"El corona me empujó a la calle" afirma Petra a la agencia de noticias AFP. Vive en Berlín, tiene 60 años, es química de formación y trabajó en el sector gastronómico. Con la llegada de la pandemia de coronavirus que vulneró a las poblaciones más pobres, se encontró sin hogar. “Tuve una carrera (…) Nunca pensé que me pasaría esto”, cuenta Petra. Iba alojarse temporalmente en un hotel pero le negaron la habitación porque no tenía "ninguna razón profesional para alojarse allí". Así va de un albergue a otro.
En Neukölln, un barrio de Berlín, está el refugio Evas Obdach del servicio social de mujeres católicas. Ahí las personas que viven en la calle pueden acceder a comida caliente, ducharse y pasar la noche un poco lejos del invierno que acaba de terminar. Según un censo voluntario realizado a inicios de 2020, en Berlín hay unas dos mil personas sin hogar. Aunque las organizaciones que trabajan con personas que viven en la calle estiman que hay entre seis mil y nueve mil personas, incluidas 2.500 mujeres.
El impacto de la pandemia en el número total de personas sin hogar es aún incierto.
"Por el momento no hay indicios de que se haya producido un fuerte aumento" de personas sin techo, explica Werena Rosenke, directora de Ayuda a los sin techo (Wohnunglosenhilfe). “Pero esto podría ocurrir después de la pandemia, cuando se ejecuten las rescisiones de los contratos de alquiler por impago, actualmente suspendidas", agregó Rosenke.
La fundadora de Evas Obdach, Natalie Kulik explica que es más difícil contabilizar a las mujeres porque evitan estar en la calle el mayor tiempo posible, aunque eso signifique soportar la violencia en una relación. "La calle es peligrosa para ellas", puntualiza Kulik. La protección, en un hogar mixto o en un grupo, suele pagarse con favores sexuales. "La mayoría de nuestras visitantes aquí nunca admitirían ser personas sin hogar", prosigue.
Para el invierno, el gobierno de Berlín alquiló hoteles vacíos para alojar a personas en situación de calle, según comentó Stefan Strauss, portavoz de la administración capitalina. Sin embargo, con la llegada de la primavera, "toda esta ayuda extra desaparecerá", advierte Anett Leach, de la asociación Klik para jóvenes sin hogar de la UE.
"La pandemia está ejerciendo una gran presión sobre el ya vulnerado estado mental de las mujeres", afirma Kulik del refugio Evas Obdach. Desde las asociaciones que trabajan con las personas sin hogar, explican que las restricciones empeoraron las condiciones de vida de las personas que viven en la calle.
Los ingresos que antes percibían por recolección de botellas retornables, por ejemplo, se agotó por el confinamiento. Tampoco pueden refugiarse en los centros comerciales y los cupos en los hospedajes para personas sin hogar fueron reducidos a la mitad por las normas sanitarias de distanciamiento.
Esta semana Alemania dio marcha atrás y renunció a las nuevas medidas restrictivas que había previsto imponer durante la Semana Santa para paliar la pandemia de covid-19. Fue "un error", admitió la canciller alemana Angela Merkel. Su gobierno había anunciado el lunes nuevas restricciones en las vacaciones de Pascua, que incluían el cierre de comercios y oficios religiosos organizados por videoconferencia.