Cerca de 60 jóvenes que buscan aprender un oficio en barrio Tablada, y la institución que los cobija, La Vigil, tienen algo en común: los dos hacen fuerza para sacarse de encima la mochila de los sueños truncos. Los dos, los pibes y la institución, sacuden de sus espaldas los restos de un sistema que muchas veces privilegia la destrucción y el saqueo sobre la inclusión y el desarrollo. Desde fines de febrero, la emblemática institución se sumó al programa del gobierno Santa Fe Más, que brinda capacitación para jóvenes de entre 16 y 30 años, con la mirada puesta en la salida laboral.

De una manera similar a la que un sistema económico margina cada día a miles de pibes que no encuentran cauce para sus sueños, la intervención militar de la Vigil en 1977 despedazó con saña una experiencia única de educación popular. Pero no pudo matar su espíritu, que sigue vivo con más de 1.000 socios actuales y una infinidad de actividades para niños, jóvenes y adultos.

Tan vivo sigue ese espíritu que Ariana Ravelli, pareja del hijo del último vicepresidente que tuvo la institución antes de la intervención militar, es la encargada de coordinar los cuatro talleres (textil, electricidad, encuadernación-imprenta y sonido-iluminación) que se dictan para cerca de 60 jóvenes del barrio.

“Se presentaron representantes del Santa Fe Más y nos propusieron participar, porque ellos estaban interesados en que nos sumemos, por la historia de la institución y por el tipo de trabajo que venimos haciendo con la comunidad. Empezamos a averiguar cómo funcionaba el programa, qué podíamos aportar, cómo lo podíamos diseñar y nos pareció adecuado, al ser mayores de 16 los chicos del barrio que se podían incorporar, y nosotros teníamos una deuda de trabajo con adolescentes y jóvenes”, explica Ariana. Y agrega: “Hablamos con las tres escuelas del barrio: con la escuela Vigil, que está en el edificio, con la escuela Sonia González y con el bachillerato de Tablada. Les preguntamos a los directivos qué estudiantes estaban en los últimos años, mayores de 16, con algún tipo de vulnerabilidad y necesidad de acompañamiento en distintas situaciones, para que puedan sostener la escuela, e incluso con dificultades sociales, porque a través del Santa Fe Más hemos iniciado los trámites para el acompañamiento con trabajadores sociales y psicólogos, cuando hemos detectado algún tipo de problemáticas –como por ejemplo de género- en los jóvenes y sus familias”.

Lo primero que hicieron los chicos al llegar fue recorrer La Vigil y sentir el pulso del suelo que pisaban al transitar sus pasillos. Un suelo que sobrevivió a una de las peores tragedias que vivió nuestro país. “Lo primero que hicimos fue proponerles unas visitas guiadas, porque nosotros somos un Centro de Memoria reconocido por la Municipalidad y la provincia. Para iniciar el contacto, el inicio del taller era proponerles conocer la historia de la institución. Esos recorridos guiados que se hacen para la comunidad o para docentes, los hicimos para pequeños grupos de 7 chicos, donde les presentamos el recorrido del edificio a través de la historia de la institución y a la vez trabajamos la historia de nuestro país por el atravesamiento del Golpe militar. Eso generó mucha empatía, una de las estudiantes y jóvenes me escribió al día siguiente para preguntarme cómo podía ser un trabajador de Vigil: «Yo quiero participar, ¿qué tengo que estudiar?” me preguntó. Los chicos se sacaron fotos y participaron preguntando, sentíamos que antes de sentarnos en ronda y preguntarles «quienes son ustedes», teníamos que contarles quienes somos nosotros y qué hacemos”, contó Ariana.

“Seleccionamos taller de electricidad, taller de textil, el taller de encuadernación e imprenta, que lo llamamos jugar en papel, porque tenemos por suerte una editorial donde ahora empezamos a hacer nuestros propios libros y, como tenemos un teatro maravilloso, pensamos en un taller de iluminación, sonido y arte escénico, que lo llamamos taller de preproducción y producción de arte escénico”, contó Ariana y explicó que “los talleres se eligieron en función de evaluar la potencialidad de lo que la institución tenía y de la línea político-cultural”. Dos de los talleres, textil y electricidad, apuntan a una rápida salida laboral. Los otros dos tienen más que ver con la historia de La Vigil.

