López 7 Puntos
Argentina, 2021
Dirección: Ulises Rosell.
Guion: Ulises Rosell y Marcos López.
Duración: 93 minutos.
Estreno en Cine Gaumont y disponible en CineAr Play (gratis hasta el jueves 1° de abril).
Documentales sobre artistas, sus vidas y/o sus obras, hay en cantidades. Están los más y los menos interesantes. Algunos optan por reflejar la cotidianeidad y dejar de lado los aspectos creativos y otros, por el contrario, se concentran en los procesos artísticos relegando a un segundo plano el costado personal. Finalmente, ciertas películas intentan apropiarse, de una u otra manera, de la sensibilidad del retratado, mientras que el resto se contenta con glosar éxitos, fracasos y mesetas. Siguiendo esa posible pero no exhaustiva clasificación, López, el nuevo largometraje de Ulises Rosell –que acaba de presentarse en el Bafici días antes de su estreno en salas y plataformas–, no resulta excepcional pero de ninguna manera es parte del montón. El director de Bonanza y Cama adentro logra conjugar el interés por el Marcos López creador y el Marcos López persona, entrelazando de manera inteligente y estimulante ambos territorios. Territorios que, desde luego, forman parte indivisible de una misma esfera, pero que nunca son sencillas de transmitir en pantalla en toda su unicidad.
“Un documental de Marcos López censurado por Pino”, dice López en cierto momento, mientras observa algunos planos de su film de 53 minutos Solanas en filmación, que permaneció inédito desde el rodaje, en épocas de El viaje (1992), hasta su estreno tardío hace poco más de un mes. Ese mediometraje y el documental Ramón Ayala (2013) son las únicas incursiones en el cine de un creador multifacético, reconocido en todo el mundo por su obra como fotógrafo y artista plástico. El creador del “pop latino” como etiqueta irónica, parte de una serie de imágenes creadas a la sombra del menemismo, con sus cambalaches multicolores y acumulaciones de objetos y seres humanos, una posible definición de la argentinidad en determinado contexto histórico. Rosell busca y encuentra a López en un momento particular de su vida. “Mi viejo murió hace poco y acabo de cumplir sesenta años”, afirma el protagonista ante un par de colegas, antes de iniciar una sesión fotográfica con Fernando Noy.
Eso no es todo. López está a punto de separarse geográficamente de su mujer y su hija adolescente –ambas se instalarán en México de manera definitiva– y la preparación de un libro de fotografías que abarca toda su carrera anticipa otras clausuras inminentes. La cámara sigue el día a día, que incluye mudanzas de cuadros y muebles, la preparación del menú vegano de la jornada, presentaciones de muestras, una entrevista para la radio, consultas con el dentista y el oftalmólogo y las visitas regulares a su madre, uno de esos personajes nacidos para estar delante de la cámara. “Yo no tengo ese amontonamiento en mi casa”, reta la señora a su hijo ante el desorden imperante, antes de repasar varias fotografías icónicas de la carrera de “Marquitos” y señalar, en desmedro de la calidad de las composiciones y resonancias de las imágenes, quién es la mujer retratada, qué relación tenía con la familia y si su carácter era bueno o malo.
“Esto podría estar en el Moma o podés metértelo en el orto”, dice en otro momento el protagonista, mientras sostiene una almohada ilustrada. Lejos de la impronta de autoimportancia y gravedad de tanto artista consagrado, López prefiere un acercamiento más lúdico al arte en general y al suyo en particular. Inquieto, el celular puede reemplazar momentáneamente a la cámara de placa cuando una imagen interesante se le cruza en el camino (en un bar, en una calle periférica, en la recepción de una veterinaria). Más allá de la pertinencia de lo filmado, el montaje es una de las piezas centrales de los logros de López: de la interacción de momentos íntimos con otros públicos y la selección de los fragmentos que terminaron integrando el retrato surge el interés. El documental, parece decir Rosell, nunca debe ser un simple registro, sino la (re)composición creativa de una realidad a partir de las herramientas que le son propias: las cinematográficas.