La abogada Mónica Roxana Álvarez asumió el 15 de marzo de este año como cónsul de la República Plurinacional de Bolivia en la ciudad de Salta. Lo hizo luego de que el Movimiento al Socialismo (MAS) ganara las elecciones en 2020, de la mano de Luis Arce y David Choquehuanca, restituyendo la institucionalidad tras el golpe de Estado comandado por Jeanine Áñez en 2019.
Álvarez tiene 50 años y nació en Oruro, igual que el ex presidente Evo Morales Ayma. Además, es hija de dirigentes que vivieron la persecución por mucho tiempo. Así como también fue perseguido su esposo, antes de que el MAS llegara por primera vez al gobierno en 2006. Ella no quedó exenta y durante la etapa golpista de Añez, se desempeñaba como agente consular en la provincia vecina de Jujuy.
Resistir la persecución, aun cuando contrajo covid, hoy la lleva a que esté al frente de uno de los consulados más grandes que tiene el país, siendo incluso, una de las primeras mujeres en el país argentino en ocupar el cargo. Álvarez no desconoce esta singularidad y destaca que desde que está el MAS en el gobierno, siempre ha mostrado respeto por la paridad de género, sea en el gabinete de ministros o en el Parlamento.
“Entonces para mí implica un desafío y además, es la confianza que me han brindado”, dijo recordando a que el ministro de Relaciones Exteriores de Bolivia, Rogelio Maita, le comunicó que tanto Arce como Choquehuanca le pidieron que fuera cónsul en la provincia. “A partir del 15 nos constituimos acá en la Capital de Salta y tenemos jurisdicción también en Catamarca, Chaco y Tucumán”, contó a Salta/12.
“Cuando me mencionó que fue el Presidente y el vicepresidente, entonces es obedecer. Es como si fueras soldado, vas donde se te necesita. Bah, sí podrías decir que no, pero somos soldados. Si te están diciendo un lugar, es porque te están necesitando ahí”, se explicó.
Para la cónsul, responder a esa confianza es demostrar resultados en su gestión. Lo que la lleva a que tenga en claro que hay que “ser más comprometidos con nuestro proceso de cambio porque nuestro proceso de cambio nos cuesta sangre, llanto, lágrimas, dolor, y hasta alegrías”, manifestó convencida al asegurar que la Bolivia que conoció hace 20 años no es la misma de hoy. “Yo personalmente, que ya tengo medio siglo de vida, puedo decir que fue cambiando y también mi madre que ha sido dirigente y fue perseguida”, subrayó.
Por eso, contó que su gestión se basará en la política exterior que marque Maita, con base en la ley boliviana N° 465, de Relaciones Exteriores. Para empezar, su primer paso es restablecer la atención que se vio afectada con el anterior cónsul, Agustín Saavedra, designado por Áñez. “Esa atención tiene que ser de calidez, además, de tratar de que en lo mayor posible, se solucionen los problemas que pueden tener” los residentes en Salta. Además, de “velar por los derechos humanos en el país que están”.
En ese marco informó que ya está programada una reunión con la delegación salteña del Instituto Nacional contra la Discriminación, el Racismo y la Xenofobia (INADI). La iniciativa se da en un contexto en el que “lamentablemente todavía hay manifestaciones de racismo y discriminación”, por lo que es necesario “ver cómo la vamos a asumir conjuntamente en un trabajo entre ambas instituciones”. “Estamos en un país que ha recibido a hermanos y hermanas bolivianos y entonces se necesita de un trabajo conjunto y coordinado, sobre todo”, indicó.
En Salta más de 3 mil ciudadanos bolivianos y bolivianas fueron llamados a votar en las últimas elecciones. En ese padrón hay un trabajo sostenido de diversas colectividades que se fueron formando a lo largo de los años. La cónsul contó que ya se reunió con algunas de ellas, incluso una le ofreció una cena de bienvenida. Ahora ya preparan una actividad para el 15 de abril, fecha que se conmemora la Batalla de la Tablada de Tolomosa, ocurrida en 1817 en la ciudad de Tarija. “Que los hermanos tarijeños sientan que somos una colectividad, que no es pequeña, porque han hecho vida acá”, expresó.
Álvarez contó que a su llegada encontró “una comunidad boliviana que se fue alejando del Consulado justamente por el golpe de Estado” ya que el cónsul nombrado por el gobierno dictatorial no mantenía ninguna relación con las colectividades y residentes en Salta. “Al haber un divorcio con quien era el ex cónsul, no había una confianza de los connacionales para poder asistir al propio Consulado”, relató.
La provincia recibió a un gran número de refugiados políticos, que por cercanía geográfica y por vínculos con residentes de aquel país se resguardaron en distintas localidades. Ahora la cónsul confirmó que no queda ningún perseguido político en Salta ya que todos pudieron retornar a Bolivia. “Como ahora se ha establecido un gobierno democrático constitucional entonces sí hay garantías de derechos humanos por las cuales se retorna al estado plurinacional”, sotuvo.
No es rencor, es justicia
A mediados de marzo se conoció la orden de detención preventiva contra Jeanine Áñez y dos de sus ex ministros, Álvaro Coímbra, de Justicia, y Álvaro Rodrigo Guzmán, de Energía, acusados de gestar el golpe, en cuyo marco se produjeron las Masacres de Sacaba y Senkata. “Es Justicia”, dijo Álvarez sobre la detención de la ex presidenta de facto.
