La familia Batallán se propuso realizar las conexiones para un pozo ciego, pero durante las excavaciones se llevaron una sorpresa al toparse con restos esqueletarios. El primer hallazgo fue el 19 de febrero, pero durante la semana pasada mientras continuaban con las obras, volvieron a encontrar dos restos más, en este caso de un niño y un bebé.
Los Batallán viven en la localidad de Julumao El Alto, del departamento de Andalgalá, por lo que dieron aviso al Museo Arqueológico Provincial Lafone Quevedo.
El hallazgo de los niños, sumado a los restos de los dos adultos, un plato indígena y fragmentos de cerámica de estilo Formativo, dan la pauta de un contexto funerario consistente en un enterratorio múltiple, seguramente de un grupo familiar, en cercanías o por debajo de su antiguo hogar; práctica habitual de las primeras poblaciones que habitaron la región.
Vinculados al enterratorio de los adultos, se hallaron fragmentos de alfarería de tipo Ciénaga, lo que inscribe al evento funerario, según cronología relativa, una antigüedad de 2.400 a 1.600 años.
En los dos casos se trata de un entierro indígena directo, sin la intervención de urnas de cerámica o estructuras funerarias en piedra, y se encontraban a una profundidad de1,2 metros. Ambos presentaban un lente de ceniza en el lugar donde fueron depositados los individuos.
El director del museo, el arqueólogo David Álvarez Candal, explicó a Catamarca/12 que este lente de ceniza parece pertenecer a “un ritual que se repite en otros enterratorios, ya sea si los restos están en vasijas mortuorias o afuera, la ceniza es una presencia que habla de un fuego que se hizo allí, tal vez para acompañar la ceremonia”.
Todavía no se ha podido determinar si fueron enterrados juntos o en diferentes momentos. Los niños tenían en el momento de su muerte entre 4 y 6 años el mayor y, el segundo, muy pocos días de nacido, según la apreciación del especialista.
Por las ofrendas en cerámica, que “casi siempre consiste en un platito o vaso”, Álvarez Candal señaló que “se trata de los primeros aldeanos de Andalgalá, por el estilo Ciénaga que se caracteriza por alfarería negras, grises o de dos colores con motivos geométricos. En este caso el cuenco eran ofrendas, seguramente tenía algún tipo de alimento o semillas”, observó.
El arqueólogo comentó que es algo común en la zona: “Todo el espacio ha sido ocupado por estos pueblos, unos construye y encuentra estas cosas”.
El 95% del patrimonio del Museo pertenece al arte precolombino, en general de los pueblos agrícola pastoriles, de los últimos 2500 años de historia. Álvarez Candal aclaró que “la historia tradicional dice que el hombre está aquí desde hace entre 8 mil y 11 mil años, pero hace 2500 comenzó la época de la agricultura y la cerámica”.
Los restos hallados forman parte ahora del patrimonio del Museo: “Vamos a continuar con el examen antropo-biológico, ello nos puede indicar edades, sexualidad, patologías, formas de vida; y permitirnos más argumentos para saber si es un grupo familiar”, subrayó.