Una investigación científica advirtió sobre el carácter de “urgente” que implica reconocer la amenaza medioambiental que poseen los barbijos, que pueden llegar a convertirse “en el próximo problema del plástico” debido a que “no existe ninguna directriz oficial” sobre su reciclaje, por lo que es más probable que se eliminen como residuos sólidos.
El estudio publicado en el diario especializado Frontiers of Environmental Science & Engineering revela que los barbijos desechables son productos de plástico que no pueden biodegradarse fácilmente, sino que pueden fragmentarse en partículas de plástico más pequeñas, es decir, en micro y nanoplásticos, que se extienden por los ecosistemas.
Asimismo, señala que la producción de estos barbijos es de una escala similar a la de las botellas de plástico, que se estima en 43.000 millones al mes. Sin embargo, a diferencia de las botellas de plástico (de las que se recicla aproximadamente el 25 por ciento), los barbijos no son sometidos a un reciclaje.
Otros estudios recientes estiman que se utilizan un total de 129.000 millones de tapabocas al mes en todo el mundo; es decir, 3 millones por minuto. La mayoría son barbijos desechables fabricados con microfibras de plástico.
Cubos de basura exclusivos para barbijos
Los autores de la investigación, el toxicólogo ambiental de la Universidad del Sur de Dinamarca, Elvis Genbo Xu, y el profesor de ingeniería civil y ambiental de la Universidad de Princeton (Estados Unidos), Zhiyong Jason Ren, plantearon una serie de recomendaciones ante esta problemática.
Ambos sugirieron establecer cubos de basura solo para barbijos con el fin de facilitar su recolección y eliminación; considerar la estandarización, las directrices y la aplicación estricta de la gestión de los residuos de los tapabocas; sustituir los barbijos desechables por otros reutilizables, como los de algodón; y considerar el desarrollo de tapabocas biodegradables para su eliminación.
En caso de no eliminarse para su reciclaje, al igual que otros residuos plásticos, las barbijos desechables pueden terminar en el medio ambiente, en los sistemas de agua dulce y en los océanos, donde la meteorización puede generar un gran número de partículas de tamaño micro (menores de 5 milímetros) durante un periodo relativamente corto (semanas) y fragmentarse además en nanoplásticos (menores de 1 micrómetro).
Sin embargo, para los especialistas existe una preocupación mayor y más reciente: los tapabocas se fabrican directamente con fibras de plástico de tamaño microscópico. Al descomponerse en el medio ambiente, estas pueden liberar más plásticos de tamaño microscópico, con mayor facilidad y rapidez que los plásticos a granel, como las bolsas de plástico, escriben los investigadores.
“Estos impactos pueden verse agravados por una mascarilla de nueva generación, las nanomáscaras, que utilizan directamente fibras de plástico de tamaño nanométrico (con un diámetro inferior a 1 micrómetro) y añaden una nueva fuente de contaminación por nanoplásticos”, indican los expertos.
Finalmente, los investigadores resaltaron que desconocen cómo los tapabocas contribuyen al gran número de partículas de plástico detectadas en el medio ambiente “simplemente porque no existen datos sobre la degradación de las máscaras en la naturaleza”.
“Sin embargo, sabemos que, al igual que otros residuos plásticos, las mascarillas desechables también pueden acumular y liberar sustancias químicas y biológicas nocivas, como el bisfenol A, metales pesados, así como microorganismos patógenos. Esto puede tener un impacto adverso indirecto en las plantas, los animales y los seres humanos”, concluyó Elvis Genbo Xu.