El 2 de abril es el día en que los/las argentinos/as rendimos homenaje a los compatriotas que combatieron valerosamente por la recuperación del ejercicio de nuestra soberanía en las Islas Malvinas y demás islas del Atlántico Sur. Recordamos a quienes cayeron en combate, pero también a quienes retornaron al continente y llevan en sus cuerpos y sus mentes el orgullo y las huellas de haber participado en la gesta. También reconocemos y acompañamos especialmente en este día a los familiares de los combatientes.
Si repasamos la historia argentina posterior al conflicto bélico podemos afirmar que este homenaje y reconocimiento no fue un ejercicio rutinario al que todos los gobiernos le dieron similar trascendencia. Es una decisión política que estuvo íntimamente relacionada a la prioridad que se le dio a la Causa Malvinas en cada uno de los períodos. El objetivo de “desmalvinizar” y olvidar el heroico papel que desempeñaron nuestros jóvenes comenzó apenas finalizó la guerra. Antes de volver a sus casas, la dictadura los obligó a firmar un documento en donde se comprometían a no contar lo que había ocurrido en las Islas. Pero también a partir de la recuperación de la democracia hubo largos momentos donde los gobiernos prefirieron olvidar y no brindar el merecido reconocimiento popular a los combatientes. Como señaló Néstor Kirchner en el año 2004: “… hay que terminar con el olvido permanente al que fueron sometidos y al que fue sometida la causa Malvinas con aquella famosa teoría que decía que había que desmalvinizar el corazón de la patria…quienes fueron allí a luchar no fueron a una guerra por una guerra, no fueron a servir a un gobierno nacional determinado, sino que fueron a servir a esa causa tan noble que es la causa de la soberanía nacional de la patria…”. Uno de los últimos intentos de desvalorizar el homenaje a los veteranos fue la decisión de Mauricio Macri de resolver a través del decreto 42/37 que el feriado del 2 de abril (también el del 24 de marzo) pueda ser “trasladado” a otra fecha con fines turísticos. La enorme resistencia de la sociedad a esta medida obligó a que el gobierno tuviera que dar marcha atrás con esta medida.
Pero el mejor homenaje que se les puede brindar a los que combatieron por la recuperación del ejercicio efectivo de la soberanía en las Islas es comprometernos a continuar trabajando permanentemente y en forma pacífica y con las herramientas que nos brinda el derecho y la diplomacia internacional por los ideales por los cuales muchos de ellos ofrendaron sus vidas y por la solución, de una vez y para siempre, de la disputa de soberanía. En esta dirección creemos que es necesario avanzar hacia la construcción de consensos nacionales que permitan llevar adelante políticas de Estado que se conviertan en estrategias que trasciendan los períodos electorales. Sabemos que no es fácil, pero es imprescindible si queremos tener éxito. Es verdad que desde el mismo momento de la usurpación, en enero de 1833, Argentina ha sostenido su reclamo hacia el Reino Unido en forma permanente. A los pocos meses de ocurrido el hecho, nuestro embajador en Londres, Manuel Moreno, hermano de Mariano, inició las protestas que se continuaron ininterrumpidamente hasta hoy. Pero las estrategias utilizadas no siempre tuvieron continuidad. Por ejemplo, si analizamos las políticas implementadas a partir de 1983, podemos observar que si bien hubo continuidad en el reclamo, poco tuvieron que ver entre sí los caminos escogidos por los distintos gobiernos democráticos. Mientras que en algunos períodos la causa Malvinas se constituyó en un eje central de la política exterior argentina, en otros se privilegió la conveniencia de dar prioridad a las cuestiones económicas en detrimento de la solución de la cuestión de fondo, es decir, la disputa de soberanía.
Un ejemplo de esta última perspectiva ha sido el “comunicado conjunto” conocido con el nombre de Foradori-Duncan. En este “comunicado” se planteaba la necesidad de “tomar las medidas apropiadas para remover todos los obstáculos que limitan el crecimiento económico y el desarrollo sustentable de las Islas Malvinas”. Desde nuestra perspectiva, el principal obstáculo que limita el desarrollo de las Islas es la presencia del colonialismo británico. Ese es el factor que hay que remover.
Existen profundas raíces que permiten sentar las bases para la construcción de políticas de Estado. La más importante es el convencimiento y el sentimiento unánime de nuestro pueblo, más allá de las diferencias sociales, regionales o partidarias, respecto de la justicia de nuestra posición. Desde distintas vertientes, muchos de los principales líderes políticos de nuestra historia, como Roca, Yrigoyen, Palacios, Perón, Illia y Kirchner, colocaron la Causa Malvinas como una reivindicación permanente y actuaron en consecuencia. El consenso en torno a la Resolución 2065(XX) de la ONU en 1965, la inclusión del objetivo irrenunciable de recuperar el ejercicio efectivo de la soberanía sobre Malvinas como Disposición Transitoria Primera de nuestra Constitución Nacional en 1994, la votación por unanimidad en ambas Cámaras del Congreso de la Nación de la Declaración de Ushuaia en el 2012 y la reciente aprobación, también por unanimidad, de la Ley 27558 que crea en forma plural y multidisciplinaria el Consejo Nacional Asesor Presidencial sobre Malvinas y de la Ley 27557 que demarca el límite exterior de la Plataforma Continental Argentina, son algunos de los ejemplos de la capacidad que tenemos los argentinos de alcanzar miradas comunes frente a objetivos que tienen carácter nacional. Hoy es necesario que los acuerdos también se extiendan hacia concertar los mecanismos que permitan defender nuestros recursos renovables y no renovables en el Atlántico Sur, los cuales son sistemáticamente objeto de las medidas unilaterales -contrarias a las resoluciones de la Asamblea General- llevadas a cabo por el Reino Unido. De igual modo, es fundamental continuar con la denuncia de la enorme y desproporcionada presencia militar británica que, atentando contra el carácter pacífico y de cooperación del Atlántico Sur, continúa amenazando a la Región desde su ilegal posición en las Islas Malvinas.
El creciente consenso alcanzado en los distintos organismos multilaterales acerca de la necesidad de cumplir con la establecido por la Resolución 2065 de la ONU, la conformación de un escenario en donde se consolida la mirada multipolar, las consecuencias del Brexit y la permanente solidaridad de los países de la región y de las 133 naciones en vías de desarrollo que conforman el G77 más China, son algunas de las situaciones que generan condiciones propicias para avanzar en la solución de la disputa de soberanía.
Como todo ejercicio de concertación, alcanzar acuerdos sobre estrategias comunes a las grandes mayorías nacionales exige esfuerzo, amplitud de miradas y humildad. Estamos seguros que la justicia de nuestros derechos, la profundidad del sentimiento que anida en el corazón de nuestro pueblo y el firme compromiso de honrar la memoria de quienes combatieron por nuestra soberanía, permitirá avanzar en implementar políticas de Estado que hagan realidad que nuestra bandera vuelva a flamear en las Islas Malvinas, Georgias del Sur, Sándwich del Sur y en los espacios marítimos e insulares correspondientes.
*Secretario de Malvinas, Antártida y Atlántico Sur