Desde Roma
En la Semana Santa el papa Francisco difundió esperanza en toda sus homilías pero en particular en el mensaje de la Bendición Urbi et Orbi (a la ciudad y al mundo) que los pontífices dirigen a los fieles al final de la misa de Pascua. Francisco se dirigió este domingo a los jóvenes y a los pobres, que padecen más que otros la pandemia, pero también a los migrantes, y a los países en guerra o con graves conflictos de Africa y Asia, insistiendo en que “¡todavía hay demasiadas guerras y demasiada violencia en el mundo!”.
Luego de celebrar una larga misa en el Altar de la Cátedra, ubicada hacia el final del pabellón de la basílica de San Pedro, el Papa impartió su bendición apostólica y leyó su mensaje.Un mensaje que la oficina de prensa vaticana difundió en varios idiomas. A la misa asistieron unas 140 fieles, además de los dos coros que acompañaron la misa, y los 24 cardenales y cuatro obispos que concelebraron. “La pandemia todavía está en pleno curso -dijo Francisco -, la crisis social y económica es muy grave, especialmente para los más pobres; y a pesar de todo —y es escandaloso— los conflictos armados no cesan y los arsenales militares se refuerzan”, dijo Francisco. Y más adelante el Papa argentino agregó: “Cristo resucitado es esperanza para todos los que aún sufren a causa de la pandemia, para los enfermos y para los que perdieron a un ser querido. Que el Señor dé consuelo y sostenga las fatigas de los médicos y enfermeros. Todas las personas, especialmente las más frágiles, precisan asistencia y tienen derecho a acceder a los tratamientos necesarios. Esto es aún más evidente en este momento en que todos estamos llamados a combatir la pandemia, y las vacunas son una herramienta esencial en esta lucha”.
Francisco no pudo dejar de hacer referencia al triste negocio de las vacunas y defendió a capa y espada a los más frágiles que tienen derecho a recibirla. En efecto, hace algunos días, el Papa decidió donar 1.200 vacunas a los pobres sin casa que alojan cerca del vaticano y a personas en dificultades económicas.
“Todas las personas, especialmente las más frágiles, precisan asistencia y tienen derecho a acceder a los tratamientos necesarios. Esto es aún más evidente en este momento en que todos estamos llamados a combatir la pandemia, y las vacunas son una herramienta esencial en esta lucha. Por lo tanto, en el espíritu de un “internacionalismo de las vacunas”, insto a toda la comunidad internacional a un compromiso común para superar los retrasos en su distribución y para promover su reparto, especialmente en los países más pobres”. Durante varios meses hubo demoras en la entrega de las vacunas, inluso las que habían sido ya pagadas a las casas farmacéuticas y ordenadas por la Unión Europea
A los pueblos de Haití y Myanmar
“Que el Señor inspire la acción de las autoridades públicas para que todos, especialmente las familias más necesitadas, reciban la ayuda imprescindible para un sustento adecuado. Desgraciadamente, la pandemia “ha aumentado dramáticamente el número de pobres y la desesperación de miles de personas” ( ...) Es necesario que los pobres de todo tipo recuperen la esperanza», dijo San Juan Pablo II en su viaje a Haití recordó Francisco. “Y precisamente al querido pueblo haitiano se dirige en este día mi pensamiento y mi aliento, para que no se vea abrumado por las dificultades, sino que mire al futuro con confianza y esperanza. Espero que se concrete. Jesús resucitado es esperanza también para tantos jóvenes que se han visto obligados a pasar largas temporadas sin asistir a la escuela o a la universidad, y sin poder compartir el tiempo con los amigos. Todos necesitamos experimentar relaciones humanas reales y no sólo virtuales, especialmente en la edad en que se forman el carácter y la personalidad. Me siento cercano a los jóvenes de todo el mundo y, en este momento, de modo particular a los de Myanmar, que están comprometidos con la democracia, haciendo oír su voz de forma pacífica, sabiendo que el odio sólo puede disiparse con el amor”.
Guerras en Siria y Yemen
El papa Francisco además agradeció a los países que acogen con generosidad a las personas que sufren y que buscan refugio, especialmente al Líbano y a Jordania, que reciben a tantos refugiados que han huido del conflicto sirio. “Que el pueblo libanés, que atraviesa un período de dificultades e incertidumbres, experimente el consuelo del Señor resucitado y sea apoyado por la comunidad internacional en su vocación de ser una tierra de encuentro, convivencia y pluralismo”. Y finamente pidio que Cristo, “silencie finalmente el clamor de las armas en la querida y atormentada Siria, donde millones de personas viven actualmente en condiciones inhumanas, así como en Yemen, cuyas vicisitudes están rodeadas de un silencio ensordecedor y escandaloso, y en Libia, donde finalmente se vislumbra la salida a una década de contiendas y enfrentamientos sangrientos”. Que todas las partes implicadas se comprometan de forma efectiva a poner fin a los conflictos y permitir que los pueblos devastados por la guerra vivan en paz y pongan en marcha la reconstrucción de sus respectivos países. En su mensaje, el Papa también menciono a Irak, que visitó hace pocas semanas, y a Sahel y Nigeria, a Tigre (en Etiopía) y a Cabo Delgado (Mozambique) y bregó porque continuen los esfuerzos para encontrar una solucion a los conflictos Asimiamomencionó a Nagorno Carabaj y a Ucrania para que puedan volver sanos y salvos las personas que emigraron de sus familias. Francisco recordó que hoy 4 de abril, se conmermora el Día Internacional sobre el peligro de las minas. “Cuánto mejor sería un mundo sin esos instrumentos de muerte!, enfatizó el Pontífice.