“Objetivo eliminado”. El eufemismo sobre tener licencia para matar llega hacia mitad del piloto de Agente Hamilton. Es, además, la primera frase que suelta su protagonista. Hasta entonces se lo pudo ver como un sujeto insondable y sagaz en medio del doble juego de su oficio. “En Escandinavia es un personaje muy popular y queríamos que la audiencia sintiera curiosidad. Si tu trabajo es asesinar a alguien, está la chance de que seas visto como malvado. La intención es que todo el tiempo te preguntes quién es Hamilton. Es muy interesante mostrar las zonas grises de un espía”, le dice Jakob Oftebro -el encargado de componer a este espía sueco- a Página/12. Su estreno será el martes 5 a las 22 por Film & Arts y desde el miércoles estará disponible en Flow.
En Agente Hamilton conviven los clásicos tensores del género, junto a la estética cortante del nordic noir y el timing que impusieran entregas como Homeland y 24. Hamilton es un oficial del servicio secreto de su país que completó su formación en Estados Unidos. Regresa de incógnito justo cuando unos bombazos y ciberataques sacuden Estocolmo, motivo de sobra para que su propia agencia lo coloque en la lista de los sospechosos. Al sujeto se lo ha descrito como un James Bond nórdico aunque, en verdad, tiene más similitudes con Jack Ryan y Jason Bourne por las implicancias de su faena. “Hamilton es un espía moderno que opera en Suecia. Históricamente hemos sido neutrales en cuestiones diplomáticas, por lo que colocar a un agente en ese escenario es seductor”, puntualiza Oftebro.
Agente Hamilton toma la base de una saga de novelas escritas por Jan Guillou, publicadas en un tiempo donde tenía sentido un mundo bipolar y adaptada al cine en el pasado (Stellan Skarsgård llegó a interpretarlo en más de una ocasión). Para esta versión, sus creadores quisieron homenajear a clásicos del género -Los tres días del cóndor y Maratón de la muerte- bajo el contexto de la geopolítica actual y con una apuesta más realista. El telón de fondo será la disputa entre servicios y multinacionales tentadas con la idea instalar una nueva Guerra Fría. ¿Su arma? Fake news, xenofobia y terrorismo. Los diez episodios van a llevar al espía por distintas geografías –Palestina, Ucrania, Alemania- en situaciones límites. “La serie no tiene un perfil ostentoso. Tomamos el ambiente de las novelas y las renovamos”, plantea Oftebro, quien está preparándose para interpretarlo en una segunda temporada. “Son cuatro películas que funcionan de manera independiente, están los mismos personajes y él debe cumplir distintos objetivos, así que no será una secuela sino más bien una serie de misiones puntuales que debe resolver”, anticipa.
-¿Sabe Hamilton para quién opera?
-El argumento es intrincado y hay un montón de personajes envueltos y tenés que ver toda la serie para entender de qué se trata. Esto fue a propósito. Hacer una serie de espías inteligente, que tenga acción pero que te estimule a nivel intelectual.
-¿Qué significa para Hamilton ser un sueco entrenado en Estados Unidos? O, en términos musicales, ¿escucha ABBA o Aerosmith?
-Para ser honesto, creo que le gusta más Aerosmith que ABBA (se ríe). Ese contraste es uno de los aspectos más importantes y divertidos de la serie. Viene de un país neutral, fue entrenado por los Navy Seal, lo cual lo convierte en un arma internacional, ¿no? Ese es el conflicto esencial. ¿Para quién opera? ¿Qué tipo de agente quiere ser? La temporada es sobre Hamilton en camino a ser un agente sueco, aunque sea la clase de tipo que puede disfrutar de Aerosmith.