"Un amigo platense siempre me dice que ese disco se parece a Buenos Aires", comparte Gori, fundador y frontman de Fantasmagoria. Antes del estallido de 2001, y también como reflejo de lo que se vivía previamente en el país, el entonces flamante proyecto del ex guitarrista de Fun People publicó su explosivo debut homónimo. Un trabajo que 20 años más tarde sigue palpitando la urgencia, la rapidez y también la frescura de su hechura. Aquel disco, Fantasmagoria, es atesorado por muchos, mitificado por otros y, pese a que rankea entre los mejores discos de esa década, sigue siendo desconocido para la gran mayoría.
"Generalmente me gustan los primeros discos de las bandas. Es todo lo que planearon hacer", reflexiona el cantante y guitarrista. "Si repiten la fórmula en el siguiente, ya no hay sorpresa. Ese disco de Fantasmagoria representa todo lo que estaba pasando en la Argentina, y lo que me sucedía en ese contexto. Cuando tenés algo para decir o te pasan cosas que te mueven los sentimientos, es el instante en el que salen cosas más inspiradas."
Entre 1998 y 2000, Gori supo sacarle lustro y chispas a su guitarra en Fun People. Sin embargo, en medio de una gira de dos meses por Estados Unidos con la banda comandada por Nekro, decidió correrse a un costado. "Antes de irme de gira había hecho unos demos", recuerda. "Hice 10 copias, armé una tapita y se los regalé a personas muy próximas mías. En vez de ponerle Gori, quedó Fantasmagoria." Desde Estados Unidos, le mandó un mail a su hermano, Gustavo Loncharich, contándole que dejaba Fun People. "Le pedí que se aprendiera las canciones del casete y que le preguntara a Nacho Brizuela si se quería sumar."
Gori ya tenía una banda paralela llamada Catarsis. "Cuando dejé Fun People, mi opción era tocar ahí. Pero el bajista, mi coequiper, se fue a España. Entonces me quedé sólo con el baterista, Nacho, que entró en Fantasmagoria porque era una continuación de lo que veníamos tocando, sin distorsión. Catarsis era un grupo de post hardcore, y justo en esa época empecé a escuchar psicodelia. Era una mezcla rara y linda de Fugazzi, Quicksand y Syd Barrett."
Al volver del viaje, Gustavo ya tenía colgado el bajo y Nacho lo esperaba en la batería. "Nos pusimos a ensayar e hicimos un show", repasa. "Con un poco de plata que me quedó de Fun People, grabamos el disco en el verano, y en abril lo sacamos. No tuvimos tiempo de pensarlo, ni de enroscarnos. Salió bastante espontáneo. Los tres estábamos entusiasmados con la idea."
Guitarra vas a rockear
Si bien en aquel momento fue considerado un EP, formato que devino en álbum a partir de la aparición de Spotify, esas ocho canciones son toda una oda a la manera de componer el pop clásico. "Podía haber hecho lo mismo que tocaba con Fun People, y me hubiera ido bien. Era lo fácil. Pero me cagué en todo", celebra Gori. "Quería darle una vuelta de rosca, y junté toda la data que venía escuchando y la volqué en esas canciones."
Ese debut de Fantasmagoria también fue una respuesta a su tiempo. "Las bandas de nü metal estaban en boga, con un sonido impresionante gracias a las rackeras, los efectos y las afinaciones graves. Me parecía más mérito del fabricante del rack que del compositor. Quería hacer canciones que se sostuvieran con la guitarra, que se banquen un fogón." Efectivamente, uno de los principales sellos de Fantasmagoria desde sus inicios fue poner a rockear la guitarra acústica, a contracorriente de su imaginario.
"Surgió de un error", revela Gori. "Como mi guitarra eléctrica estaba en lo de un luthier, fui con la acústica, que fue además con la que compuse las canciones en mi departamento. Al darnos cuenta de que funcionaba, nos fuimos hacia ese lado porque no había alrededor nadie que estuviera haciendo rock más o menos fuerte con una guitarra acústica. Si había bandas así, era más en plan folk o acústico. Eso llamaba la atención."
Lidiar con esa novedad no fue tan sencillo: "Me costó mucho amplificarla, hasta que más o menos entendí cómo se hacía", aclara. "Y logré que pueda sonar sucia. Por eso le pedía a Nacho que tocará más fuerte." A pesar del formato semi analógico de esa formación, el primer disco del grupo incluye programaciones. "Las hice con una caja de ritmos Roland DR-660. Quería que se notara. Cuando Andrea Alvarez escuchó el disco, me dijo: 'Me gustó, pero no sé por qué metiste esa maquinita y no me invitaste a hacer las percusiones'."
