El libro Malleus Maleficarum (Martillo de las brujas), escrito en 1484 por los monjes Heinrich Krämer y Jakob Sprenger, es considerado el primer tratado que sirvió para la demonización de las mujeres y su persecución, cuya estructura punitivista se mantuvo durante seis siglos.

La obra medieval, símbolo de la Inquisición para la “caza de brujas”, acaba de ser republicada por Remanso Editor, en base a la labor académica desplegada en la Universidad Nacional de Rosario (UNR).

El estudio preliminar pertenece al exministro de la Corte Suprema de Justicia Raúl Eugenio Zaffaroni y el prólogo a la doctora en Derecho Marisa Herrera, que integró el consejo asesor para la reforma del Poder Judicial y el Ministerio Público, convocado por el presidente Alberto Fernández, y estuvo entre los posibles reemplazantes de Marcela Losardo en la cartera de Justicia.

“Feminista popular no punitivista”, docente en la UBA y en la Universidad Nacional de Avellaneda (UNDAV), Herrera analiza en esta entrevista con el Suplemento Universidad la vigencia de ese tratado inquisitorial. Critica “dichos y actitudes” de la exministra macrista Patricia Bullrich y de los titulares de Seguridad bonaerense, Sergio Berni; y de Santa Fe, Marcelo Saín, por entender que la filosofía de sus políticas tienen lazos estrechos con aquel libro del siglo XV.

Herrera y Zaffaroni presentarán el libro el 6 de abril en un encuentro organizado por La Cámpora de la Facultad de Derecho de la UBA, vía YouTube e Instagram. Dos días después, en el mismo horario, habrá otra actividad, vía Zoom, en la Universidad Nacional de La Plata.

–¿El Malleus Maleficarum es la base del poder punitivo del siglo XXI?

–Es un texto clásico para comprender y profundizar sobre el estudio de la criminología, en especial el poder punitivo de siempre hasta nuestros días que no observaría en su estructura diferencias sustanciales con lo acontecido en la transición entre la Edad Media y la Moderna; signado por la persecución, el miedo, la amenaza y la desaparición. Todos estos términos tienen absoluta vigencia. ¿Casualidad o causalidad que esa caza acontecida en el siglo XV haya involucrado a las “brujas”? Las débiles, las incapaces, las impuras, las locas y pueden seguir los calificativos peyorativos sobre los cuales la cultura –la historia, según cuenta el Malleus– ha asignado a las mujeres y que se podría extender a toda persona cuya identidad no se identifique con la de varón, blanco, propietario y católico. Como bien señala Zaffaroni en la nueva obra “parida” (¿acaso, los hombres no pueden también parir?, sólo veamos una de las grandes leyes sancionadas en la Argentina como es la de Identidad de Género y sabremos que el adagio madre estaría en crisis): “La fuerza de la bruja nace y se alimenta de la debilidad de la mujer, sobre todo de la perteneciente a un estrato social humilde y, por lo tanto, rebajada por partida doble en una sociedad androcéntrica y rígidamente jerarquizada como la medieval”.

–Zaffaroni dice en su libro La cuestión criminal que la estructura del Malleus se mantiene actual. ¿Por qué?

–En el mismo estudio del Malleus Zaffaroni afirma de manera precisa y elocuente que la lógica inquisitorial sigue presente: “Las estructuras básicas de las ideas expansivas del poder punitivo no han variado a través de los siglos, son siempre las mismas, algo así como troncos de árboles, pero quizá de árboles de Navidad, a los que cada año cubrimos con nuevos follajes de guirnaldas y luces diferentes que, al ocultar sus troncos, nos hacen creer que se trata de árboles nuevos (porque) todo lo que impresiona falsamente como moderno o posmoderno, tiene venerable antigüedad”.

–¿Qué varió a través de los siglos?

–Los métodos, los procesos, las formas de persecución, la manera en el que se construyen los roles de víctimas y victimarios; incluidos y excluidos; brujas o demonios y personas “de bien”. Modalidades muchísimo más silenciosas, complejas y delicadas, pero igual de perversas provenientes de los diferentes poderes estatales, pero también de los conocidos poderes fácticos: el poder económico y el denominado “cuarto poder”, el de los medios de comunicación incluidas las redes sociales. Si bien la caza de brujas sigue presente, choca contra un movimiento feminista cada vez más sólido y fortalecido que no se deja perseguir sin costo alguno. Sale a la calle, se visibiliza, se hace escuchar, arranca y no mendiga derechos y hace sentir sus hartazgos, en sociedades aun absolutamente opresoras, elitistas, verticalistas, en las que la desigualdad de género constituye una de las grandes –y cada vez más insoportable– deuda pendiente en democracias débiles.

Incrementar penas, prisiones preventivas o proponer medidas como la castración química ante hechos de violencia insoportables de representar, como lo es la violencia sexual, constituye una mirada banal para el abordaje e intervención de una cuestión harto compleja como profunda.

–¿Los discursos actuales sobre inseguridad están relacionados con aquella obra del siglo XV?

–Sin lugar a duda, solo basta con pasar revista a dichos y actitudes seguidas por varias de las cabezas que han encabezado o titularizan carteras de Seguridad, desde Bullrich con la “doctrina Chocobar”, Berni y su obsesión por la baja de la edad de punibilidad penal, hasta Saín con los “negros pueblerinos”. Lean el Malleus, el estudio que lleva adelante Zaffaroni y será muy sencillo identificar lazos, conexiones o “relaciones carnales” con estas ideas. Como bien se afirma en la obra en análisis, aún nos atraviesa un cielo lleno de nubarrones inquisitoriales.

–¿Qué ideas alternativas se deberían realizar para enfrentar el discurso punitivo?

–Algunas pistas se esgrimen en el prólogo del libro, donde escribo que es sabido que incrementar penas, prisiones preventivas o proponer medidas como la castración química ante hechos de violencia insoportables de representar, como lo es la violencia sexual, constituye una mirada banal para el abordaje e intervención de una cuestión harto compleja como profunda. ¿No será que gran parte de las respuestas plausibles deben animarse a hurgar por un sendero un tanto alejado u opuesto al campo penal como lo es aquel que prioriza la noción de prevención en sus tres dimensiones primaria, secundaria y terciaria? ¿Es posible encontrar respuestas dentro del propio derecho penal que es, de por sí, eminentemente inquisitivo, machista y selectivo?

–¿Qué significa para vos haber sido convocada para escribir el prólogo?

–Que una civilista feminista prologue una obra clásica de la criminología también es otra clara muestra o señal de que algo ha variado, más allá de la matriz común que se destaca en esta nueva reedición del Malleus. ¿Será que, por fin, el feminismo –al menos algunas vertientes de este movimiento tan amplio, plural y diverso– ha pagado con el cuerpo –al igual que la caza de brujas– el costo de poner en crisis el derecho penal para resolver conflictos sociales signados por la desigualdad, el patriarcado y la exclusión? ¿Podrá el feminismo popular no punitivista –en el que me enrolo– diseñar y activar intervenciones socio jurídicas alejadas de la noción de persecución y focalizadas en las ideas de autonomía, libertad y empoderamiento?