Clásicos deshabitados

“Los cuadros son una impresión en el tiempo, un instante fugaz donde el artista presenta al espectador una composición estática cuidadosamente coreografiada. Les propongo considerar el momento en que los personajes de las obras se han marchado, a reflexionar sobre los paisajes y las estructuras que forman el telón de fondo de esa composición. En ausencia de representaciones de personas vivas, aquellas que habían habitado esas escenas, relacionémonos con la imagen únicamente a partir de nuestro pensamiento, habitémosla desde un lugar distinto”. Tal es la invitación que acerca Octobrium, artista que estudió en el Edinburgh College of Art y actualmente vive y trabaja en Londres, con Paintings from an alternative position in time, su más reciente serie. Son, como su nombre bien indica, pinturas de grandes maestros reconstruidas digitalmente desde una posición alternativa, posterior al momento en que fueron originalmente concebidas. Un después solitario, como puede verse a partir de sitios prácticamente despoblados, vaciados de terrícolas, salvo alguna rara excepción... Cuenta el mentado Octobrium que con este proyecto pretende “explorar la idea del tiempo”, atendiendo –eso sí– a que sus versiones de clásicos pictóricos “emulen la impronta y el estado anímico a los que inducía la pintura original”. Al respecto, fue revisando –vía web– las arcas de la National Gallery londinense que el muchacho se decantó por un manojo de beatos trabajos para reinterpretar; entre ellos, La adoración de los reyes magos, pintura al óleo de Jan Gossaert, fechada entre 1510 y 1515; San Jerónimo en su estudio (1474-1475), de Antonello da Messina; Vida de San Cenobio, de Sandro Botticelli, de aproximadamente el año 1500. A los que seguirán otros el día después de mañana, entregado el ignoto Octobrium a seguir “creando algún tipo de conexión con pinturas de otras épocas”.

¿Extra picante?

Cuando buena parte de los mortales creía que una notificación o mensajito de texto era más que suficiente para enterarse si el delivery estaba en camino, una plataforma demuestra que hay modos infinitamente más entretenidos –y subiditos de tono– para estar al tanto. De los creadores de CamSoda, web de contenido para adultos, llega Grubuzz: novísima tecnología que brinda actualizaciones en tiempo real sobre el estado de un pedido de, obvio es decirlo, peculiar manera. Aprovechando las habilidades de los teledildonics (es decir, aquellos juguetes sexuales que pueden ser controlados en forma remota, a través de internet), el flamante servicio permite sincronizar el dildo de la usuaria con aplicaciones como Uber Eats, haciendo que el chiche aumente sus vibraciones a medida que la comida se acerca a su domicilio. “La frecuencia crece a través del proceso de envío. Comienza lentamente cuando el restaurante recibe la orden y va intensificándose progresivamente cuando el pedido sale, se arrima a la residencia, llega por fin a su destino”, ha sido la bastante sosa explicación de CamSoda vía comunicado oficial. Y es que, según Daryn Parker, vicepresidente de la plataforma, “en este último año de pandemia, la gente se ha acostumbrado a pedir delivery de sus locales de comida preferidos. Los antojos de cuarentena son reales, también el notable crecimiento en popularidad de la teledildónica. Entonces pensamos que sería una buena idea combinar ambas actividades y producir una tecnología que alegrase a las personas mientras esperan que llegue su cena”. Cabe suponer que, además, baja los niveles de ansiedad: ningún apuro en que llegue las milanga, hamburguesa, pizza… Para Parker los beneficios del servicio saltan a la vista: “¿Qué mejor manera de embucharse el plato favorito que después de haber tenido un orgasmo?”. Dicho lo dicho, de momento Grubuzz solo estará disponible para vibradores de clítoris, aunque la compañía ya sueña con otras versiones, que promete para los venideros meses. No vaya a ser cosa que priven a potenciales usuarios de tan vital, cof, cof, invención.

¡A encallar, a encallar!