Esa decisión también se amparaba en el señalamiento que realizó la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), que instó a que se establezca en Bolivia el proceso contra Áñez y su cúpula porque “sí se comprobó que hubo una masacre”. También se sumaron los pronunciamientos que se realizaron desde la Organización de Naciones Unidas (ONU). “Muchos organismos internacionales han indicado que hubo una masacre en Bolivia y lo que se tenía que hacer era justicia”, afirmó la cónsul.
Recordó que son procesos legales enmarcados en la Constitución boliviana, y que por lo tanto, “no ha habido venganza”, sino una investigación para dar justicia a las 30 personas muertas en Sacaba y Senkata, además de que la represión dejó más de mil heridos y miles de familias afectadas. Por eso, insistió en que el pueblo boliviano “no ha ido por un tema de rencor, sino por justicia”.
“Nos habían dejado en la calle”
Cuando se concretó el golpe de Estado en Bolivia, Álvarez de desempeñaba como agente consular en Jujuy. En abril del año pasado, el Consulado quedó vacío ya que el cónsul designado por el MAS fue apartado. Aun así intentaron seguir atendiendo hasta que designaron a una persona por orden de Áñez. En ese momento Álvarez fue dejada cesante.
“Cuando nos cesan, nos dejan como si no fuéramos ni bolivianos”, relató, ya que tras el apartamiento del cargo, el gobierno de facto les quitó sus pasaportes y sus documentos de identidad. La ex agente consular estaba en Jujuy junto a su hija de 12 años. “Nos vamos quedando sin ninguna documentación en un país extranjero y en plena pandemia”, contó, por lo que tuvieron que acudir al refugio político porque “nos habían dejado completamente en la calle”.
Para sobrevivir, la diplomática se dedicó a elaborar pan y masas dulces en la casa de una familia jujeña. Allí se contagió de la covid-19, pero “no podía ir a un hospital porque no tenía ni el pasaporte”. “Sólo tenía la cédula boliviana y con ella lamentablemente no me atendían” y acceder a una clínica privada no era posible porque no tenía los fondos para hacerlo.
En esa situación acudió a medicinas naturales que sus compatriotas le llevaban después de que se hizo un pronunciamiento por parte de algunas colectividades de Jujuy. “Me dejaron hojas de eucalipto, naranjas con cáscara gruesa, jengibre, ajo para que con eso pueda contrarrestar y poder restablecerme”.
En septiembre, ya recuperada, solicitó el regreso a Bolivia, pero el Consulado rechazó la solicitud argumentando que tenía que tener una emergencia de salud o que hubiese fallecido algún familiar directo.
La retención del pasaporte está prevista en el reglamento para los apartamientos de cargos en otros países. Pero Álvarez consideró que por la pandemia debió existir una flexibilización, pero “en realidad había un interés del gobierno de facto de dejarnos en la calle”.
Recuperación de la democracia
Después de recuperarse de la covid, Álvarez se abocó a la campaña presidencial de Arce y Choquehuanca en San Pedro de Jujuy y Perico. Allí articuló con varios de sus hermanos bolivianos y bolivianas y emprendieron diferentes acciones. Una de las dificultades que se les presentó fue que en Jujuy hay una población boliviana analfabeta que votaba al MAS guiada por la foto de Evo Morales, pero con los nuevos candidatos, tuvieron que hacer panfletos especiales.
También enfrentaron otras dificultades, como los intentos de anular mesas o el hecho de que muchos bolivianos y bolivianas que vivían lejos de las ciudades no tenían recursos económicos para trasladarse.
Al ser consultada sobre la asunción de las nuevas autoridades presidenciales de Bolivia, Álvarez no pudo contenerse y con lágrimas en los ojos dijo que “fue una gran emoción”. “Es como si se hubiera ido el Ajayu de Bolivia y vuelve”. El Ajayu es la fuerza andina que contiene a los sentimientos y la razón. “Vuelve la democracia, el respeto a la Constitución, vuelve el respeto a los derechos humanos y está la whipala”.
Para la cónsul, la whipala implica vida porque vuelve el Pachakuti (la transformación de todo). “Ahí está el Pachakuti y es nuevamente para el vivir bien”. Y consideró que el triunfo en las elecciones también se dio por la lucha que vienen sosteniendo desde hace décadas. “Nuestra lucha no es de ahora, es de muchos años atrás. Arranca desde antes que entremos al gobierno de nuestro hermano Evo Morales Ayma, nuestro hermano líder, fundador de nuestro instrumento político”.
Aseguró que con la llegada del Evo se dio una fuerte lucha contra el neoliberamismo y el imperalismo. "¿Basados en qué? en algo que es nuestro derecho” porque “somos indios, somos campesinos, somos originarios y esa es nuestra lucha”, afirmó. Por eso dijo que fue una gran emoción cuando Evo Morales y Álvaro García Linera retornaron a Bolivia desde territorio argentino.
“A nuestro Presidente lo habían sacado a la fuerza, había peligrado su vida y realmente era más importante precautelar la vida de él”, recordó. Por eso con su regreso y con las nuevas autoridades, el gobierno estaba completo. “Era como que en tu familia está faltando algo. Entonces es otra emoción que te inunda y te va llenando” porque con ese “espíritu revolucionario” que tienen en el MAS, “está llegando el líder para que nuestro gobierno nuevamente pueda ir con la misma política con la que se ha ido manejando”.