Detectar y aislar. Esa fórmula previene la propagación del covid en la geografía de fronteras vigiladas que impone la segunda ola pandémica. El operativo exige una rutina de testeos al ingresar al país, aislamiento de siete días cualquiera sea el resultado del test, y el pago de los testeos --hisopados de antígenos y PCR--, por parte de los viajeros.
La medida rige desde el sábado 27. Y demuestra efectividad, en el control de los tres aeropuertos internacionales designados como “corredor seguro”: Ezeiza y Aeroparque Jorge Newbery para vuelos comerciales, y en menor escala San Fernando para vuelos privados. De las 7.000 personas controladas esta primera semana, se detectaron 36 casos positivos. Y el seguimiento con prueba PCR permite, además, conocer qué tipo de variante de cepa ingresa.
El operativo es complejo y se coordina desde el Ministerio de Transporte, dentro de los aeropuertos “para que el pasajero tarde lo menos posible, haga el arribo, pase por el laboratorio y se lleve el resultado”, confirman desde ese ministerio. Se trabaja en la vigilancia junto al Ministerio de Seguridad a través de la PSA; al área de Migraciones de Ministerio del Interior; y al Ministerio de Salud. Este controla las variantes de cepas desde el Instituto Malbran, explica la directora nacional de Habilitación, Fiscalización y Sanidad de fronteras, Claudia Madies, de ese Ministerio.
Lo más difícil es controlar el aislamiento aseguran. La norma es estricta en ese sentido y tiene fundamentación. “Hemos tenido casos de personas que venían de afuera y han dado positivo aun cuando fue negativo el PCR de origen y el primer hisopado” detalla Madies. Por eso el aislamiento forma parte del paquete de medidas. Una persona no puede dejarlo hasta que el PCR hecho al séptimo día del arribo dé negativo. Las pruebas las paga la persona, y el aislamiento lo sigue cada jurisdicción, la provincia donde va el pasajero, o CABA, explica la normativa.
“Hasta el viernes, desde el inicio de la disposición, habían ingresado al país 6.121 pasajeros, y habíamos detectado a 29 positivos en Ezeiza, mientras que en Aeroparque se habían testeado 996 y detectado 4 casos positivos --señala Madies--, el sábado hubo 0 positivos en Aeroparque y 3 en Ezeiza. En total, tuvimos 36 casos positivos hasta el sábado” detalla.
La reacción del pasaje es diversa, pero en general, luego de la sorpresa de los primeros días, aceptan y acceden, confirman desde la comunidad aeroportuaria. Sobre todo cuando se comenzaron a conocer casos en los que “las personas suben con PCR negativo y cuando llegan verificamos un antígeno positivo y luego el PCR positivo” confirman en los aeropuertos.
La disposición de inteligencia sanitaria implica una vigilancia con medidas extremas. “Pero es algo que los gobiernos podemos tomar en virtud de normas internacionales para preservar la salud de la comunidad” fundamenta la funcionaria, y agrega: "Hay que tomar conciencia de la importancia del aislamiento y exigirlo socialmente porque las personas tienen derecho a viajar, pero al regresar tienen que cuidar a los que no viajaron, a su entorno cercano, su familia, sus convivientes, sus compañeros de trabajo” define Madies, abogada, y con dos maestrías vinculadas a la especialidad, una en sistemas de salud y seguridad social, y otra en bioética y derecho.
“El proceso puede demorar una hora, y se lleva el resultado inmediato. Si da negativo se imprime la constancia. Si da positivo se contacta al equipo médico que lo lleva a una carpa exterior, se lo aísla y se le hace el PCR” detallan. El hisopado de antígenos cuesta 2.500 pesos, y el PCR, 4.500. “Si dio positivo se lo traslada, en CABA, a un hotel de aislamiento y el resultado se envía al Malbrán para certificar el tipo de cepa” confirman. Al séptimo día, vuelve a pagar un PCR “para ver si sigue teniendo covid, o no”. Si la persona tiene síntomas leves el lugar de aislamiento es en CABA, un hotel sanitario “donde hay personal que previene que se cumplan las normas de bioseguridad” explica Madies. Si la persona desarrolla síntomas más importantes pasa a ser aislada en un centro de salud con atención para su situación particular. El operativo es supervisado y controlado. La única manera de prevenir que suban los contagios por esta vía.
