Con una adaptación de la ópera Evita con temática de protesta, el movimiento ambientalista internacional Avaaz reclamó al Fondo Monetario Internacional una reducción e incluso de eliminación de las deudas externas financieras de los países emergentes, en compensación por la deuda ecológica que mantienen con ellos los países desarrollados.
"Los responsables del cambio climático son los países industrializados, que emiten grandes cantidades de dióxido de carbono y cuentan con altos niveles de consumo depredando los recursos naturales y generando vulnerabilidad en los países del sur, que tienen que afrontar los costos de las tragedias ambientales", afirma Oscar Soria, director de campañas de Avaaz, en diálogo con PáginaI12 y agrega: "Es necesario cambiar el paradigma, país desarrollado-país emergente, y pensar en términos de aportes y consumos, entendiendo que la agenda ambiental permite negociar los créditos y las deudas desde otro lugar, tanto en lo que se vincula al clima, como en lo que se vincula a la huella ecológica".
De acuerdo al movimiento, los países latinoamericanos poseen un Producto Bruto Ambiental (es decir, recursos naturales, hídricos y potencial teórico de producir alimentos) de unos 17.61 billones de dólares mientras que sus deudas con el FMI son de apenas 58.800 millones de dólares.
Avaaz reclama a la directora ejecutiva del FMI, Kristalina Georgieva, que “no permita que los parásitos financieros, que durante décadas han venido lucrando de las deudas ambientales contraídas por la sobreexplotación de los recursos naturales del planeta y los habitantes de los países emergentes, sigan dictando y lucrándose de las nuevas reglas de juego”.
El movimiento lleva adelante desde hace años una campaña relacionada al tema de la ecuación de la deuda. Uno de sus mayores logros fue cuando, en marzo del año pasado y junto con otros organismos mundiales, el G20 suspendió toda la deuda bilateral a 77 países para el 2020, alrededor de 20.000 millones de dólares.
Sin embargo, a un año de esta situación, el problema persiste y el movimiento ambientalista reclama por un cambio más profundo y estructural: "Queremos generar nuevas reglas para que los países pobres se puedan recuperar mejor. Además de la reunión de primavera del FMI, este año habrá encuentros del Club de París, del G7 y del G20 y son momentos claves para ver hacia dónde va a ir el mundo este año. La historia de la deuda que logremos resolver este año va a ser la arquitectura de la recuperación de los próximos diez años", afima Soria.
Por qué Evita
La manifestación realizada el jueves tomó la forma de una adaptación de la ópera Evita frente a las oficinas del FMI en Washington. Una activista de Avaaz personificó a Eva Perón y cantó una versión adaptada con el eslogan: “Marca la cancha, Argentina”.
La selección tanto del personaje como del país no fue al azar: Evita personifica a la lucha por el desarrollo nacional y Argentina es un gran acreedor ambiental que, además, es miembro del G20.
De acuerdo a los manifestantes, la deuda de 45.000 millones de dólares que Argentina tiene con el organismo es muy menor a su superávit ecológico y recursos naturales, que asciende a 5.47 billones de dólares.
En diálogo con este diario, Soria compartió algunos ejemplos concretos para visualizarla:
* Proteger el Mar Argentino de la sobreexplotación de la merluza le generaría al país por lo menos 10.000 millones de dólares anuales de ingresos.
* Conservar la Selva Misionera en su estado actual cuesta unos 1.200 millones de dólares por año, cálculo basado en el costo de oportunidad de no sembrar soja, la captura de CO2 que genera la selva y el mantenimiento de la selva según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
* De acuerdo a las mismas fuentes, conservar el Bosque Chaqueño en su estado actual cuesta 1.700 millones de dólares por año.
* El sector agrícola argentino es especialmente vulnerable, teniendo en cuenta además que la "aceleración" de la desertificación para este siglo es ya casi un hecho.
"La crisis climática ya ha mostrado sus devastadores efectos en la mismísima economía argentina con una sequía que culminó en un desplome de 2,5 puntos de su producto bruto interno, y un rescate -en el 2018- del FMI sin precedentes. Las tierras argentinas han sido arrasadas con una sequía durísima en 2017 y 2018, que ha debajo a los productores en bancarrota", explica Soria.