En 1991, cuando Página/12 recién cumplía 4 años, la sección Espectáculos ya contaba con la firma de Hilda Cabrera. Ella solía relatar que al poco tiempo de iniciarse como redactora en el diario le habían ofrecido dedicarse a la crítica de teatro luego de haber escrito un breve comentario sobre una presentación de Caviar. Es que en uno de sus glamorosos shows, aquel grupo emblemático de fines de los 80 había deslizado un comentario de actualidad que la perspicaz cronista supo detectar y poner de relieve en su nota. Compañera solidaria y amistosa, Hilda Cabrera había estudiado Sociología, había trabajado en Noticias Argentinas y llegaba a este diario con experiencia en la práctica radial y el periodismo cultural.
Hilda había nacido en Buenos Aires, el 20 de agosto de 1941, en el seno de una familia de pocos recursos económicos, lo cual le complicaba la lectura nocturna, según ella refería sonriente, dado que en la casa había que restringir el consumo de energía. Interesada en temas literarios, históricos y artísticos, luego de casarse en 1966 con el economista Julio Nudler -también periodista de este diario, fallecido en 2005-, Hilda viajó con él a Alemania a raíz de una beca de estudios, lo cual les permitió conocer París e incluso experimentar la vida en un kibutz, en Israel. A su vuelta a Buenos Aires, la pareja se instaló en Beccar donde vivió hasta 1977, cuando ambos debieron exiliarse en España, dado que Nudler cuestionaba desde Clarín la política económica de Martínez de Hoz y sabía que sus vidas estaban en riesgo. Durante el tiempo que estuvieron ausentes, Hilda publicó dos libros, uno sobre la historia y la riqueza cultural de un pequeño pueblo español, el otro un singular compendio de usos y costumbres ibéricos de otros tiempos.
Por las características de su formación, Hilda no acostumbraba abordar sus críticas teatrales desde la evaluación de técnicas actorales o estéticas de dirección sino a partir del análisis del juego que ella percibía que establecían los contenidos de las obras con su contexto ficcional y, especialmente, tomando en cuenta el rebote que producía el conjunto artístico sobre la realidad, sobre el tiempo del espectador. Creativa y rigurosa, Hilda Cabrera elegía escribir sobre las derivaciones de las tramas, sobre los personajes, sus conductas y ambivalencias.
En todos los años que trabajó en este diario, además de entrevistar a destacadas figuras internacionales de paso por Buenos Aires, no hubo directores, dramaturgos ni actores consagrados –muchos de los cuales ya no están- que no hayan sido entrevistados por esta periodista inteligente y sensible, de fina escritura. Alfredo Alcón, Alejandra Boero, Inda Ledesma, Carlos Gorostiza, Osvaldo Dragún y Eduardo Pavlovsky fueron algunas de las personalidades que analizaron su labor artística respondiendo a sus preguntas. Pero con igual compromiso y dedicación supo ocuparse de los nuevos, de aquellos que comenzaban a hacerse un lugar en el siempre abigarrado panorama del teatro local. Desde hace unos pocos años, ya alejada de Página/12, continuó escribiendo sobre estrenos y ediciones teatrales en su blog Tablas y Palabras y también siguió colaborando para Letras del Uruguay, ya que a pedido de actores y directores siguió asistiendo a sus estrenos hasta iniciada la pandemia.
Hace pocos días, el dramaturgo Héctor Levy-Daniel, sin conocer su estado de salud (en febrero, a causa de un tumor debió operarse de urgencia y hasta ayer continuaba internada) escribió en su Facebook: “Acabo de encontrar esta nota en Página/12 que me hizo Hilda Cabrera, el 10 de octubre de 2005. Éramos tan jóvenes”. Uno de sus seguidores posteó: “¡Hilda Cabrera! Tan transparente…”.
En 2009 recibió la distinción Al maestro con cariño, otorgada por las escuelas TEA y Deportea, la misma que había obtenido años atrás su esposo. Durante la entrega se escucharon los elogios del mismo Pavlovsky: “Hilda es de las que saben, no de las que aparentan que saben. Escribe con solvencia, sencillez y síntesis admirables. No todos los críticos argentinos tienen esa cultura”, sostuvo. Por su parte, la dramaturga Griselda Gambaro expresó en esa oportunidad: “En su trabajo, cada nota ha sido escrita con lúcido criterio, con inteligencia y bondad. Digo bondad porque esa virtud le ha permitido a Hilda Cabrera señalar errores sin agredir, comentar espectáculos sin ponerse en el pedestal de ‘quien todo lo sabe’, realizar entrevistas donde nunca hay sombra de un lucimiento personal. En estos tiempos en que los medios muchas veces especulan con la verdad, deseo la confianza de la verdad que me transmiten sus notas, deseo muchos periodistas como ella y a ella con muchos premios, merecidos como éste.” Su hijo, Darío Nudler, periodista y narrador, padre de Sofía y de Sebastián, continúa con la tradición periodística familiar, signada por el compromiso y la creatividad.