Pocos megabuques más –infamemente– célebres que el Ever Giver, que encalló en el Canal de Suez generando insólito embotellamiento marítimo. Aunque el reflotamiento del larguísimo barco de 400 metros de eslora ya es realidad, al igual que el restablecimiento del tráfico por la concurrida arteria, ha lanzado la CNN un juego de simulación para que sepan mortales de todas las latitudes cuán difícil es conducir una embarcación de sus características por el estrecho canal. Gratuito, el desarrollo permite ajustar velocidad y dirección, aunque no atiende a otras variables como profundidad del agua o condiciones climáticas. Lo que no quita, empero, que no salte a la vista que “navegar una de las rutas comerciales más transitadas es una hazaña complicada, que implica mucho estrés y requiere habilidades de pilotaje maestras”. Así lo aclara el rotativo, cuyos expertos informáticos laburaron codo a codo con “el maestro marinero Andy Winbow y el capitán Yash Gupta en pos de producir este pasaje virtual”. Muy distinta, sin embargo, es la finalidad de otra web, decididamente irreverente, que bajo el nombre Ever Given Everywhere, invita a encallar al carguero en cualquier lugar del mundo. Dice el estadounidense Garrett Dash Nelson, geógrafo aficionado a la cartografía, que tardó un pispás en crear “esta ridícula herramienta, que permite encastrar una réplica digital del buque de carga en cualquier rincón de un atlas global interactivo”. “Podés jugar con una versión a escala para que el portacontenedores tenga un tamaño aproximadamente realista, o hacerlo de la dimensión que desees: atascarlo en una piscina o en todo el Océano Atlántico”, las breves instrucciones de un chiche absurdo, que ya visto a la nave bloquear el lago de Port Aventura, el estrecho de Bósforo, el río Ebro, incluso el Cádiz Club de Fútbol, que la propia institución ha usado para ubicar en su estadio.

Una casa para un movimiento

“No voy a festejar mi cumpleaños en casa, pero sí celebraré mi hogar en el día de mi cumpleaños”, pasaba aviso la celebérrima escritora y activista Gloria Steinem el pasado 25 de marzo, con motivo del 87 aniversario de su natalicio, poniendo el foco en su departamento neoyorkino, donde vive –ampliaciones mediante– desde 1966. Las circunstancias, a la altura del mito: sirvió este sitio de Upper East Side, en Manhattan, como base operativa para reuniones feministas pioneras de la segunda ola, además de oficiar de punto de encuentro para cranear los tempranos números de la icónica Ms Magazine, que por esos días fundase esta legendaria periodista. De allí que, en asociación con Google Arts & Culture, permitiese Steinem un tour que hará las delicias de cualquier cotilla: un recorrido interactivo y virtual por el mentado apartamento, que se suma a una iluminadora exhibición multimedia bautizada A Home for a Movement. Así, desplazando el cursor, cualquier persona puede curiosear los acogedores interiores estampados, sus fotografías preferidas, el escritorio donde trabaja regularmente (la oficina, reconoce, “es para mí un nido y un símbolo de libertad”), las estanterías cargadas de mementos y un etcétera prácticamente infinito de tan nutridas las paredes, las cómodas, las repisas, ¡la biblioteca! Una vida contada a través de los más eclécticos tesoros, que desde el hall de entrada no deja dudas sobre la causa a la que le ha puesto el cuerpo Gloria; el feminismo, sobra la aclaración. “Siempre sentí que había algo especial en entrar en el espacio vital de alguien”, dice Steinem, que se ha asentado los pasados meses en el rancho de una amiga en California para pasar la pandemia, pero que a distancia abre las puertas de su apartamento para que cualquiera fisgonee sus rincones, donde conviven poesías de puño y letra de Alice Walker, imágenes de clínicas aborteras bombardeadas, el primer número de Ms. encuadrado, fotos con figurones como Susan Faludi, Dorothy Pitman Highes (cofundadora de la Women’s Action Alliance), Wilma Mankiller (primera jefa de la Nación Cheroke), el legendario sombrero rojo de la congresista y ecofeminista Bella Abzug, por citar unas poquitas reliquias. Además de ¡cantidad! de estatuillas de elefantes, animales que Gloria reivindica porque “a pesar de ser enormes, son pacíficos, son vegetarianos, tienen sentido del humor y, encima, buenísima memoria”.