Con “El Acto de Ver”, el cineasta Pablo Romano propone una nueva serie de encuentros presenciales en el Centro Cultural Roberto Fontanarrosa (San Martín 1080). Será los días miércoles de abril, de 18.30 a 20, en donde se abordarán películas históricas, del período silente, y realizadas en la región. Cada fecha contará con la presencia de un invitado especial, en el marco de una actividad que propone, entre otras cosas, discutir “lo que sucede con los archivos audiovisuales y la construcción de memoria en Argentina”. La inscripción es libre y gratuita, puede formalizarse en http://ccrf.gob.ar/cartelera/el-acto-de-ver-2/, y los cupos son limitados.

El programa es el siguiente: miércoles 7: El último malón (Alcides Greca, 1917), invitada: Verónica Greca (antropóloga); miércoles 14: En pos de la tierra (Federico Valle, 1922), invitada: Sofía Elizalde (archivista audiovisual); miércoles 21: La epopeya del gaucho Juan Moreira, el último centauro”, dirección: Enrique Queirolo, 1923), invitado: Alfredo Scaglia (Cineclub Rosario); miércoles 28: El hombre bestia o Las aventuras del capital Richard (Camilo Zaccaría Soprani, 1934), invitada: Sofía Elizalde.

“Lo que hoy podemos ver del acervo audiovisual es gracias a la voluntad de privados y de cineclubes, pero no del estado. Es una de las grandes deudas que tenemos como país, nunca se ha preservado el material fílmico, cuando diría que es la memoria fundamental del siglo XX. Aun cuando uno puede hablar de otros soportes como la fotografía o la pintura, creo que la memoria del siglo XX es el cine”, comenta Pablo Romano a Rosario/12.

Lo curioso está en que siendo poco y descuidado el archivo fílmico que sobrevive, la provincia que mayor cantidad exhibe es Santa Fe. Por ejemplo, hace pocos meses se dieron a conocer las imágenes de un documental ¡completo! realizado por Federico Valle en 1928, con motivo de la coronación pontificia de la Virgen de Guadalupe en ciudad de Santa Fe. Por obra y gracia de la casualidad, bendita sea. Las medidas políticas correspondientes, siguen en deuda. Por otro lado, “El Acto de Ver –prosigue Romano- es un título que me gusta, porque tiene un poco que ver con esta idea de cómo una época visibiliza ciertos temas y ciertas formas. Me interesa mucho hablar sobre la construcción de la memoria a través del cine, fundamentalmente pensando en El último malón, sobre la que hice un documental, Anhelo de rebelión (2013), que tiene que ver con ese hecho trascendental y trágico que es el extermino de mocovíes en San Javier. Lo que me asombró cuando comencé con aquella producción fue que la memoria de la región estaba dada por la película, si no hubiese existido no sé qué hubiese pasado con la memoria del suceso. Hasta no hace mucho, la historia que se contaba sobre el hecho era la de la película, en donde Greca agrega un detalle folletinesco con el secuestro de la mujer, algo que no figura en ningún documento, no sucedió, y que él agrega pensando en la mejor forma de atraer un público. Es algo que me pareció fascinante, porque a su vez fue también la forma a través de la cual el conflicto se mantiene vivo, porque sigue estando vivo en San Javier. Para mí, Greca tuvo una obsesión con ese trágico hecho, porque luego de esa película hace una novela, Viento norte, y una obra de teatro, que tratan el tema. En cada uno de esos hechos de alguna manera estaba denunciando un genocidio, porque denuncia las torturas que se cometen en la comisaría de San Javier, y da cuenta de que las tierras más ricas e importantes las tenía la comunidad mocoví. El hecho de que se dijera que había un alzamiento y su posterior exterminio tuvo que ver con apropiarse de esas tierras”.

Greca rescató la rebelión mocoví de San Javier del olvido.

Ver estas películas es asistir a la realidad dramática del archivo cinematográfico, disgregado (lo que queda) con mayor o menor suerte en YouTube, soporte que está lejos de suponer preservación alguna. Al respecto, Romano se pregunta sobre el cruel destino de los archivos cinematográficos y públicos, “¿qué sucede con eso?, cuando son archivos que deberían poder ser leídos por diferentes generaciones, con el propósito de pensar la historia, que es algo que está en perpetuo movimiento. El archivo tiene que ver con qué queremos guardar y cómo queremos ser mirados. Por eso, me parece tremendo que al día de hoy sigamos sin tener una política de archivos en Argentina, Santa Fe y la ciudad. La CINAIN (Cinemateca y archivo de la imagen nacional), más allá de que hay una ley, no cuenta todavía con una cinemateca nacional. En Santa Fe, el acervo está en una situación crítica, podemos perder el material, me parece un momento grave y es un disparate, ¡estamos en el 2021!”.

Uno de los hechos emblemáticos, suficientes, lo supone la decisión que en su momento tuvo Fernando Birri de donar su memoria cinematográfica a la biblioteca de la Brown University, de la ciudad estadounidense de Providence. Menos mal. Como agrega Romano, “lo que tenemos es por obra de la casualidad pero también gracias a la voluntad de ciertas personas. La decisión de Birri da cuenta de la catástrofe cultural tremenda que significa que Argentina, que Santa Fe, no tenga ese archivo. El gran problema para mí es que justamente las imágenes construyen memoria. Un poco pensé esta actividad para hablar del archivo, porque implica una memoria, un catálogo, una herencia, un legado, un patrimonio. Acá hay temas para tratar, que siento que no han sido puestos en discusión, por lo menos a nivel regional; a nivel nacional sí, dos grandes exponentes son Fernando Martín Peña y Paula Félix Didier. Pero es muy triste lo que nos pasa”.

Por último, Romano recuerda que en El último malón “actuaron mocovíes que habían participado de la rebelión, algo que nos permite pensar esto mismo, por lo terrible o lo antropológicamente fascinante de hacerlos participar de un evento que fue un hecho trágico para su comunidad. Muchos de ellos hoy recuerdan cuando vieron la película siendo niños, alrededor del año 1950 en San Javier, y que era muy triste ver cómo la gente blanca aplaudía cuando mataban a los indios”.