El Banco Central compró en marzo cerca de 1500 millones de dólares en el mercado de cambios, el doble que en febrero y diez veces más que en el mismo mes de 2020, cuando había adquirido apenas 135 millones. Las mayores compras son consecuencia de la moderación de las presiones cambiarias durante los últimos meses. De hecho, la brecha cerró debajo del 60 por ciento cuando había superado el 130 por ciento en octubre del año pasado

Desde diciembre del año pasado que la autoridad monetaria acumula compras netas de dólares en el mercado de cambios por cerca de 2.900 millones de dólares: en diciembre 608 millones, en enero 157 millones, en febrero 633 millones y ahora en marzo cerca de 1.500 millones de dólares. El dato de marzo es el más alto desde noviembre de 2019, cuando se habían sumado por esta misma vía 2.202 millones de dólares. Aun así las reservas internacionales, que cerraron el mes en 39.597 millones de dólares, sólo se incrementaron en 945 millones en el mismo período, según los últimos datos ​del Banco Central.

Esto se debe a distintas cuestiones: desde noviembre de 2020 se cursaron pagos por 777 millones de dólares a organismos internacionales; el oro y el yuan, dos de los activos que posee el Banco Central, sufrieron fluctuaciones; y también hubo intervenciones en el mercado bursátil para estabilizar la brecha entre la cotización del dólar mayorista y los paralelos (MEP y CCL).

En los últimos meses la intervención del Banco Central y de otros organismos oficiales en el mercado de bonos logró que la brecha entre ambas cotizaciones se mantuviera por debajo del 60 por ciento, menos de la mitad del récord que alcanzó en octubre último, cuando había superado el 130 por ciento.

Para lograr este objetivo el Banco Central usó parte de los dólares provenientes del superávit comercial para comprar bonos nominados en dólares -el más usado es el AL30- para luego venderlos contra su par en pesos y, así, desinflar la cotización bursátil.

Qué pasa con los bonos

En contraste con la estabilidad cambiaria, el mes pasado se observó un aumento en la volatilidad de los bonos soberanos en moneda extranjera. Las cotizaciones de algunos títulos llegaron a perder cerca del 8 por ciento a lo largo del mes y el riesgo país terminó en torno de 1590 puntos (es decir, un aumento del 5 por ciento en el acumulado del mes).

En el mercado se difundieron distintas interpretaciones para explicar la baja en los títulos públicos, que operan cerca del 33 por ciento de paridad y un retorno del 19 por ciento.

La agencia de inversiones Portfolio Personal dijo en uno de sus últimos informes que "habrá que seguir de cerca la coyuntura local, que es lo que realmente incide en el precio de los bonos que hoy rinden en promedio un 19 por ciento anual". Agregó que "las negociaciones con el FMI siguen siendo un factor clave en este sentido, donde además de actuar como un ancla de expectativas con el ingreso de nuevos dólares, las condiciones que impongan al gobierno podrían ordenar los desequilibrios macroeconómicos". "Mantenemos nuestra visión de que un acuerdo con el Fondo es una condición necesaria pero no suficiente para pensar en una recuperación sostenida", se apuntó.

La lectura de que el acuerdo con el Fondo Monetario será un elemento clave para recuperar el precio de los bonos soberanos tiene mucha difusión en el mercado. Esa interpretación no viene aislada sino que se acompañó, según distintos economistas no conservadores, con una ola de ventas de títulos públicos para presionar al Gobierno a cerrar la negociación con el FMI lo más pronto posible.

En el equipo económico sin embargo se encargaron de aclarar a lo largo de marzo que no cederán a las presión y el acuerdo con el Fondo se hará bajo condiciones que garanticen no solo el equilibrio de la economía sino de la sociedad. La prioridad del ejecutivo es contar con los recursos suficientes para enfrentar la pandemia y garantizar la continuidad de la recuperación de la actividad del mercado interno.

La argumento del Ejecutivo no esconde misterios. El Fondo Monetario ofreció a la Argentina un préstamo extraordinario y por lógica debe poder aceptar que la renegociación de esa deuda también se haga en forma extraordinaria. Eso implica estirar los plazos y reducir las tasas de interés más de lo que el FMI suele aceptar.