Ariana y el presidente de la institución, Juan Prol, que también está en la coordinación del Santa Fe Más, pusieron especial cuidado en la selección de los docentes: “Tenían que tener una formación previa muy importante, un currículum que lo avalara, pero también algún tipo de inserción previa de trabajo comunitario. Hay algunos que han trabajado en otras instituciones dentro del Santa Fe Más, incluso hay docentes con título que incorporamos dentro de los talleristas: uno que es director de teatro, pero además es profesor, y hay otra docente especialista en ESI, en género, pero que además es profesora de historia y geografía. Entonces, con gente que conocíamos, y con quienes no conocíamos, salimos a buscar referencias. Tenemos una profesora de electricidad que trabaja por su cuenta y tenemos otro profesor de electricidad que es un trabajador de General Motors, con lo que tenemos diferentes visiones del trabajo del electricista, del que trabaja por su cuenta y el que está dentro de una empresa, y fuimos seleccionando con perspectiva de género, en función de su formación del oficio y también de su disposición a trabajar con jóvenes y en situación de vulnerabilidad”.

“Como la mayoría de los jóvenes están en una situación de vulnerabilidad, la dificultad más grande es contactarlos, porque es una comunidad que permanentemente cambia el número de celular, por ejemplo, y no todos son exactamente de las cuadras aledañas. Por ejemplo, hay dos chicas que son de Villa Gobernador Gálvez. Cuando cambian el número de celular, nos comunicamos con la escuela y vemos qué otro modo de comunicación podemos implementar para no perder el contacto, y cuando cuesta que alguno asista, la escuela insiste junto con nosotros, entonces esto de trabajar en red potencia el derecho que tienen de acceder a una formación”, cuenta Ariana.

Por fuera de la formación de cada semana surgen otros espacios, donde se intenta potenciar la experiencia cultural de los chicos: “El proyecto tiene dispuesto, además de las horas específicas del taller, la posibilidad de realizar lo que se conoce como el tercer tiempo, que son los espacios de trabajo grupal sobre problemáticas que tienen que ver con género, la cuestión del trabajo y los derechos y obligaciones del trabajador, y eso también nos habilita a poder hacer otro tipo de propuesta de trabajo cultural. Por ejemplo, nosotros estamos proyectando con los chicos de iluminación, sonido y arte escénico la posibilidad de que un sábado puedan ir a nuestro teatro, para participar como espectador, pero también para poder observar cómo se prepara el teatro, previamente, para que eso se pueda llevar a cabo, e ir generando con los docentes los criterios de cómo se colocan las luces, el sonido, y poder trabajarlo en el aula. Y en cada taller vamos pensando diferentes recorridos que puedan ampliar la experiencia cultural de los chicos”.

“Nosotros estamos en la etapa de inicio, pero sabemos de la importancia que tiene en el programa la futura salida laboral, y lo que nos han planteado es que teníamos que detectar a los estudiantes que estaban en condiciones de poder continuar y sostener un trabajo, y acompañarlo en eso. Además, nosotros somos parte, como mutual, del Inaes (Instituto Nacional de Asociativismo y Economía Social). Y dentro del Inaes estamos participando de unas mesas de organización, dentro del Nodo Rosario, donde tratamos de generar proyectos para que surjan cooperativas o asociativismo entre trabajadores o productores. Ese proyecto lo estamos iniciando, hace varios meses que venimos en esta participación, y vamos a tratar de acompañar con este vínculo, que hacemos con otras organizaciones, la posibilidad de armar algún tipo de cooperativa entre los estudiantes”, relató Ariana.

“Ya tuvieron todos los talleres entre dos y cuatro encuentros, dependen del taller y de la fecha de los recorridos, y estamos en el momento de presentación del taller en sí, del oficio, pero también haciendo trabajo grupal para conformar el grupo e ir conociéndonos”, agregó.

 

La Vigil también proyecta que los chicos que participan de los talleres del Santa Fe Más tengan un carnet de socio especial, sin que tengan que pagar cuota: “Consideramos que por ser parte de los talleres corresponde que tengan los mismos derechos que cualquier otro socio, que puedan retirar libros de la biblioteca, pretendemos que los chicos se apropien de lo que la institución tiene para ofrecer y que podamos construir cosas a futuro conjuntamente”.