En menos de media hora van a nombrarlo Ciudadano Ilustre de la Ciudad de Buenos Aires. Ahora, mientras espera afuera del Salón Dorado de la Legislatura porteña, Horacio González parece un invitado más de un festejo que no le es propio. Se abraza con algunos de sus compañeros de Carta Abierta –del que es una pieza fundamental desde su formación en 2008– y se inmiscuye en algún nuevo debate. El fastuoso escenario de escaleras de mármol y bustos de bronce que lo rodea se vuelve un pasillo de facultad, apenas un decorado elegante para seguir reflexionando sobre el peronismo, esa obsesión que atravesó todo su recorrido como sociólogo, docente e intelectual argentino.
Apenas un rato antes del nombramiento, González –Doctor en Ciencias Sociales Ciencias Sociales en la Universidad de São Paulo y Doctor Honoris Causa por la Universidad Nacional de La Plata y por la Universidad Autónoma de Entre Ríos– se retira a una habitación alejada del recinto. Detrás de él, una pareja disímil lo observa caminar. No se conocen, pero el contacto visual habilita la charla. Una señora mayor, de aspecto elegante y acento español, se sincera frente a un joven de pelo ralo y camisa algo desilachada, que se presenta como estudiante de filosofía. La mujer dice que no sabe quién es ese hombre, pero que le interesó el evento porque estaba relacionado a la cultura. El joven trata de explicarle: “Es un erudito. Tiene una retórica y una mente envidiable. Fue director de la Biblioteca Nacional por diez años. Por fuera de las posturas ideológicas, es impactante escucharlo hablar y leer lo que escribe”. La señora, que parece asombrada, camina junto a su nuevo compañero dentro del Salón Dorado.
En el interior, las más de 300 sillas están ocupadas y varias hileras de personas se mantienen paradas a los costados. De frente, una mesa espera por los oradores: el legislador Carlos Tomada, impulsor del nombramiento, el psicoanalista Jorge Alemán y la socióloga y ensayista María Pía López. El presentador anuncia a los gritos que está a punto de hacerse cumplir la ley 5746, que nombrará Ciudadano Ilustre a González, y agradece la presencia de políticos, intelectuales y artistas como Eduardo Jozami, Teresa Parodi, Gabriela Cerruti, Ricardo Forster, Jorge Taiana y Liliana Herrero, la esposa de González, que entra junto a él en medio de una ovación de pie que se extiende varios minutos bajo el cántico de “Vamos a volver”.
La mujer le pregunta azorada a su joven compañero qué significa esa canción, y no puede ocultar su molestia cuando se entera que se refiere al retorno del kirchnerismo al poder. “Pensé que iba a hablar un escritor”, dice ofuscada. El primero en tomar la palabra es Tomada, que asegura que dentro del bloque del Frente para la Victoria tardaron “menos de cinco minutos para definir a quién propondrían para el nombramiento”. El discurso es interrumpido por los aplausos que reciben a Taty Almeida y Nora Cortiñas, referentes de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora. Luego continúa Tomada: “Estamos enfrentando a un gobierno que pretende crear una opción falsa entre populismo y república, cuando en realidad se trata de enfrentar la democracia a las corporaciones, la patria a la colonia. Y las palabras de Horacio se vuelven imprescindibles en este momento.”
Los discursos de Alemán y López terminan por separar a la reciente pareja de compañeros. Mientras el psicoanalista hace referencia a González como un hombre que “acepta todas las encrucijadas, cuyas palabras en el ámbito privado y en el público no se diferencian” y que “se mueve entre el anarquismo existencial, el peronismo y el marxismo sin dejar de interpelar nunca al inconsciente colectivo argentino”, Peña asegura que “Horacio es plebeyo y no elitista. No pacta, hace de su escritura un arma de combate. Y este nombramiento no deja de ser una ironía, ya que esta ciudad lo tiene aunque no lo merezca”. Ahora la mujer mayor se levanta para irse y le espeta a su ex compañero: “En vez de ser un acto cultural es un acto político, y yo venía a escuchar a un escritor.”
El cierre del nombramiento será con la palabra de Horacio González. Su recorrido irá desde sus encuentros con Rodolfo Walsh poco tiempo después de la salida de Operación Masacre hasta la necesidad de las marchas en la ciudad hoy en día, “que aparecen para evitar una circulación mecánica basada en la explotación económica”. Luego de fogonear con elegancia a la candidatura de Cristina Kirchner en las próximas elecciones y de dar un marcado apoyo al chavismo, González se detiene a analizar ese cántico que se escuchó en el recinto durante su nombramiento. “Es fundamental ese ‘vamos a volver’, un punto a veces invisible pero colectivo. Y las grandes sociedades han sido fundadas y necesitan siempre de ese misterioso acto colectivo”.