Desde París
La jaula del virus volvió a caer sobre la sociedad francesa. El pico más alto de la segunda ola fue sobrepasado por la tercera ola en los servicios de reanimación sin que el Ejecutivo haya tomado las medidas que la comunidad científica exige ni corregido, hasta ahora, la estrategia de no confinar al país defendida desde finales de enero. La pandemia está fuera de control en varias regiones, incluida la capital francesa y los suburbios, los hospitales están atorados, las escuelas cierran y el gobierno y la presidencia avanzan con una postura que una gran mayoría considera incomprensible.
El país se hace la misma pregunta que la primera plana del matutino Libération. Junto a una foto del presidente Emmanuel Macron sentado con los brazos cruzados, el diario escribe “¿Qué está esperando ?. El pasado 25 de marzo, en el curso de una conferencia de prensa, Macron dijo: ” tuvimos razón en no confinar a Francia a finales del mes de enero porque no se produjo la explosión que los modelos habían previsto. Por consiguiente, les puedo confirmar que no tengo que expresar ningún mea culpa, ni ningún remordimiento, ni aceptar ningún fracaso”. Los modelos, sin embargo, fallaron. En enero y en contra de lo que se esperaba, el jefe del Estado decidió no implementar un tercer confinamiento de Francia. Disponía de una modelización alentadora y optó por otras medidas como el toque de queda y confinamientos a escala regional. Todos los intentos por frenar la propagación de la epidemia fallaron.
Este martes 30 de marzo hay 5.000 pacientes “en cuidados críticos” en los hospitales, una cifra a la que se llega por primera vez desde abril de 2020. El lunes 29 de marzo se superó el techo de 4.900 registrados en noviembre de 2020. Aún se está lejos de los 7.000 pacientes en reanimación de abril de 2020, pero los hospitales ya se preparan para lo peor, tanto más cuanto que el ritmo de las hospitalizaciones en los servicios de reanimación es muy elevado con 569 pacientes en las últimas 24 horas, una cifra inédita desde hace un año. El total de personas internadas se eleva a 28.510.
Desde hace diez días se reforzaron las medidas, especialmente en la capital francesa y otros 18 departamentos. La pandemia puede con todo y es incluso persistente pese a la campaña de vacunación actualmente en curso. Para este miércoles 31 de marzo se esperan nuevas decisiones al cabo del consejo de defensa que se celebra cada semana y que sirve como plataforma para implementar restricciones suplementarias. Todas las opciones están sobre la mesa, incluida la de un nuevo confinamiento nacional como el de marzo del año pasado hasta el cierre de las escuelas, en donde han explotado focos inesperados de contaminación. El verano se aproxima y la posibilidad de que sea un verano a puertas cerradas, sin posibilidad de desplazarse entre las regiones, se hace cada vez más presente. El comité científico que asesora a la presidencia, partidario desde hace meses de un confinamiento estricto, alega que “la intensidad y la naturaleza de las medidas de control en curso durante los próximos dos meses (abril y mayo) serán un elemento clave para anticipar el estado de la pandemia en junio de 2021. El 20 de marzo se reforzó el toque de queda con medidas de freno de un tipo nuevo, pero su efecto sigue siendo incierto”.
Francia se prepara en los próximos días a un posible tercer confinamiento como una suerte de pasaporte hacia la libertad durante junio, julio y agosto. Sin embargo, como lo dijo hace dos semanas Macron, ”el virus es el amo del tiempo”. La comunidad médica y científica no entiende la estrategia del gobierno. En una carta dirigida al mandatario francés y firmada por el presiente del Consejo Nacional de la Orden de Médicos de Francia, Patrick Bouet, el responsable escribe “frente a una situación terriblemente grave se impone a nosotros la necesidad de medidas más estrictas (…) Señor Presidente, a la espera de que todos seamos masivamente vacunados, allí donde la situación es grave, es preciso confinarnos”.
Al mandatario y al primer ministro, Jean Castex, les llueven las críticas, las acusaciones de inmovilismo y de haber gestionado la crisis con la lupa política y no sanitaria y no haber tenido la valentía de reconfinar al país para evitar lo que está pasando. La fatiga moral y anímica que azota a la sociedad se percibe en cada rostro de la capital francesa. Cambios de horarios, toques de queda, restricciones en los desplazamientos, teletrabajo, comercios cerrados, noches vacías y una campaña de vacunación muy lenta no esbozan un horizonte vivo. Todo resulta pesado, angustioso, improbable e infinito. Macron continúa firme en su política consistente en vacunar “mañana, tarde y noche”. No obstante, los hospitales están sobrecargados y la gente sigue muriendo por el mismo virus que irrumpió hace un año (más de 80.000 muertos hasta ahora).
Macron atraviesa un momento crítico. Su mayoría en la Asamblea Nacional es una bolsa de gatos enojados y los dos perfiles que adoptó en 2021 ante la pandemia suscitan interrogantes y ataques feroces: en enero de este año apostó por no reconfinar a toda Francia y luego diseño lo que se llamó “la tercera vía”, es decir, un verdadero-falso confinamiento que osciló entre un toque de queda hasta un confinamiento reforzado pero limitado a las regiones más afectadas. ( se decidió el pasado 20 de marzo). Al cabo del consejo de defensa de este miércoles, la hora de las grandes decisiones parece haber llegado para un presidente que, hasta hoy, se ocupó de promocionar y dar esperanzas con la vacuna y dejó a su primer ministro a cargo de anunciar las malas noticias. Escuelas cerradas y pagar el tributo de la libertad del verano en los próximos dos meses figuran en el catalogo que Macron podría revelar en los próximos días.