes, al que calificó de "disfraz para engañar el país".
Los brasileños hicieron sonar las cacerolas el martes en ciudades como Río de Janeiro, San Pablo o Manaos, luego de una corta cadena nacional del presidente en la que intentó dar explicaciones de la crisis sanitaria y dijo que su país fue "uno de los que más vacunó en el mundo". "Fora Bolsonaro" y "Genocida" fueron las consignas más repetidas en la mayor reacción social desde que el referente de ultraderecha está en el poder.
Brasil es el segundo país del mundo más afectado por la pandemia solo detrás de Estados Unidos. Desde que se registró el primer contagio, el gigante sudamericano contabiliza 12.130.019 casos y se aproxima a los 300 mil muertos. Con la nueva variante P1 surgida en noviembre del año pasado, la escalada de casos en el país está fuera de control y la provisión de oxígeno se transformó en una de las mayores urgencias.