Vigilancia de frontera
La nueva ola de contagios ya está en la Argentina. Y se observa la circulación de variables más dañinas que la inicial, como la de Manaos. De hecho, eso motiva esta barrera dispuesta para controlar el status sanitario de los argentinos que vuelven desde el exterior, y que ofrece al mismo tiempo, una muestra epidemiológica respecto a la pandemia y a la circulación de las nuevas cepas del virus. Para eso el operativo diseñado sobre el “corredor seguro”, suma, al PCR en origen, para quienes retornan, un test de antígenos obligatorio al ingresar al país. Ambas pruebas son por hisopado.
Cuando la persona ingresa al “corredor seguro” tiene que hacer “la prueba de antígenos”. Esto es un hisopado que rápidamente detecta si es positivo o no. Si da positivo “hay que realizar un PCR para saber qué cepa ingresa, para verificar con qué variante esa persona está viajando”, señala Madies. El PCR es un hisopado con un tratamiento de laboratorio complejo. “Lleva más tiempo, pero da mayor certeza de que se está cursando el covid, y con qué cepa, si es la variante inicial china, o si es una nueva variante, de mayor riesgo” explica la especialista.
De ahí que lo más importante sea el aislamiento: “Un negativo igual tiene que hacer aislamiento y no lo puede levantar hasta no tener un PCR negativo de séptimo día”, posterior al arribo, señalan. Y ese segundo PCR, como los test realizados dentro del corredor, están a cargo del pasajero, explican desde Transporte.
“Es importante que la gente comprenda el porqué de la medida, es un riesgo cuando se testea tanto porque se tiende a pensar que con eso alcanza, pero lo más importante es el aislamiento” precisa Madies. Tanto el PCR como el test de antígeno “son pruebas diagnósticas”. Pero el PCR permite secuenciar la cepa, el antígeno no.
La declaración jurada
La tramitación del viaje de regreso implica una declaración jurada que la persona firma antes de subir al avión, donde no solo demuestra con un PCR en origen, de resultado negativo, que puede viajar. También declara dónde realizará el aislamiento, y que adhiere a todos los dispositivos derivados del control que se impongan institucionalmente, y que, además, los costos serán pagados por el viajero.
A pesar de conflictos iniciales con pasajeros que no querían pagar las pruebas, “a medida que se conoce la medida las personas entienden, estas medidas se imponen en el mundo. Firmaron una declaración con obligación de cumplir cualquier medida dispuesta en el país, y estas son las medidas que considera el gobierno que se tiene que tomar para que las nuevas cepas no circulen en nuestro territorio” confirma Madies. La medida está siendo efectiva --argumenta--, porque “a pesar de un PCR negativo en origen, que la gente cumple, igual detectamos casos con el antígeno de llegada”. Esto refuerza la idea del control con pruebas y aislamiento.
“Nos pasó al inicio de la medida --explica la abogada--, algunos llegaban sintomáticos, quizá ocultando los síntomas o no lo sabían por asintomáticos, por eso se pide PCR en origen”. Quien controla en origen es la aerolínea, y se confirma cuando la persona aborda el avión y completa su declaración jurada. Si tuvo síntomas, o contacto con casos positivos, queda registrado junto a su PCR “que no tiene covid”. Esta medida se aplica en el mundo: PCR a 72 horas antes del embarque confirma que esa persona no sea asintomática. Cuando llega al país tiene que realizar el hisopado y hacer asilamiento.
Las nuevas cepas
Ante las nuevas variantes, surge la necesidad de verificar “si una persona ingresa al país en ese período de ventana --entre el contagio y la manifestación del síntoma, expresa Madies--, y conocer cuando llega, si se produjo el contagio, o se manifestó más tarde, y cuál es la cepa”. El PCR permite saber de qué cepa se trata. “A los viajeros se les aplica la prueba de antígenos y a los positivos se les manda hacer el PCR, para la secuenciación genómica del virus. Esto se instrumenta desde el sábado 27, el test para conocer cuál es la cepa que ingresa en estos viajeros e imponer el aislamiento cuando son positivos, y son aislamientos supervisados” confirma Madies.
