Uno de los lugares más singulares de la zona andina argentina es la Reserva de Biosfera Laguna Blanca, en la puna catamarqueña. Constituida desde 1979 a partir del programa el Hombre y la Biosfera, de la UNESCO, forma parte de la red de 15 reservas que existen en el país. Su ecosistema constituye una de las riquezas ambientales y arqueológicas de la región.

La Reserva ocupa una superficie de 973.270 hectáreas, y se encuentra entre los 3.200 y 5.500 metros sobre el nivel del mar, integrando así un ambiente de Puna y Altos Andes.

Ubicada entre los departamentos de Belén y Antofagasta de la Sierra, el viaje desde San Fernando del Valle de Catamarca dura entre 6 o 7 horas y transita parte de la mítica ruta 40, para luego desviarse por la ruta 43 hasta alcanzar Villa Vil, a 65 kilómetros de Laguna Blanca, centro de la Reserva de Biosfera.

Entre las localidades de la zona, se encuentran Aguas Calientes y Corral Blanco. La población local se estima en 600 personas que, en su mayoría, poseen títulos antiguos de propiedad de la tierra, según un informe de Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación.

Laguna Blanca. (F. Carolina Cabrera).

Las actividades principales son el pastoreo de llamas y ovejas, la fabricación de hilados y tejidos, así como la agricultura de autoconsumo.

Fauna

La Reserva cuenta con una gran variedad de fauna, como quirquinchos, suris, puma andino, vizcacha, chinchillas y zorro colorado. El propósito principal de su creación fue proteger las poblaciones de vicuña que se encontraban en riesgo de desaparición. Hoy se calculan que hay unas 70.000 cabezas de ese camélido que tiene una importancia estratégica para la economía de la región por lo preciado de su lana.

Durante primavera y verano en los humedales se puede avistar una gran variedad de aves, como el pato crestón, la gaviota andina, y flamencos.

Precisamente, durante febrero y marzo se llevó a cabo un conteo de flamencos de la temporada estival que registró unas 20 mil de estas aves, entre las conocidas como parina chica o el flamenco de James, la parina grande y el flamenco austral.

Durante la época estival se concentra el 18% de la especies conocida como parina chica. Sólo en Laguna Grande, en El Peñón, se contaron 15.888 individuos de esta especie, lo que regala un espectáculo multicolor.

El conteo se llevó a cabo por técnicos de la Secretaría de Medio Ambiente de la provincia en 20 humedales de las ecorregiones Altoandina y Puna. El censo se realiza desde hace 12 años y tiene como referencia el trabajo que se hizo con las vicuñas.

El flamenco austral se distribuye desde Tierra del Fuego en Argentina hasta el sur de Brasil, gran parte de Paraguay, Chile, sudoeste de Bolivia y oeste de Perú.

Las especies conocidas como parina presentan distribuciones más restringidas; en verano utilizan lagos y salares altoandinos de Argentina, Bolivia, Chile y Perú para hacer sus nidos y alimentarse durante el invierno, cuando estos lagos se congelan.

Los humedales altoandinos y puneños presentan una elevada vulnerabilidad debido a los ciclos interanuales secos-húmedos, donde el clima seco y las altas condiciones de evaporación contribuyen a grandes variaciones espaciales y temporales que los convierten en lagunas o salares indistintamente.

Museo y sitios arqueológicos

La zona forma parte del extenso territorio donde los Incas trazaron su intrincada red vial llamada Qhapaq Ñan. Se han hallado ocupaciones correspondientes al Precerámico, hasta los Períodos Incaico y del Contacto Hispano-Indígena, pasando por todas las etapas del Período Agroalfarero (Temprano, Medio y Tardío),

El Museo Integral de Laguna Blanca se extiende dentro de los límites de la Reserva de Biosfera. Desde el museo destacan que las instalaciones poseen una superficie de 455.400 hectáreas. De este modo integra varias aldeas y hábitats a lo largo de los territorios de las 5 comunidades indígenas locales, sumando aproximadamente 900 pobladores.

Además de las salas de exposición de su Centro de Recepción e Interpretación, propone "el descubrimiento del territorio a partir de distintos ejes de puesta en valor que permiten compartir la vida de sus pobladores, sus historias, sus memorias, sus costumbres, viviendas, comidas y coplas. La fauna, la flora, los yuyos, así como las evidencias arqueológicas, consideradas como sitios de memorias", detallan los investigadores de la UNCa, que llevan adelante el proyecto. Actualmente el museo cuenta con patrimonio de 40.000 fragmentos de materiales colectados en terreno o resultado de donaciones.

En el territorio se conocen unos treinta sitios con pinturas y grabados rupestres. “Son los mensajeros de una historia milenaria”, se afirma en la información del Museo. El visitante puede conocer los sitios panorámicos de interpretación, el parque botánico andino, entre otros proyectos.