Un 30 de abril de hace cuarenta años, las Madres de Plaza de Mayo daban su primera ronda a la Plaza, creando en este gesto un movimiento de acción y resistencia que sería fundante para este país. Lo hacían después de concluir que sus entrevistas en la capilla Stella Maris del barrio de Retiro, donde funcionaba la vicaría castrense, con el obispo Emilio Grasselli (quien sería luego imputado en los Juicios por la Verdad), resultaban inútiles. Desde entonces cada jueves, “llueva o truene, caiga Navidad o Año nuevo”, según recuerda ahora Hebe de Bonafini, estas Madres que los argentinos han visto crecer en todo sentido, dan su ronda a la Plaza. A cuarenta años de aquella primera ronda, se preparan para celebrar el aniversario redondo. Lo harán junto a artistas que han sentido cerca también desde siempre: Teresa Parodi, Liliana Herrero, Víctor Heredia, el grupo Arbolito. Y en el lugar donde crearon una escuela de artes y oficios y centro cultural dentro del predio de la ex Esma (Av. Del Libertador 8151): El Espacio Cultural Nuestros Hijos, que hoy resiste sosteniendo sus actividades, sin apoyo alguno del Estado. El homenaje será allí este jueves, desde las 19.30, con las actuaciones de todos estos artistas, acompañando una vez más, a las Madres.  

La Casa de las Madres, donde se realiza la entrevista con PáginaI12, en su sede frente a la Plaza Congreso, tiene mucho de lo primero y de lo segundo: aquí se siente el olor del puchero que ya hierve para el almuerzo, se comparten recetas, se pasan soluciones caseras para el dolor muscular. El puchero que hizo Hebe da pie al recuerdo de “Cocinando política”, el ciclo que hace unos años la presidenta de Madres de Plaza de Mayo protagonizó en el ECuNHi, donde charlaba con un político invitado mientras cocinaba y pasaba la receta, para luego degustar el plato con los asistentes. Los recuerdos y anécdotas se acumulan en otra ronda, la que esta vez forman alrededor de Hebe Parodi, Herrero, Heredia, los integrantes de Arbolito Agustín Ronconi y Pedro Borgobello, y Verónica Parodi, quien junto a María de los Angeles Ledesma dirige actualmente el ECuNHi. 

“A nosotras también nos parece mentira, cuarenta años… ¿Y cuántas rondas? No faltamos nunca un jueves. Cuando nos cerraron la plaza, por siete u ocho meses, fuimos a otra plaza, la ronda siguió. Llueva o truene, caiga Navidad o Año nuevo, seguimos. Ese primer 30 de abril de 1977, me acuerdo que fue un día de sol”, evoca Hebe. “Pero yo creo que en realidad, el nacimiento de las Madres fue un poco antes. Fue cuando Azucena (Villaflor De Vicente, quien luego fue secuestrada en la Esma y asesinada), estando en la iglesia esa de la Marina, dijo: basta con estos curas de mierda, te hacen sacar hasta los zapatos, te revisan, parecen milicos. Vamos a la plaza”. 

–¿Y cuál es la primera imagen de ese primer 30 de abril que le aparece en el recuerdo?

–Lo primero que me llamó la atención fue la imagen de María Adela (Gard de Antokoletz) y Azucena, tan opuestas. María Adela muy arreglada y elegante, Azucena con sus brazos gordos llenos de papeles, anotando todo. Esa imagen es muy fuerte, y siguió siendo así. 

–¿Y cuáles recuerda como hitos?

–Algunas son grandes hitos, otras son contradicciones. El día que decidimos que Liv Ullmann hiciera la película (La amiga, de 1989. Cuando vino a charlar con nosotras, a mí no me gustó nada, ¡me agarró un llanto! Pero después hizo un papel extraordinario y cuando vi la película me convenció de que era una gran artista. Nos hizo mucho bien porque cuando nadie hablaba de la exhumación de cadáveres, ella hizo un monólogo en el cementerio, extraordinario. Es decir que fue para mí una lección, un aprendizaje. Hay otras películas que se hicieron mal, pero no era con el acuerdo de las Madres, ahí una ya no puede decir nada. Como la ópera que se hizo en el Colón, ¡una porquería! Hicieron una cosa espantosa, con un cajón en el medio y las madres llorando a los gritos, una que se revolcaba por el piso... Las madres no somos eso. En cambio, de nuestra lucha y nuestras marchas, no había una palabra. Cuando el director vino a preguntarme qué me había parecido yo le dije: hiciste una porquería. Hubieras venido antes a conocernos, hubieras hecho otra cosa. Pero los tanos y sus operas tienen que ser trágicos… Viste que a los artistas no se les puede decir que hacen una porquería… (risa general de los artistas que la rodean).  

