Los lobbistas de bancos y de sectores primarizados, representantes de intereses extranjeros y liberales han sembrado una falsa idea sobre la industria local que puede resumirse con la siguiente frase: “la industria argentina es prebendaria y solo existe porque recibe subsidios”.
Esta idea no sólo es falsa, sino que la realidad demuestra todo lo contrario. Los industriales competimos contra producción extranjera, cuyas fabricas reciben muchísimos más beneficios por parte de sus respectivos Estados que los que existen en Argentina para la industria. Por eso, a ese falso argumento que desprestigia a la industria nunca lo acompañan datos empíricos que le den sustento.
Las economías más poderosas subsidian fuertemente a sus industriales sin hacer mucho alarde, ya que a ningún empresario le gusta compartir sus “logros” con nadie y a ningún gobierno le interesa entrar en conflictos comerciales con la OMC.
Esas ayudas, generalmente, resultan "invisibles" para la OMC que regula y pone su foco sobre los aranceles al comercio. Por lo tanto, aún compitiendo con ventajas y con ayudas de sus gobiernos, los industriales extranjeros se dan el lujo de hablar de libre competencia.
Medidas fitosanitarias, medidas paraarancelarias, salvaguardas, precios mínimos, ayuda para pagar salarios, créditos a tasa cero e incentivos monetarios a las exportaciones son algunos ejemplos de ese tipo de ayudas. Argentina tiene muy pocas de esas herramientas en funcionamiento debido a que éstas son instrumentadas por Estados con muchos recursos y con años de gestión para el fortalecimiento de la industria local y para la generación de puestos de trabajo.
A la hora de mencionar los niveles de competitividad de las industrias o del nivel de apertura de las economías no hay que limitarse al análisis del flujo de importaciones y exportaciones, ni al promedio arancelario del comercio exterior. La observación certera sobre la intervención del Estado en las economías locales debe ser profunda y detallada. Es imposible hablar de apertura o de libre competencia sin hacer foco en las múltiples ayudas que reciben los productores de las grandes naciones del mundo de modo invisible.
Este punto no es ni más ni menos que uno de los principales baches que tiene la OMC a la hora de arbitrar el comercio internacional. La gran crisis de esta entidad multilateral tiene mucho que ver con su imposibilidad de dar cuenta de esas medidas que intervienen en el comercio. Las barreras paraarancelarias y los subsidios suelen ser más determinantes que los aranceles, y no existe un indicador claro que de cuenta de ellas.
Cualquier observador riguroso de las políticas comerciales que rigen en las economías puede advertir que lo que aquí se presenta como una industria "prebendaria" es, en realidad, una industria nacional que trabaja sin política industrial a largo plazo, con muchas dificultades y con una competitividad sistémica muy pobre.
Algunos datos al azar lo ilustran:
* En Australia a la hora de importar vinos hay que pagar una licencia anual de 50.000 dólares que encarece el negocio de los importadores.
* Colombia cobra a los importadores de productos textiles, aparte del arancel aduanero, 5 dólares por cada kilogramo de ropa que ingresa al país.
* Estados Unidos, el país que se presenta como el ideal de la libre competencia, es la nación con más barreras no arancelarias al comercio (más de 4500 medidas), mientras que Argentina figura en el puesto 46º en ese ranking.
En el terreno de los subsidios hay que decir que, según datos del New York Times, en Estados Unidos el 20 por ciento del valor agregado de su industria proviene de subsidios estatales. Bangladesh, por su parte, invierte 500 millones de dólares al año en subsidios para la energía de su industria textil. Mientras, Alemania destina 13.500 millones de euros por año para ayudar a su sector manufacturero.
Resulta fundamental que en Argentina circule buena y abundante información sobre la realidad de las políticas comerciales de otros países. Los enemigos de la Industria Argentina hacen daño con eslóganes carentes de sustento empírico. La población debe conocer datos ciertos para no estar desprevenida y tener un marco de información que contraste el constante argumento antiindustrial de lobbistas que hacen negocios con el subdesarrollo.
* Dirigente gremial empresario.