Únicamente por ser Semana Santa dejaremos esta columna de humor futbolera en manos del sacerdote del Fútbol, el Papa Francisco. Recen por él:
Fratelli y sorelle, os saludo a tutti con el crucifijo en la boca y el barbijo en la mano (¿o era al revés?). Os comentaré parte de la Semana Santa Futbolera. En el encuentro del sábado pasado entre Serbia y Portugal, por las eliminatorias europeas, a Cristiano Ronaldo no le cobraron un gol que era el triunfo de su equipo. Por eso, acongojado, abandonó la cancha y arrojó al piso su cinta de capitán. Y nos preguntamos ¿es comprensible su angustia, hermanos? Y nos respondemos que sí, se trata de un Cristiano que debió soportar dos de las situaciones más dolorosas: la traición y el abandono. Tal como Cristo sufrió la traición del discípulo que lo vendió y del discípulo que lo negó, Cristiano fue traicionado por el árbitro que injustamente le negó su gol y se lavó las manos tal como lo hizo Poncio Pilatos (con un jabón de glicerina que se robó en un hotel de Egipto, cuando fue a un congreso de hipócritas realizado en las afueras de Palestina).
Según el Evangelio, Cristiano dijo una sola frase en la cruz del vestuario: "Dios mío, ¿por qué me has desamparado?" ( CR7,45). Fratelli, sorelle, cuando nos sentimos sin justicia y sin VAR que nos ampare, debemos pensar que hay alguien que se ocupa de los más necesitados de puntos para clasificar: el Todopoderoso (No Julio Grondona, Dios). Recemos por él.
Mientras miraba la repetición de la misa del Domingo de Ramos por el canal que tenemos en el Vaticano (“Vati-Canal, una TV como Dios manda”), escuché a un par de herejes decir que el partido entre Racing y River sería un “duelo con sabor a revancha”. Y ya sabéis lo que dice la Biblia sobre la revancha y la venganza: "No te vengarás de los hijos de tu pueblo, sino amarás a tu prójimo como a ti mismo”. La paz es don de Dios, fratelli y sorelle, hagamos la paz. Y si los hinchas de Racing prefieren hacer la “Rubén Paz”, están libres de hacerlo. Finalmente el encuentro terminó con un River que dominó el partido y eso también es herejía, hermanos, porque el único que domina es Dios.
El Patrono del Gol, Santos Borré, autor del undécimo mandamiento “Ama a Gallardo como a ti mismo”, lamentó el empate en cero: “No se nos abrieron las puertas del cielo ni del arco, no encontramos la luz ni el triunfo. Ahora sólo nos resta esperar un milagro para clasificar y encontrar la gloria eterna”.
Los feligreses xeneizes, por su parte, no pudieron cambiar la ansiedad en gozo ni obtener su propia gloria ante Independiente. Porque en el último minuto el Diablo metió la cola. Sí, hermanos, empató ante el mismísimo Satanás, amo de los infiernos. Ni la energía divina del Supremo ni mis salmos y cadenas de oración bastaron para ganarle al maligno.
Fratelli y sorelle. Me despido de ustedes, elevo mi saludo a Colón, Argentinos Juniors y Lanús que cantaron el Aleluya en esta fecha y me voy rezando por un resultado favorable para mi querido San Lorenzo, que no pasa por un buen momento y ruego al Señor que el equipo del hermano Dabove, al igual que Cristo, resucite de entre los muertos. Amén.