La apertura de iglesias y templos en el Domingo de Pascua, autorizada por un juez del Tribunal Supremo, se convirtió en objeto de discusión en Brasil en momentos en los que el país vive la peor fase de la pandemia y supera ya las 330 mil muertes por coronavirus. Cultos y misas fueron celebrados este domingo tras el aval de Kassio Nunes Marques, uno de los once magistrados de la máxima Corte del país, y quien consideró que la prohibición hiere el derecho de libertad religiosa. Las celebraciones de este tipo habían sido suspendidas por una parte de los gobernadores y alcaldes de Brasil, en el marco de una serie de restricciones de movilidad impuestas para contener a una pandemia que sigue fuera de control.
La medida de Nunes Marques, que prohíbe a los estados y municipios suspender por completo las celebraciones, contradice otras decisiones del Tribunal Supremo, como la que otorgó a los gobernadores y alcaldes autonomía para promulgar acciones de aislamiento. La medida establece que las iglesias deben operar hasta al 25 por ciento de su capacidad, cumplir con las reglas de distanciamiento social y mantener el espacio aireado con ventanas y puertas abiertas siempre que sea posible. También es obligatorio el uso de mascarillas, el suministro de alcohol en gel y el control de temperatura de los fieles en la entrada.
Nunes Marques, quien fue nombrado en la Corte por el presidente Jair Bolsonaro, consideró que la "actividad religiosa" es un "servicio esencial" en "momentos tan difíciles" como el que atraviesa Brasil. Resaltó también que la Semana Santa "representa un momento de singular importancia para la celebración de sus creencias" en un país en el que el 80 por ciento de la población es cristiana, según datos del Instituto Brasileño de Geografía y Estadística.
La decisión fue publicada oficialmente el sábado luego de que la Anajure (Asociación Nacional de Juristas Evangélicos) interpusiera una acción de discordancia ante la Corte Suprema alegando que la suspensión de servicios religiosos y misas viola un derecho fundamental a la libertad religiosa y el principio secular del Estado.
La decisión de Nunes Marques, sin embargo, fue rechazada públicamente por el alcalde de Belo Horizonte, Alexandre Kalil, quien advirtió que la capital del estado de Minas Gerais mantendría la prohibición de cultos y misas presenciales. "En Belo Horizonte acompañamos al pleno del Tribunal Supremo. Lo que vale es el decreto del alcalde. Están prohibidos los cultos y misas presenciales", declaró Kalil en su cuenta de Twitter el sábado por la noche, anticipándose a la jornada festiva.
Este domingo Nunes reforzó su postura y notificó al alcalde de Belo Horizonte para que cumpla "con máxima urgencia" la decisión judicial. La determinación del juez, que debe ser analizada por el pleno del Supremo, va a contramano de la decisión adoptada por la máxima Corte del país, la cual ratificó la autonomía de los gobernadores y alcaldes en la adopción de medidas para frenar el nuevo virus.
En ese contexto, el Frente Nacional de Alcaldes instó al presidente del máximo tribunal del país, Luiz Fux, a que se manifieste sobre la decisión adoptada por Nunes Marques y oriente a los alcaldes respecto a la norma que deben seguir. "¿(Seguimos) la decisión del plenario del Supremo, que determinó que los municipios tienen prerrogativa de establecer la apertura o cierre de las actividades en sus territorios, o esta cautelar?, cuestionó el presidente del Frente, Jonas Donizette. "Esta flagrante contradicción dificulta el enfrentamiento de la pandemia en un país federal y de dimensiones continentales como el nuestro", agregó.
Incluso otro juez de la Corte, Marco Aurélio Mello, criticó duramente la decisión de su par Nunes Marques. "El novato, al parecer, tiene pericia en el tema. Pobre Supremo, pobre poder judicial. Y asistió a la asociación de juristas evangélicos en su reclamo constitucional. ¿Dónde vamos a parar? ¡Tiempos extraños!", declaró el magistrado al diario Estadão. Mello tiene programado su retiro para julio, abriendo una segunda vacante a la espera de una nominación de Bolsonaro.
La mayoría de los estados y municipios de Brasil impusieron medidas para contener al coronavirus, entre ellas San Pablo y Río de Janeiro. Ambos estados determinaron el cierre de todos los servicios no esenciales y adelantaron una serie de días festivos para restringir la circulación de personas.
Dichas medidas fueron duramente criticadas por el presidente Bolsonaro, quien ha instado a la población a volver a la normalidad para mantener a flote la maltrecha economía del país, pese a la dramática situación de la pandemia. El líder de la ultraderecha brasileña, quien se encuentra bajo presión por su errática gestión de la pandemia, declaró el sábado que la "guerra" librada contra gobernadores y alcaldes "no es política" sino por el "por el futuro de la nación".
Este domingo se supo que ciudadanos brasileños desesperados por el avance de la pandemia de covid-19 en el país cruzaron la frontera con Bolivia para intentar vacunarse antes del cierre de la frontera iniciado el viernes pasado. Asi lo anunció el responsable de la Red de Salud de la provincia boliviana de Angel Sandoval, Javier Rivas Dalence, quien dijo que brasileños de la ciudad de Cáceres, con familiares en la localidad de San Matías, habían llegado al país para inmunizarse. Los controles en la frontera se incrementaron ante el avance de la variante P1 del coronavirus.