De sentir una neta afición vocacional -y generacional- por el tango, Bernardo Baraj pasó a ser un tanguero de profesión. Primero se fue midiendo durante la década del '80 cuando, tras un decenio anterior marcado a fuego por su quehacer jazzrockero en Alma y Vida, incursionó en el género tanto a través de su dúo con Juan Barrueco -con el que registró el disco Nostalgia- como de su participación en la compañía Tango X 2. Pero fue recién bien entrado el siglo cuando decidió jugar en la primera del 2x4. Y jugársela entero, claro. El primer gol fue con asistencias de Alfredo Remus y Juanjo Hermida en 2004 (Tangueando). Luego llegó el singular Tal para cual (2015). Y finalmente Tu alegre corazón, trabajo en que lucieron Lito Vitale y Franco Luciani como invitados, y que Baraj pudo tocar bastante poco en vivo a causa de la pandemia. Pero que no piensa abandonar sin volver sobre sus pasos, hasta que el grito de gol se esfume en un recuerdo.
Precisamente en eso andará el exsaxofonista de Alma y Vida este sábado a las 20.30 en Borges 1975 cuando revea, junto a Felipe Traine en guitarrón y Juan Martínez en guitarra, las piezas de un disco que le valió una nominación a los premios Gardel 2020 en el rubro mejor álbum artista de tango. “Se van a encontrar con un show muy diverso, ya que suceden muchas cosas, porque ahora toco el piano y canto pero también sigo tocando mis saxos y mi flauta. También van escuchar un repertorio de clásicos, además de composiciones nuevas”, promete Baraj.
Entre los clásicos que prevé recrear el vientista priman sus vuelos originales por “Barrio de tango”, de Aníbal Troilo y Homero Manzi; “Fruta amarga”, de Hugo Gutierrez, y el mismo Homero y “Cuando tú no estás”, con música de Carlos Gardel y Marcel Lattes, y letra también la compuesta por dos, Alfredo Le Pera y Mario Batistella. A ellos se sumarán dos estrenos: “Réquiem Reo” y “Linda”, ambos con letra y música del vientista, que se hizo a la música poseído por el espíritu del free jazz “a la John Coltrane”. El primero dedicado al cincuenta por ciento de pobres que hay en el país “y a sus responsables” (Baraj dixit), y el segundo a su compañera Inés Cometto. “Bien merecido lo tiene ella, porque hemos construido una hermosa relación de amor y compañerismo”, endulza el músico, que compuso ambas piezas en plena era covid. “Es una situación difícil. No sé, el hecho de no poder encontrarte con tus seres queridos y de estar imposibilitado de trabajar para los que vivimos de nuestro trabajo es muy complicado… En este contexto nacieron los temas”.
-Hace un tiempo que desarrollás tu faceta tanguera. ¿Qué podrías decir, a manera de balance, sobre estos “nuevos” rumbos?
-En realidad, como alertan esas comillas, mi faceta tanguera es relativamente nueva solo en mi condición de cantante, porque como instrumentista me remito al Baraj-Barrueco de los años '80, cuya propuesta innovadora pasaba por colocar al saxo como instrumento protagonista en el género. También gravitan en este sentido mi paso por Tango x 2, además de haber trabajado mucho tiempo con Adriana Varela.
-Eso en cuanto a lo profesional, pero hay una vocación que nace de antes… No caíste en el género como un paracaidista.
-Para nada (risas). Soy tanguero por naturaleza. Soy del año '44, tiempos en los que lo que sonaba en las radios y en las calles era tango, aunque esta nueva instancia de cantor, compositor y autor del género me llena de energía. Me pone en una escena renovada, me desafía.
Consustanciado con la vertiente decareana que, según su visión, planteó la evolución sonora y conceptual que llegó hasta Astor Piazzolla, y admirador no solo de éste sino también de Horacio Salgán, Roberto Goyeneche, Edmundo Rivero, Angel Vargas y Floreal Ruiz, entre muchos otros, Baraj asegura que el jazz sigue conviviendo dentro suyo “al nivel del tango”, mientras le baja un cambio a todo lo que tenga que ver con premios y reconocimientos, como le pasó a él con el Gardel 2020. “Siempre es una satisfacción estar nominado a un premio y esto le genera a uno una cierta expectativa, pero no es algo central en mi actividad”, modera este artista que, entre su debut con el Sandro de la Cueva y el presente, lleva 55 años de acción musical.
-¿Cómo se cuelan las reminiscencias de Alma y Vida en este contexto?
-Bueno, uno es la resultante de todas las experiencias de vida y musicales, y Alma y Vida está entre ellas. Así se mete.
El saxofonista fue uno de los fundadores de aquella banda, tras su paso por el grupo solista de Leonardo Favio, a quien homenajea con el tema “Muchacha de abril”. El derrotero de los cinco discos grabados por Alma y Vida en apenas tres años (1971-1974), y la llegada popular que tuvieron temas como “Salven a Sebastián”, “Del gemido de un gorrión” o “Don Quijote de barba y gabán”, hicieron que el nombre de Baraj quedara sellado a fuego con aquella agrupación hasta que un breve pero intenso paso por la Banda Spinetta -que lo encontró tocando saxo en las presentaciones en vivo de A 18 minutos del sol-, el mencionado dúo con Barrueco y el renombre que adquirió para el folklore de proyección el trío Vitale-Baraj-González, ayudaron a construir un perfil artístico personal que suma mucho más a aquella experiencia setentista. “Hasta me verán bailar un tanguito de Pugliese con mi compañera Inés”, sintoniza el ecléctico Baraj con 77 años que, a medir por energía y lucidez, se le notan poco.