Al menos cuatro parajes se encontraban aislados hasta ayer por una nueva crecida del río Bermejo que afectó la costa de Rivadavia Banda Sur, en el norteño departamento Rivadavia. Algunos pobladores informaron que el caudal está desbordando “más que otras veces”. Quienes conocen el comportamiento del río analizaron por su parte que el fenómeno se da porque si bien el caudal de agua es menor a otros años, el cauce del río se estaría rellenando con sedimentos.

El director de la Fundación para la Gestión e Investigación Regional (FUNGIR), y administrador del sistema de monitoreo participativo y alerta temprana del Pilcomayo, Luis María de la Cruz, recordó que los parajes que se suelen inundar o aíslan son muchos, pero los más grandes son Montevideo, Las Palomas y La Salvación. Mientras, los pequeños pueblos de San Felipe y La Esperanza están aislados hace por lo menos una semana, mientras que la ruta 13, que conecta con la provincia del Chaco, está cortada a mitad de camino entre Rivadavia y el límite con el Chaco.

Dalmiro Acosta, uno de los habitantes de la comunidad de San Felipe, contó a Salta/12 que hace una semana están aislados, aunque la creciente había empezado a bajar. Sin embargo, el camino que los conecta con Rivadavia Banda Sur, distante a unos 25 kilómetros de la comunidad, continuaba cortado. Este martes, las aguas empezaron a acumularse más, señal de una nueva creciente del río.

Si bien la ayuda llegó el lunes desde la Municipalidad de Rivadavia Banda Sur, a cargo de Leopoldo Cuenca, cada integrante de las familias debe caminar dos kilómetros por el agua para encontrarse con quienes llevan los módulos de emergencia, que contienen algo de mercadería. Acosta agregó que, como sucede desde hace tiempo, hay familias que no están en el listado que tiene la Municipalidad y se quedan sin ayuda “así sobren los módulos”.

Los problemas de siempre

Si bien la creciente del Bermejo es un problema coyuntural que aparece todos los años, aquellos avatares que no son regidos por un comportamiento de la “naturaleza”, continúan. Acosta afirmó que la escuela de la comunidad, N°4198, aún no abrió sus puertas. “La escuela no está funcionando por la falta de baños en condiciones”, contó al sostener que ante la presencia del agua en tiempo estival a raíz de las crecidas, las puertas de la institución se deterioraron. Pero pese a los reclamos, no hay soluciones a la vista.

El poblador añadió que desde hace cuatro años la escuela no tiene agua porque se quedó sin pozo y hasta el momento tampoco hubo solución. La comunidad tampoco tiene acceso a agua potable, dado que la que logran obtener es de un pozo que tiene 14 metros de profundidad. Esa escasa profundidad implica un agua con altos niveles de arsénico y por lo tanto, no potable. El pozo fue perforado hace 3 años por el Instituto Nacional de Asuntos Indígenas (INAI), y está conectado a solo 12 viviendas del lugar, en total, ahí viven 40 familias.

Si bien las aguas del Bermejo dejan a las comunidades aisladas, por otro lado el río ofrece la única posibilidad de contar con el recurso, ya que queda estancado en las cañadas. “Sacamos agua para consumo y lavar la ropa entre otras cosas”, contó Acosta. Para potabilizar el agua se la hace hervir, o se usa un trapo limpio “para colarla”. Acosta afirmó que “hay niños que tienen diarrea por el estado del agua”.