–¿Y alguna especialmente feliz?

–Tantas… Cuando lo conocimos a Néstor, cuando le dimos el pañuelo a Cristina y ella lo agarró con tanta ternura… Cuando Bono nos hizo subir al escenario en River frente a miles de pibes... Quedamos muy amigos, después vino a la Casa de las Madres, nos dio 50 mil dólares para la Universidad. Charlamos mucho, me contó: “sabés que yo tengo todo, pero me falta lo esencial: Estar con mis hijos”. Y yo le dije: ¡Pero pibe, si te sobra la plata, dejá de laburar un tiempo! “Nunca lo pensé”, me dijo él. Al tiempo me mandó una tarjeta: “Gracias, seguí tu consejo, me compré un castillo no sé dónde, me tomé un año sabático y ahora puedo llevar a la escuela a mis hijos…”.

–¿Cómo las encuentran a las Madres estos cuarenta años, qué significan en 2017?

–Es triste cuando ves a las Madres que se van poniendo viejitas, que se enferman… el año pasado murieron varias. Yo no tengo problemas de morirme, lo que no me gustan son las cosas que pasan antes de que te mueras… no quiero quedar como una cosa. Por eso escucho a todos los gerontólogos, hago ejercicios para agilizar la cabeza… Estamos quedando pocas y a varias ya les falla la cabeza, eso me pone mal. Pero me pone bien que todo está en manos de los jóvenes. Así que continuar, va a continuar. No sé si van a continuar las rondas, porque eso es muy de las Madres, pero todo lo demás va a seguir, en manos de los jóvenes. 

Las Madres, hoy y siempre

–Un aniversario redondo obliga al repaso. ¿Qué significan hoy las Madres de Paza de Mayo? 

Teresa Parodi: –Las madres son fundamentales en la construcción de esta Patria. En los momentos más oscuros yo miraba ese pañuelo, a las Madres caminando con sus cabezas en alto, y yo sabía que para ese lado tenía que caminar. Las veo como dice Hebe, caminando cada vez un poco más lento... Y Hebe con esa fuerza que entusiasma… Y hoy siguen siendo lo mismo para mí: una guía de luz. En lo personal, las Madres son un antes y un después en mi vida. Un día Hebe me llamó y me dijo: hola, qué tal, soy Hebe de Bonafini, las Madres cumplimos diez años, quiero que vengas a tocar al Luna Park. Y así fue, con Paco Ibáñez, Enrique Llopis y Hamlet Lima Quintana. A partir de ahí inicié una relación muy central en mi vida. He charlado con Hebe en los momentos mas duros de nuestro país. 

Víctor Heredia: –A mí me vienen muchas imágenes, pero la primera es la de mi madre. Intenté convencerla de que viniera muchas veces, pero nunca quiso. Lo máximo que conseguí es que fuéramos juntos a una ronda un día, no quiso hablar, y en la mitad se quiso ir. Me acuerdo de eso, siempre. A mí en este momento las Madres me interpelan especialmente, como ciudadano. Me pregunto cómo se ha podido transformar un acto tan heroico, y de tan extraordinaria ternura, en algo para difamar, minimizar y marginar. Cuando ha sido eje sustancial de nuestra democracia. Entonces me interpela y me hace interpelar a una sociedad que permite que su columna vertebral pueda ser insultada de esta manera. Y entonces, las Madres se me agrandan. 

