La formación de los jóvenes es un aspecto elemental y que nos define como sociedad. Un equipo del Centro de Investigación y Desarrollo Social de la Secretaría General de la Universidad Nacional de Rosario se encuentra indagando sobre la situación de adolescentes y jóvenes de barrios periféricos de la ciudad, con un análisis sobre aspectos sociales, laborales y culturales que inciden en sus vidas. El equipo de investigación está formado por docentes que buscan llevar adelante una tarea de extensión desde la UNR. “Desde hace años trabajamos la problemática de los adolescentes y jóvenes de distintos barrios de nuestra ciudad, teniendo en cuenta la familia y los convivientes de estos para entender el contexto particular de cada uno. En este sentido, hemos creado diversos dispositivos socio comunitarios que están destinados específicamente a los procesos sociales que vamos estudiando”, explicó Patricia Real, coordinadora del equipo.

Dentro del proyecto, se formulan sugerencias para políticas públicas relacionadas con la superación de estos aspectos sociales, educativos y de la salud así como la generación de experimentaciones en terreno que produzcan otro modo de concebir esta problemática. Para este cometido, la metodología que se implementa es de índole cualitativa, produciendo estrategias para que los jóvenes que participan de estos procesos se apropien de los conocimientos que se van construyendo.

La investigadora detalló que cuando se habla de procesos sociales, no sólo se tienen en cuenta relaciones o vinculaciones, sino también se identifican distintos subgrupos poblacionales. “Uno de los trabajos en terreno se ubica en el barrio La Tablada y en Villa Manuelita. Allí junto a la ONG El Progreso y la Vecinal 22 de julio realizamos formaciones ocupacionales para jóvenes en el sector gastronómico y especialmente en el servicio de mozo y camarera”.

Las función de los profesionales es la de colaborar y transferir instrumentos, buscando una modalidad que ayude a los jóvenes y adolescentes que no han podido vincularse con el mundo de la formación y trabajo. “Tenemos convenios con empresas y llevamos adelante una formación que consta de varios encuentros. Desde el año 2008 que estamos realizando este trayecto ininterrumpidamente, con grupos de treinta participantes en promedio. Tuvimos tanta adhesión que hubo años que llegamos a hacer dos grupos a la vez”.

Real aclaró que la idea de este proyecto de extensión universitaria no es la de reemplazar las funciones de una ONG ni las tareas que deben realizar los gobiernos encargados de llevar adelante dispositivos de capacitación sociolaborales, sino la de mostrar las potencialidades de preparar planificaciones y diseños de capacitación no simulados para integrar a personas al mundo del trabajo.

En este sentido, se trabaja a partir de módulos, lo que permite salirse de lo que sería una línea progresiva de aprendizaje tradicional y que el o la joven pueda acceder a los contenidos según su tiempo personal. “Lamentablemente el año pasado, a causa de la pandemia, debimos suspender el desarrollo de este dispositivo a la espera que se puedan garantizar las condiciones de presencialidad. Es muy importante la parte de prácticas que tiene estipulada esta experiencia y a partir de las restricciones que tienen muchas empresas para trabajar en este contexto, no se pudo llevar a cabo. Estamos abocados a poder volver a implementarlo este año, siempre y cuando las condiciones lo permitan”.

La extensionista calificó de "impresionantes" las ganas que se observan en las y los jóvenes de tener oportunidades de formarse y de responder cuando se encuentran ante una propuesta seria. “Creo que se dan cuenta y valoran que se toma en serio la problemática real de lo laboral. Es costumbre que muchas capacitaciones se encuentren disociadas del mundo del trabajo y buscamos contradecir esa tendencia”.

Muchas veces, esta escasa relación entre la formación y la práctica laboral atenta contra las ganas y ánimos de los y las jóvenes que esperan de una oportunidad para poder comenzar a hacer sus primeras experiencias. “Esto genera frustración, lo cual afecta de forma directa las energías positivas, y hace muchas veces que se bajen los brazos al estar inmersos en esa situación. Creo que nosotros como sociedad y Universidad estamos para motorizar otras cosas y poner el sistema en movimiento pero de otra manera”.

Sin embargo, este no es el único dispositivo que llevan adelante los profesionales, sino que existe, otro que se está desarrollado junto al Club Social y Deportivo, ubicado en Balcarce 4554. “Realizamos actividades educativas, recreativas y artísticas desde el año 2008 en la zona de Oroño al 4500. Es muy importante el tiempo que llevamos insertos en estos territorios, conocemos chicos y chicas que ingresaron al principio y hoy tienen 20 años. Los hemos visto crecer”.

Durante el aislamiento, por razones obvias no se han podido desarrollar las actividades como se venían haciendo, pero eso no impidió que los profesionales estuvieran en contacto con la red de familias que ya tenían armada. “Lamentablemente, la mayoría no cuenta con una conectividad que nos permita mudarnos transitoriamente a la virtualidad. Tampoco tienen todos celulares propios, a veces se comparten, por lo que no nos fue una opción viable. Pero intentamos comunicarnos de igual manera para estar al tanto, para ayudar en lo que podamos”.

El mismo objetivo

Existe un tercer trabajo en terreno, que se produce en el Centro Especializado de Responsabilidad Penal Juvenil (ex Irar). “Trabajamos con adolescentes entre 16 y 18 años que están en situación de encierro. Teníamos organizado dos espacios semanales durante todo el año en los cuales realizaban talleres socioeducativos y acompañamientos a los jóvenes. Lo hacemos desde el 2006, aunque el año pasado durante una parte tuvimos que suspender las actividades presenciales a causa del aislamiento. Igualmente, participamos en muchas reuniones con los operadores del sistema y las nuevas autoridades para poder seguir llevando adelante nuestra labor”.

Por la pandemia, a los residentes del establecimiento les fue suspendida la mayoría de las actividades que solían realizar, al punto que estuvieron casi 8 meses sin visitas de familiares. Por lo tanto, tomando en cuenta esta situación, el equipo de profesionales elaboró una propuesta que se llama ‘Cartas entre jóvenes’, la cual busca generar correspondencia entre los adolescentes y un equipo de voluntarios para reforzar lazos sociales. “Los voluntarios están conformados por estudiantes y graduados de diferentes disciplinas como psicología, derecho, antropología, ciencias de la educación y comunicación. Estamos muy contentos de que se haya podido lograr esto porque la propuesta vino a solucionar un problema que se nos generaba al intentar sostener la conectividad con pocos recursos”.

Real subrayó que las cartas están escritas a mano y que se ha vuelto una constante en la dinámica interna del establecimiento, continuando aún durante todo el verano. “No cortamos nunca los lazos porque nos parece que es necesario que estén acompañados. Los jóvenes y adolescentes son nuestro motor y nos invitan a renovar fuerzas. Queremos estar ahí y transmitirles las ganas de aprender”.