El chaku es un ritual ancestral que consiste en capturar la vicuña para obtener su lana, “el oro caminante” que sigue teniendo un gran valor hoy tanto como en el tiempo de los incas. Según el Diccionario Oficial de la Academia Mayor de la Lengua Quechua, significa “Rodeo entre muchas personas a los animales de caza, para aprehenderlos vivos”. Se hace al mediodía, cuando las vicuñas bajan a tomar agua. Pero solo una vez al año, entre los meses de octubre y diciembre.
En la última temporada de Esquila de Catamarca se capturaron 2578 vicuñas. El proceso, desde la captura, la limpieza de la lana hasta el hilado de una pieza tarda meses, por eso una manta de lana de vicuña puede llegar a costar alrededor de 300 mil pesos.
Las poblaciones preincaicas del altiplano ya realizaban esta práctica ligada a ceremonias, la vicuña es considerado un animal sagrado. Durante el periodo incaico las prendas confeccionadas con fibra de vicuña estaban destinadas al uso exclusivo del Inca y la Corte.
En Catamarca el chaku se realiza en lugares como La Estancia (Belén), El Peñón, Calalaste, Antofalla (Antofagasta de la Sierra), aunque el epicentro de este ritual ha sido desde tiempos remotos la localidad de Laguna Blanca, a 3200 m.s.n.m. y a unos a 450 km de San Fernando del Valle de Catamarca.
Sin embargo, conla colonización y hasta finales del siglo XX, la vicuña cayó en peligro de extinción. Con la creación de la Reserva de Biosfera de Laguna Blanca, se empieza a recuperar el sistema ambiental de esa región.
Ramón Gutiérrez es el presidente de la Cooperativa Mesa Local de Laguna Blanca desde hace 10 años. Con el orgullo que tiene ese tono ancestral de las cosas que vienen viniendo, tradiciones que son recuperadas una y otra vez, cuenta a Catamarca/12: “nosotros hacemos los chakus, esquilamos y liberamos a los animales a su hábitat natural. Nuestros artesanos hacen toda la cadena textil del producto desde que sale del animal hasta el producto terminado: chal, corbatín, guantes, mantas”, relata Ramón.
El chaku “es una actividad milenaria, con la llegada de los españoles como que desapareció, pero después con la creación de la Reserva de Biosfera de Laguna Blanca, de ahí se empieza a recuperar lo que es la vicuña. Nuestros antepasados dejaron grabado en las piedras cómo las pillaban, las seleccionaban y las volvían a liberar en su hábitat natural”, comenta.
Ramón recuerda que en 2003 se hace una primera experiencia de encierro, para ver el compartimiento de los animales, y en el año siguiente se hizo la primera esquila. “Para nosotros siempre fue un animal sagrado, un oro caminante. En ese entonces yo era chico, mi padre trabajaba ahí, veía a la gente cómo se juntaba comunitariamente a trabajar, ahí fui aprendiendo”, relata con orgullos sus inicios.
También reafirma su vigencia sagrada, “La vicuña es un animal sagrado. Antes de hacer el chaku y al finalizar le damos gracias a la Pacha Mama y le damos de comer por permitirnos manejar la vicuña y aprovechar la fibra”, afirma.
En el 2020, Catamarca fue la única provincia del país que llevó a cabo la Temporada de Esquila en pandemia, en noviembre. Actualmente interviene la Secretaría de Medio Ambiente. De las 2578 vicuñas capturadas, fueron esquiladas 2399 (un 93,05%), en el proceso murieron 4, que significó un 0.15% de mortalidad, mientras que el total de fibra en bruto obtenida fue de 816,041 Kgs, para dejar un promedio vellón de 340 grs.
La Secretaría retiene el 20% de la fibra esquilada, que en esta campaña representó unos 163 kg que ingresó al Programa de Redistribución de Fibra. A este programa acceden los 315 artesanos inscriptos actualmente en el Registro de Artesanos de Vicuña de la Provincia, quienes compran la fibra de vicuña legal a precio del 20% valor original (unos $7000), mientras el valor de mercado internacional es de 400 dólares. Una vez confeccionadas las prendas, el artesano tiene la obligación de certificar las mismas en el Departamento de Manejo de Vicuña, explicaron desde ese organismo.
Una vicuña esquilada tarda dos o más años en recuperar el largo de su fibra por lo que se debe esquilar a las vicuñas cada 2 años, siempre y cuando les haya crecido la fibra un mínimo de 3 cm (0,5 cm para dejar como mínimo al animal y 2,5 cm para el vellón); si pasaron 2 años y no superó esta longitud, se deberá esperar al año siguiente.
El vellón obtenido de cada animal es colocado en un balde. Luego, se le quita la tierra, se pesa y se embolsa, registrándose con la información del sexo del animal. Esa materia prima se convierte en hilado y tejidos en telares rústicos; por ese motivo, el proceso puede tardar alrededor de sesenta días.
La producción es comercializada en las ferias de artesanías, así como en las fiestas provinciales y nacionales.
En diciembre, la diputada Natalia Ponferrada (FdT) ingresó un proyecto para declarar “el chaku o práctica ancestral de captura, esquila y liberación de la vicuña, como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Provincia de Catamarca”.
“Las manifestaciones del patrimonio cultural inmaterial son las tradiciones, conocimientos y creencias; las músicas, técnicas artesanales, juegos y relatos que han pasado de generación en generación; son los rituales o maneras de hacer, nombrar, producir y celebrar, las recetas y tradiciones culinarias, las prácticas y saberes productivos que forman parte de la identidad cultural de una comunidad, que se continúan practicando hoy y que son transmitidas a las siguientes generaciones para reforzar su sentido de pertenencia”, argumenta el proyecto.