Hubo que hacer un denodado esfuerzo para que el imaginario folklórico argentino finalmente anude obra con autor. Sea esa oda inmensa a los trabajadores de los algodonales llamada “El cosechero”; sea la bellísima canción oficial de Posadas de nombre afín (“Posadeña linda”), sea aquella otra gema que Mercedes Sosa hizo quedar muy bien parada ante el mundo llamada “El cachapacero”, eran pocos y pocas los que sabían de su pluma de origen. Los que asociaban tales piezas a ese rostro lúdico, siempre sonriente. A esa voz gruesa, medio solemne. A ese hombre de nombre Ramón Gumercindo Cidade, que suplanta al real. A ese hombre que, en suma y al cabo, las concibió entre selvas y ríos del Chaco boreal: Ramón Ayala. Hecha entonces la tarea fina -que se tomó buena parte de la primera década del siglo- ahora queda disfrutarlo en toda su dimensión. Concebirlo en una unidad hombre-obra-rostro que ata indisolublemente tal tríada a una voz.

Esto es precisamente lo que viene a ratificar, en perspectiva histórica, Monte adentro, el disco que el cantautor, poeta, pintor y músico misionero acaba de publicar en forma virtual y física, como parte de los festejos por sus 94 años. “Creo que el reconocimiento me ha llegado en una etapa maravillosa de mi vida, porque el mejor momento es siempre este instante que estamos compartiendo aquí, que nunca antes ha sido y que nunca más volverá a ser”, sentencia pillo, muy lúcido, el artista que de veras luce impecable. “Me siento de maravillas, sí. Me he armado una rutina de gimnasia y movimientos, de descanso y disfrute profundo, y también cuando tengo ganas, pinto, escribo o toco la guitarra. Mi norte ha sido siempre la esperanza, así que estoy seguro que este momento tan dificil para la humanidad toda, pasará”, alienta Ayala, en cuyo prolífico haber cuentan más de 300 canciones, ocho libros, y más de cincuenta exposiciones de pinturas, entre 1967 y 2002.

-Y en el medio de la pandemia llegó este disco. ¿Cómo surgió?

-La idea fue de mi manager y productora Naty Zonis, a quien se le ocurrió digitalizar casetes, discos, vinilos y cintas que guardaba hace mucho tiempo. Lo que hizo ella fue contactarse con un equipo de profesionales en el tema, y fue gracias a la tecnología y a las máquinas de ahora que se logró resucitar voces que estaban, en ciertos caso, muy deterioradas por el paso del tiempo, y por los soportes de grabación, que sufrían los avatares del tiempo.

Entre la gran cantidad de material que llegó a su hogar -o que ya estaba en él-, el carismático “Mensú” tuvo que hacer una fina selección junto a María Teresa, su eterna compañera de vida. Algunas canciones ni siquiera tenían nombre, incluso. “Eran obras grabadas en estudio que nunca habían sido registradas”, refrenda él a Página/12. “Otros tema, en cambio, eran canciones que otros artistas ya habían grabado”, sostiene, en referencia a “Corochiré”, cuya versión por parte de la cantora Cecilia Pahl es para alquilar balcones; “Panamby Hovy”, vocablo guaraní que traducido al castellano significa “Mariposa azul”, y “Antiguo barracón”, cuya versión más conocida es la que grabó Liliana Herrero en su disco Este tiempo, con el mismo Ayala como invitado especial. “También encontramos estudios para guitarra sola que usaremos en el próximo lanzamiento digital, al que vamos a llamar Trémolo. En suma, los temas inéditos en esta primera etapa de trabajo y recopilación son más de cuarenta, de los que este disco solo porta cuatro. Así que dense una idea de todo el trabajo que tenemos por delante, es una maravilla ¡estoy lleno de futuro!”, se enciende Ayala, nacido en el pueblo misionero de Garupá, en marzo de 1927.

-¿Por qué el título Monte adentro?

-Surgió también de una charla con Naty en la que hablamos de la capacidad imperante que tienen los sonidos para transmitir paisajes. Y este disco precisamente busca recorrer los paisajes del monte. Diría yo de todos los montes… No solo los del litoral, sino también los de los montes que están en peligro a causa de las quemas indiscriminadas y del avance del mercado sobre la naturaleza.

De entre los temas que Ramón Ayala y su mujer decidieron integrar a Monte adentro, hay tres que lo emocionan particularmente. Uno es “Para ti, gurisa”, cuya música pertenece al acordeonista y compositor brasileño Gilberto Monteiro. "Quiero mucho al Brasil, tengo muchos y queridísimos amigos allá, y Gilberto es uno de ellos. Resulta que él hace más de veinte años me propuso ponerle letra a esta obra y fue todo un honor para mí. Lo notable es que existe una sola grabación del tema, y es la que forma parte del disco”, señala el multifacético artista misionero, acerca de la pieza registrada durante el primer lustro de la década del '80, y cuyo sonido aúna “los litorales” de la Argentina, Paraguay y Brasil.

Otro de las elegidas por el mesopotámico es “Mujer y amante”, tema inédito dedicado a María Teresa, su compañera. “Esta es una zamba profunda que habla del ser, pero también del tiempo y del amor. De aquí es la frase 'sólo una vez será, la vida que nos toque por el tiempo transitar' que sintetiza al disco”. Otra de las piezas que Ramón Ayala considera muy valiosa es la primera grabación del “Gualambao”, recuperada del sello Music Hall por el Instituto Nacional de la Música. “La versión data de 1959 y realmente me sorprendió porque la grabé en los primeros tiempos de este ritmo original de 12 x 8, que hoy es Patrimonio Cultural de Misiones, ¿no? ¿Qué me iba a imaginar yo, cuando la grabé, que se iba a convertir en lo que se convirtió?”, se ríe. Además de sus preferidas, Monte adentro -primer capítulo de una antología que irá por más- incluye un alegre chotis misionero llamado “Encuentro en el Paraná”, otra versión de “Corochiré”, la notable “Chaco arisco” y “La voz del monte”, único tema cuya autoría no pertenece a Ayala
-Se hicieron varias versiones de “Gualambao”, luego de aquella grabación inicial.  ¿Qué te sorprende de ella?

-La velocidad en la interpretación. La que después hice en el disco Testimonial ya es un ritmo que ha madurado en el tiempo. Pero me sorprendió esta primera grabación, hecha cuando era muy joven, por cierto. La verdad es que fue importantísima esta recuperación y la onda que le puso toda la gente de INAMU. Agradezco profundamente cómo se ha puesto a disposición la gente de Instituto para la realización de este disco. Estoy muy agradecido con ellos.

Además de la música y la pintura, el mundo de la poesía histórica también es inherente a los intereses estéticos de Ayala. Es por eso que no sorprende el nombre del libro que acaba de reeditar, Editorial Gualambao mediante: Las trincheras ardientes del Paraguay (Canto popular sobre la guerra grande). “Se trata de un poema épico, narrado en prosa”, define él, acerca de su octava obra literaria. “Participan de este relato la voz de mi madre María Morel, pero también la de militares y políticos que formaron parte de las batallas y las decisiones. Incluso hay momentos dedicados a la voz del viento, que también da cuenta de su visión de la historia”, finaliza el Mensú, vivito y coleando.