Hacer memoria a 45 años del golpe cívico, eclesiástico y militar que asoló nuestra Patria entre 1976 y 1983, nos obliga a redoblar los esfuerzos para que las nuevas generaciones hagan suya esta memoria y sigan en la búsqueda de verdad y justicia.

Si hay una institución que ha “zafado” de este proceso es la iglesia católica que no sólo nunca ha reconocido ni pedido perdón por su participación en este genocidio, si no que hoy sigue aliada a los mismos grupos de poder que fueron parte de esa dictadura.

Por supuesto que hubo miembros que fueron fieles al pueblo y al Evangelio de Jesús de Nazaret.

Angelelli, Alice Domon, De Nevares, Mónica Mignone, Carlos de Dios Murias, Leónie Duquet, Jorge Novak y tantas otras y otros que lucharon por una Patria justa, libre y soberana y fueron detenidxs, desaparecidxs, torturadxs y asesinadxs en nombre de dios.

Pero la institución-iglesia no sólo le dio el soporte teológico y moral al genocidio (lo que Rubén Dri llama la “teología de la muerte”), sino que también le aportó hombres y mujeres de su institución para que fueran parte del mismo.

Tortolo, Bonamín, Aramburu, Von Wernich, Plaza, Aguer, monjas de distintas congregaciones, laicas y laicos del movimiento familiar cristiano, del movimiento de cursillos de cristiandad y otros grupos eclesiales que no sólo colaboraron, sino que también fueron partícipes de las torturas, del robo de bebés y su apropiación.

Esta institución-iglesia aún hoy, no reconoció su papel en este tiempo oscuro de nuestra historia ni pidió perdón por ello. Al contrario, sigue queriéndose erigir en la custodia de la verdad y de la moral.

¿Por qué todavía el sacerdote genocida Cristian Von Wernich sigue ejerciendo el ministerio sacerdotal?

¿Por qué la Universidad del Salvador no retiró la distinción “honoris causa” que le otorgó al genocida Massera?

¿Por qué se bendijeron y bendicen armas y se le niega la bendición al amor entre personas del mismo sexo, argumentando que “no se puede bendecir el pecado”?¿Pecado el amor?¿Qué Evangelio predican?¿Cuál es su dios?

¿Por qué el episcopado es selectivo cuando repudia la represión en Formosa y no hace lo mismo con la represión en Jujuy?¿Qué intereses mueven a los obispos?¿Siempre cerca del poder de dominación?

Al igual que en la dictadura, el papel de nuestro episcopado sigue siendo igual al de los mercaderes del templo. Hipócritas, siempre cercanos a los poderosos.

Por eso, más que nunca, tenemos que seguir repitiendo que el golpe también fue eclesiástico, que la institución-iglesia no sólo debe ser juzgada por delitos de lesa humanidad sino que también debe pedir perdón por su infidelidad al pueblo y al evangelio.

MEMORIA, VERDAD Y JUSTICIA!!

SON 30000!!

* Coordinador del Colectivo de Teología de la Liberación “Pichi Meisegeier”