Acelerar con el agua al cuello
De tono autobiográfico, o al menos basadas en situaciones que atravesó Gori entre fines de los '90 y los 2000, las canciones del disco hacen hincapié en la partida y el agua. "Nunca fui a terapia, pero tendría que hablarlo", bromea el artista. "En mis canciones hay mucho de partida, y también tengo algo con los caballos, y con las lagunas y ríos. De todas las de ese disco, la que se refiere más al hecho de irse es Haciendo las valijas otra vez. Estaba todo tan mal que la mayoría de mis amigos se fueron a vivir a España. Luego, se produjo el estallido."
Tras la salida del disco, en los shows tocaban algunas canciones que habían quedado fuera. "La gente nos preguntaba dónde estaban. Las grabamos en una portaestudio de cuatro canales, hicimos unos CD-R y las vendimos. Recién subí ese material a Spotify, y lleva por nombre Albina. Ahí están Qué soy yo, Todos quieren ser millonarios, que luego entró en el segundo disco, y está una versión de Bananas."
Ese disco suda tanta independencia que, aparte de costearlo de su bolsillo y de lanzarlo por su propia cuenta, el cantautor compró una Kangoo para trasladar los equipos a sus recitales. Incluso el concepto (completamente en blanco y negro) de arte es suyo. "Es la sensación de sentirse un outsider o de ir a contramano", describe. "Se me ocurrió que todos los autos estén parados frente al semáforo, a punto de arrancar, pero que otro esté como mirándolos. Y un segundo después pensás qué pasará, ¿chocan todos?"
Si bien la idea fue de Gori, la foto es de Gustavo Sancricca, ex Restos Fósiles y actual integrante de Las Fuerzas Subterráneas. "Una de las fotos la hicimos en Avenida del Libertador y la otra en Figueroa Alcorta. Ahí encontramos estacionado ese Chevy blanco de la tapa."
El anfitrión de la noche
Más allá de su insularidad, porque el grupo no se enmarcaba en ninguna escena específica, ese disco deslumbró a todo el que se topó con él o con su autor. "Se lo regalaba a mucha gente en la noche, porque siempre fui noctámbulo", evoca. "Había una especie de público indie, de Fun People y otro que no sé de dónde salió que nos seguía. Eso era lo mejor."
Musicalmente, este proyecto que también celebra dos décadas este año siguió probando otros matices en sus subsiguientes discos, siempre manteniendo una intención grupal. "Más que el líder, soy el anfitrión", sentencia. "Me gustan más las bandas que los solistas. En vez de ponerle Gori, jugué con las palabras y apareció Fantasmagoria. Me representaba por un montón de cosas: la psicodelia, los fantasmas, el disco de los Damned, y Alicia en el País de las Maravillas. Sabía que el grupo no se iba a separar nunca. Luego de haber estado en muchas bandas que se separaron, me iba a bancar todas las que llegan."
La única chance de una disolución es que a Gori se lo lleve por delante un tren, dice el frontman. "Está planteada como banda, y por ella pasaron un montón de músicos. Se hace todo en base a mis tiempos. Cuando toqué con Juanse, estuvo parada un año. Cuando estuvo Bombas de Amor, no le di bola. O directamente no tenía ganas de tocar o no tenía nada para decir. En esas intermitencias, algunos músicos se van. Y a veces vuelven."
Dos décadas más tarde, los temas del primer disco de Fantasmagoria siguen siendo una constante en sus recitales. "Toco las canciones del primer disco, pero las que me gustan a mí", puntualiza. "Ahora estamos tocando Gori llamando a Río, pero una versión más volada, más lenta, más hipnóticas, más flotadora. También hacemos Aterrizaron aterrorizados, que tiene cambios de clima y una letra más psicodélica. Me gustan, igual, todas las canciones del primer disco."
Por más que se encuentra entre lo que más le gusta de su discografía, junto con El mago Mandrax (2015), Gori no prepara nada alusivo a las dos décadas de ese cancionero. "No lo vamos a festejar. No soy muy nostálgico", se sincera. "Si era pop rock lo que hacíamos, ahora no le voy a poner clasificación. Me voy a abocar más al arte de hacer música que al de hacer guita. Estaré poco atento a la industria musical, y a lo que la gente quiere escuchar. Sé que cerrará puertas, pero nos vendrá a ver gente con un gusto más pretencioso."
Su último álbum, El río, data de 2018, y su más reciente single, 100000 veces, apareció en diciembre. Pero Gori atraviesa actualmente una etapa tan prolífica como la de los primeros días del grupo. "Ahora me pasaron varias cosas, entre las que destaco la cuarentena y la paternidad", intima. "Aproveché y escribí un montón. Y sigo estando en eso. Estoy en un momento muy inspirado, y que me gusta mucho."
* Fantasmagoria toca el jueves 1/4 en Lucille, Gorriti 5520. A las 23.