Liliana Herrero: –Las Madres nos salvaron la vida. Una organización que repone la democracia en un país, le salva la vida. A estas Madres las conocí tardíamente, mucho después de lo que cuentan Teresa y Víctor, porque yo vivía en Rosario, y acompañaba a las Madres de Rosario. Horacio (González) sí las conocía de mucho antes, porque cuando volvió del exilio, inmediatamente Hebe lo contactó y trabajó mucho en varios proyectos. Yo tengo esa sensación paradojal de que Hebe es inflexible y defiende sus ideas hasta el final. Y ante eso, creo que uno debe hacer lo mismo. En este momento se me aparece la figura de Rubén Naranjo, un querido amigo, un hombre que acompañó y aglutinó a las Madres en Rosario, y que con un grupo de locos creó en el sur de Rosario la Biblioteca Vigil, donde trabajé, y donde después quemaron los libros, cuando fue intervenido por la Aeronáutica. Las Madres nos salvaron la vida y hoy lo reafirmamos más que nunca, frente a estas embestidas que han aparecido, incluso la teoría de los dos demonios. Este gobierno evidentemente intenta erigirse como punto cero de la historia. Y acá no hay punto cero. Acá hay una historia de luchas que han repuesto la vida democrática de este país.

Agustín Ronconi: –Nosotros empezamos a salir a la calle en los 90, primero como estudiantes, defendiendo la educación pública, cuando arrasaron con todo, como quieren hacer ahora. Después junto a H.I.J.O.S., y después ya como músicos. En el 99 nosotros recién estábamos arrancando, y Hebe fue a grabar al estudio nómade que teníamos con Arbolito. Con total generosidad, cuando todavía no nos conocía mucho nadie…

Hebe de Bonafini: –Al poco tiempo fui a Italia y, no se cómo, un chico tenía ese compact de ustedes. Justo llegó y lo ponen a todo volumen. ¡Lo que he llorado! No podía creer que apareciera ahí. Es que siempre tuve mucha onda con los pibes. Bah, mejor dicho: siempre tuvieron onda los pibes conmigo...

A. R.: –Es que las Madres condensan amor, revolución, y juventud. Uno que anda por los cuarenti, ya se empieza a cansar de algunas cosas… ¡y las ves a Hebe, escapándose cuando la vinieron a buscar acá! Es un acto de rebeldía juvenil hermoso y sano. Porque no se puede aceptar mansamente todo. 

H. de B.: – ¡Eso mismo digo yo! No podemos dejar que hagan todo esto que están haciendo y quedarnos sentados, mirando. Les dije a los chicos del Arsat: ¿Por qué se fueron? Tendrían que haber tomado el lugar. Si nos llamaban, íbamos todos a apoyarlos. Y hoy nadie sabe que a los tipos los sacaron, echaron a todos y desarmaron todo. Hay que hacer notar todo lo que hacen… 

A. R.: –Esa manera de ser de reaccionar pasionalmente, jugadas enteras, es lo que nos enamora de las Madres. 

Pedro Borgobello: –Cuando las Madres arrancaron, yo tenía dos años. Somos la generación de los hijos de sus hijos. Siempre pienso lo que habrá sido en ese momento, en 1977, plantarse frente a la dictadura, y reaccionar dando vueltas a la pirámide frente a la frase: circulen. Ahí, con esa actitud, ellas han torcido el destino no sólo de un país, de todo un continente. Y son ejemplo en el mundo. 

H. de B.: –Chávez quería que yo presidiera las Madres Latinoamericanas. Pero no había Madres ni denuncias en otros países. Le expliqué: yo no puedo inventar a las Madres, esto es una construcción colectiva y tiene que surgir de abajo. Pero él insistía. Y hasta poco antes de morir, me llamó: “Mirá que tenés una deuda conmigo”, me decía. No entendía que esa fuerza tenía que surgir de cada país, para después sí, en todo caso, hacer algo continental. Porque hacer un colectivo es difícil: hay que hablar y discutir mucho... Nosotras al principio teníamos discusiones muy bravas, como cuando decidimos quitar los nombres de nuestros hijos del pañuelo, al entender que estábamos peleando por todos los hijos. A muchas al principio les costaba, hubo que darles tiempo...

T. P.: –¡Y las cosas que han hecho en todos estos años, entre ellas! Los talleres de escritura, de pintura, ¡de murga!

H. de B.: –Es que cuando Menem nos robó todo, como está pasando ahora, una pintora amiga nos dijo: para sacarse la bronca, pinten, escriban. Así descargan. El arte es liberador, también sirve para desembroncarte. 

¡Hicimos unas porquerías bárbaras! (risas). Pero no nos quedamos con la bronca adentro. Porque las Madres siempre tuvimos esa filosofía: no quedarnos con el odio, y apostar a la vida. Eso es lo que seguimos haciendo.