El protagonismo de la tecnología para definir sobre decisiones importantes de los individuos resulta cada vez más impactante. No hace falta pensar en ejemplos rebuscados. El último mercado de pases del fútbol inglés es una muestra.
La estrella belga Kevin De Bruyne renovó su vínculo con el Manchester City hasta 2025. No fue exclusivamente por el dinero (otros clubes podrían haber igualado la oferta). El jugador decidió quedarse en el club luego de contratar a un equipo de científicos de datos. Estos analistas exprimieron cientos de variables y le recomendaron con un nivel de confianza plena en las métricas y la estadística prolongar la relación con el City. En Inglaterra hubo portales que aseguran que comenzó una nueva era para negociar contratos.
Este caso individual puede pensarse también para las decisiones de la sociedad. Tener miles de millones de personas conectadas a internet permite armar modelos y encontrar patrones sumamente precisos. La posibilidad de recolectar en tiempo real cada vez más datos de la población genera un potencial enorme para planificar y tomar decisiones. No es una novedad. Lo puede aprovechar la sociedad en su conjunto o simplemente aquellos que concentran la información. Al final de cuentas lo importante siempre son las mismas dos preguntas: para qué se usan los datos y quienes se benefician por tenerlos.
El negocio de la publicidad digital es un ejemplo que permite pensar sencillamente acerca de estos puntos. Actualmente los gigantes de internet que ofrecen a millones de usuarios servicios gratuitos como las redes sociales que valen fortunas en las bolsas de valores. En gran parte su monetización (capacidad de generar ingresos) proviene de los datos que conocen de sus usuarios y la habilidad de ofrecerles publicidad a medida. Saber rutinas, gustos y necesidades de la población vale mucho.
El mecanismo con el que se reparten los beneficios de la publicidad digital y se coordinan los incentivos parece de relojería. El usuario entrega gratis sus datos y recibe a cambio anuncios que se adaptan relativamente bien a lo que estaba buscando comprar. La red social cobra por poner en su plataforma la publicidad a medida y la empresa que paga para poner el anuncio llega directamente a su cliente potencial.
Sin embargo que este esquema funcione no significa que sea el más eficiente ni el más lógico. Si el dueño de los datos es el usuario, ¿por qué no cobra una parte de las ganancias que se generan en el negocio de los anuncios digitales?
En este punto es donde la tecnología vuelve a sorprender y comienza a ofrecer soluciones a través del desarrollo de plataformas innovadoras y herramientas financieras descentralizadas. El objetivo es devolver el valor de sus datos a los usuarios.
Entre los proyectos más interesantes aparece el de la moneda digital llamado basic attention token (BAT). Aprovechando la red de Ethereum, la apuesta de BAT es reconstruir la industria de la publicidad en internet: un negocio de al menos 330 mil millones de dólares al año. Esta moneda digital funciona en paralelo con un navegador de código abierto que se llama Brave (y compite en calidad con los navegadores de Google y Microsoft). Cuando el usuario lee diarios y navega en internet con Brave tiene la opción de aceptar o no recibir publicidad.
En el caso que acepte recibir anuncios comienza a ser recompensado con la moneda digital. En otras palabras: la empresa que paga por poner la publicidad no le da su dinero a la plataforma en la que se ven los anuncios sino al propio usuario que los mira. Este mecanismo con cero intermediarios es un cambio de paradigma para la industria de la publicidad digital pero que al mismo tiempo ocurre en otros sectores. Por ejemplo en la bolsa de valores es evidente el impacto de otros proyectos como Uniswap.
El aspecto interesante de la moneda digital BAT y su vínculo con el navegador Brave es la masividad que comienza a tener a medida que pasan los meses. Posiblemente sea el proyecto descentralizado de mayor cantidad de usuarios en el mundo. El navegador Brave tiene unos 26 millones de usuarios activos por mes y miles de empresas que están publicitando a través de este esquema sin intermediarios.
El fundador del sistema es posiblemente uno de los principales referentes de internet. Se llama Brendan Eich y fue el creador de JavaScript, el lenguaje de programación con el que se desarrollan todas las aplicaciones web.
Para el lector que le guste probar nuevas tecnologías simplemente debe descargarlo en su celular o en su computadora. Podrá seleccionar la opción de empezar a cobrar por ver publicidad y recibir poco a poco recompensas en monedas digitales. No se hará rico pero entenderá cómo se integra una billetera con monedas digitales en su navegador. Vale la pena estar preparados y aprender de a poco el funcionamiento de una nueva economía en internet.