Refundarse en un medio hostil prima como base de acción para Rafael Varela. Y refundarse es multiplicarse, en su caso. Además de músico, él es productor, es compositor, es arreglador, y es podcastero, tal como se encarga de difundir en sus redes: “Los artistas no estamos habituades a esto… ojalá se termine pronto, por la salud de la gente y porque los agentes culturales estamos en una crisis general muy grave”, es su deseo central. El secundario –enganchado-- pasa por dar a conocer al mundo su nuevo disco. Se llama Horizonte de sucesos, tiene doce piezas propias, y lo esencial es que no lo parió la Covid. “La pandemia más bien me dio el tiempo como para retomarlo y terminarlo. Paradójicamente, creo que el contexto me ayudó. El hecho de no tener que salir de casa me permitió meterme de lleno, horas y horas, a escuchar en modo obsesivo, y dejar descansar las mezclas unos días para retomarlas luego con la mente despejada”.
--Oro en polvo para la producción de cualquier tipo de obra artística lo que decís.
--La introspección, si, que siempre es un espacio fértil para un artista. Por ende, estar en el laboratorio mucho tiempo y que los límites de tiempo sean laxos es bienvenido; pero es cierto que esto sucedió en un contexto que tiene muchas contras también.
Otra inquietud de Varela es la astronomía. Dice que cuando no está pensando en la música, piensa en ella. En planetas, galaxias, física cuántica, “y esas yerbas”. “El horizonte de sucesos es un concepto astronómico en realidad. Es el nombre que tiene el límite entre el universo como lo conocemos, digamos con las leyes físicas que conocemos, y un agujero negro, en donde las leyes de la física no son como en el resto del todo”, explica el músico galáctico. “Partiendo de ese concepto científico, entonces, me gusta hacer la lectura de que el horizonte de sucesos es el espacio que separa el mundo `lógico`, `comprobable` y `medible`, del mundo que no conocemos, el que no se puede concebir.
--¿Cuál sería ese mundo inconcebible?
--Quizás el de los sueños, quizás sin la muerte, quizás todo lo que imaginemos y deseemos.
Algo de eso hay en el disco. Algo de este loco espacio entre la música y los astros que Varela intentó cuidar a través de canciones que, en coautoría o no, le pertenecen casi en su totalidad. La única que no, es “Garúa”, del tándem Troilo-Cadícamo. El resto lleva su rúbrica: “La verdad es que sólo me gusta interpelar a otros artistas cuando lo que voy a sumar a sus obras es algo que tiene sentido agregar para crear algo nuevo, o al menos un enfoque personal”, señala sobre el todo, para luego extenderse en la parte. Por ejemplo en “Aguas”, un muy buen tema instrumental que concibió junto a Santi Martínez y Acho Estol, cuyo enclave es un personaje llamado “El musicópata”. “Este personaje es una especie de alterego, porque es mi versión divulgadora. Así se llama mi podcast”, informa el guitarrista, acerca del sitio virtual en el que habla de música, filosofía, psicología “y demases”. “Es un espacio en el que pretendo reflexionar sobre cómo la música nos interpela en la vida cotidiana en todos los aspectos. Decidí que la cortina de mi podcast sea `Aguas`, de ahí lo del musicópata".
--Es instrumental, algo setentosa. ¿Cómo la trabajaron?
--Arranqué yo con guitarras, un banjo y un cigar box, que es como una guitarra para slide que parte de una caja de cigarros, y lo terminé todo a primera toma. Luego le dije a Acho, que es un gran mandolinista y un amigo, que le sumara su mandolina y mucho después charlando con Santi sobre nuestra admiración por Rick Wakeman, le dije que hiciera algo por el estilo en un tema mío que estaba por sacar. Y voilá.
--La del musicópata es una “patología” que también se extiende al universo de la niñez. Es el caso de “Historia de Icalo y Dédalo”, cuya autoría compartís con Hugo Midón, ¿en quién pensaste cuando la compusiste?
--En el vínculo con mi hijo particularmente, pero a medida que fui haciendo la letra me di cuenta que también le estaba hablando yo como hijo a mi padre. Con lo cual se dio un juego literario de cierta esquizofrenia entre ser padre y ser hijo que al fin de cuentas es la realidad, porque soy ambas cosas. Es un tema que trata de contener, de abrazar y de refugiar en ese lugar que es el amor de un padre, sea cual sea el rol que uno tenga en él.
--¿Y qué hay de esa blanca calma que contiene a “Juego de azar”?
--Habla del adiós a un vínculo trascendental, pero luego del dolor, luego de la tormenta. Quizás cuando el dolor ya fue llorado en su mayoría y quedan las cosas lindas, la paz por haber amado, la felicidad por lo vivido y también la nostalgia por lo perdido, sabiendo que uno sigue caminando, y que de eso se trata la vida. Es una canción de adiós que busca paz, que busca abrazar el pasado, no pelearse con él y mirar el futuro en armonía, sabiendo que nada es tan pesado y somos sólo polvo de estrellas.
A la par de su producción solista, Varela marcha con Tangócratas, que comparte con Pablo Marchetti. Por estos días, el dúo está retomando la grabación del segundo disco, también suspendida por la Covid. “Se viene un material ecléctico y muy jugado, con grandes artistas. Como previa puedo decir que hay una composición mía junto a Agustín Guerrero que termina en una versión chacarera de 'She Bangs' de Ricky Martin. Ese es el panorama, porque se trata de un proyecto en el cual me permito delirar absolutamente sin ningún límite, y eso me gusta mucho”, cuenta el músico que –también a la par—está terminando la producción de varios discos, entre ellos otro de los geniales Hermanos Butaca.
--Hay en tu lista de Spotify un simple medio vidaloso, muy lindo, llamado “Canto de ordeño”.
--Esa canción la escuché por Cecilia Todd por primera vez y pasó a ser un obligado en mis oídos periódicamente. Es un canto venezolano hermoso que cuando lo escuché por primera vez lo imaginé a tres voces, porque me gusta mucho arreglar voces a capella. Así que llamé a tres grandes cantantes que son Julia Varela, que además es mi hermana, Lucila Vitale e Iara Sillitti, les pasé el arreglo y lo grabamos. Quedó hermoso, es una obra de culto quizás, lejana al ambiente de Horizonte de Sucesos, pero también es parte de lo que pasa en mi mente musical.