Si la persona ingreso con una variante de cepa conocida como ‘la inicial’, se puede coordinar para que continúe su aislamiento en su domicilio, o sea derivada para continuarlo, acordando con la autoridad jurisdiccional que lo recibe, en CABA y en provincias. “No se puede ir solo, la derivación tiene que tener el control de su jurisdicción. Y si la persona tiene “una variante nueva”, debe hacer el aislamiento completo en un lugar supervisado.
El “corredor seguro”
El operativo se divide entre Ezeiza y Aeroparque, explican desde el Ministerio de Transporte. Cuando el pasajero llega, pasa por migraciones, busca su equipaje, pasa por aduana y de ahí va al área de testeos. Esta funciona en Ezeiza, en 40 boxes de laboratorio. En este caso, todo es dentro de la terminal A, destinada a vuelos internacionales.
Los aeropuertos del corredor seguro tienen laboratorios que pueden hacer el análisis, el dispositivo para el traslado coordinado, y seguir la secuenciación en el Malbran. “Hay que buscar que todo esto se haga rápido --sostienen los expertos--, y donde uno tiene capacidad de seguimiento y traslado. Son operativos complejos por eso involucran a varios ministerios”. Interior aporta el seguimiento hacia las provincias, que deben hacer cumplir el aislamiento. Nación también tiene la potestad de establecer controles aleatorios. “Se busca que todos colaboremos, y que la comunidad asuma responsabilidad. Lo principal es que el viajero asuma que corre un riesgo, que la comunidad que lo rodea también, ¡y que se aísle!” enfatiza la funcionaria de Salud.
El viajero sabe, al salir y completar su declaración jurada 48 horas antes de embarcar, que firma una responsabilidad. Para volver, 72 horas antes de abordar, se impone un test PCR y su declaración jurada. “Lo que descubrimos es que a veces, la gente firma, y no lee” comparte Madies. Ya que para el egreso también hay obligación por cumplir las exigencias de otros países y asumir las consecuencias patrimoniales y sanitarias de que haya una pandemia. “Desaconsejamos los viajes internacionales en este momento, si uno viaja asume riesgos, estamos informando los riesgos. Y por eso hacemos un control de salida, no es nuestra intención ni exportar ni importar el covid, sino ser responsables con el mundo también”, sostiene.
Pautar un PCR de 72 horas previas es generalizado a nivel mundial, y hay países que avanzan en medidas para incorporar los controles que ya tiene Argentina. “Europa tomó medidas durante el invierno, Uruguay controla los ingresos” refuerza la funcionaria. “Entendemos que a medida que se entienda esto, las nuevas variantes pueden controlarse, sino, puede significar más restricciones, si se difunden”, explica. Y añade: “Esto busca prevenir que estas variantes circulen”
Frecuencia de vuelos
“Los primeros dos días de la medida se hizo este control solo a quienes venían de Chile, Brasil y México, países de mayor riesgo” explican desde el operativo de vigilancia. A partir del lunes se testeó a todos y se redujo la cantidad de vuelos en función del número de plazas reales, para que el control tenga una “escala manejable”, porque se trata de “un esfuerzo muy grande” pero es necesario. “Se busca desincentivar los viajes no esenciales, porque estábamos viendo que había más de 7.000 viajeros en Brasil, aunque no son todos turísticos” detalla Claudia Maides.
El 24 de diciembre, recuerda, se pidió reducir los viajes no necesarios al exterior y a pesar de eso se mantuvo un numero muy alto y a lugares peligrosos como Brasil. Entonces se redujo gradualmente la frecuencia de vuelos a Europa, a Brasil y a EE.UU., entre otros países. “Ahora se toma esta medida extrema porque no alcanzó esa reducción. Esos países están comprometidos epidemiológicamente. Y las medias se toman ante los hechos, pero dentro del marco que nos permite la regulación internacional en nuestro derecho soberano de prevenir la propagación del virus”.
La baja de frecuencia en los vuelos, explican desde Transporte, busca mantener conectado al país con todos los continentes. Esto impone una frecuencia de entre 4 y 6 vuelos diarios, que toman el cupo de 2.000 pasajeros por día. Y de hecho, las compañías están teniendo “bajas naturales” porque los pasajeros están cambiando vuelos ante esta situación, ante la nueva modalidad dentro del control aéreo.