La descolonización es un fenómeno tan radical -advertía Frantz Fanon- que detona un desorden en el mundo. En su último libro El ojo en la mira (publicado en Argentina por Ampersand), Diamela Eltit dice que es necesario un “des-orden en el mundo” para conseguir habitar un universo igualitario. La escritora chilena es la segunda mujer que gana el Premio Internacional Carlos Fuentes a la Creación Literaria 2020, otorgado por la Universidad Nacional Autónoma de México y la Secretaría de Cultura de ese país por “su compromiso con la reinvención del lenguaje”, según destacó el jurado integrado por Cristina Rivera Garza, Mario Bellatin, Adolfo Castañón, Angelina Muñiz-Huberman y Luisa Valenzuela, la escritora argentina que se convirtió en la primera ganadora del galardón en la edición 2019. “Su trabajo literario ha sido significativo en el proceso de cambio social y cultural en los territorios de la lengua española, renovando las formas mismas de la expresión por medio de su estructura, en la que conviven la poesía, el ensayo y la narrativa”, fundamentó el jurado.
De un total de seis premiados, solamente hay dos escritoras ganadoras: Valenzuela y Eltit. “En el ámbito literario se repiten las mismas condiciones que circulan y se naturalizan en todos los espacios sociales que consideran a la mujer como sujeto subsidiario. La literatura que, en principio, puede ser entendida como un sitio liberador de ordenanzas, un lugar más polémico y audaz, en realidad está permeado por los mismos mandatos e idénticas formas de dominación”, plantea Eltit a Página/12. La escritora chilena, que nació en Santiago de Chile en 1949, publicó las novelas Lumpérica (1983), El cuarto mundo (1988), Vaca sagrada (1991), Los trabajadores de la muerte (1998), Jamás el fuego nunca (2007) e Impuesto a la carne (2010), entre otras.
“Yo pienso que es urgente desbiologizar la letra, entender lo literario como una producción socioestética que no puede ser catalogada de manera biológica hombre-mujer/masculino-femenino. Si examinamos los mecanismos literarios es muy recurrente la clasificación: literatura de mujeres. Y en otro espacio la literatura, la real, según el orden de la enunciación, le pertenece al hombre. En ese sentido el sistema opera de manera inteligente y construye bajo el rótulo literatura de mujeres solo una ampliación del gueto. Hay que democratizar la letra para generar un horizonte igualitario. Desde luego no basta ser mujer para producir una literatura poderosa, pero tampoco basta ser hombre”, subraya la escritora chilena que en 1979, cuando era una estudiante de literatura en la Universidad de Chile, fundó junto a Raúl Zurita, Lotty Rosenfeld, Juan Castillo y Fernando Balcells el Colectivo de Acciones de Arte (CADA), un movimiento de resistencia cultural contra la dictadura de Augusto Pinochet.
En El ojo en la mira, un texto en el umbral de la memoria autobiográfica y el ensayo, reconoce que fue importante para ella “habitar desde siempre una política de izquierda” y agrega que leer la empujó a decisiones que podrían ser pensadas como “emancipatorias”. Eltit, que ganó el Premio Iberoamericano de Letras José Donoso (2010) y el Premio Nacional de Literatura en Chile (2018), integró el jurado del Primer Concurso Latinoamericano de Crónicas Caras y Caretas 2020, “La vida en tiempos de la peste”. En su último libro aparecen muchos temas que la han convocado una y otra vez, como el cuerpo y sus dilemas. “El cuerpo de las mujeres me parece hoy, después de décadas de pensarlo, como una producción discursiva, una ‘zona de sacrificio’ (ocupando un término medioambientalista), porque ese es el cuerpo que sostiene la economía por la vía del salario inequitativo o de los trabajos impagos”, explica la escritora chilena. “En general, por los dictámenes sociales, muchas escritoras deben enfrentar el triple trabajo. Las tareas de administración doméstica y cuidados familiares, trabajo asalariado y la escritura. Esas formas están también naturalizadas, pero la escritura implica un trabajo intenso y extenso y la suma de deberes no son considerados como un exceso por el sistema y menos aún por el espacio literario”.
Eltit cuestiona la política sanitaria del presidente Sebastián Piñera. “El gobierno no ha cesado en autofelicitarse, por las compras que ha hecho, primero de ventiladores mecánicos después de vacunas. Esos triunfos han operado como coartadas para reabrir la economía en todos los niveles sin trazar la enfermedad y produciendo desastres sanitarios –precisa la escritora-. Pasamos de ser los winners a un ejemplo mundial de lo que no se debe hacer mientras se vacuna a la población. Es doloroso. Terrible. Irresponsable. Hay más de 30.000 personas muertas...”.