En Argentina, las fuerzas políticas conservadoras reunidas en la principal alianza opositora, la secta de economistas mediáticos y gran parte del mundo empresario se han ubicado cómodamente a la derecha del FMI en términos conceptuales y de propuestas.
La pandemia es un acontecimiento inesperado que alteró el normal funcionamiento de la economía global. Sin mostrar mínimo registro de este suceso impactante, cuyo saldo sanitario, sociolaboral, geopolítico y de organización económica requiere de un adicional esfuerzo de reflexión, esos actores políticos exhiben sin pudor precariedad analítica disimulada con la prepotencia del poder. Esto es lo mismo que decir la soberbia de la ignorancia.
La reafirmación que hacen de sus posiciones regresivas extemporáneas ante una debacle global devastadora ha dejado al Fondo en un lugar insospechado. Quienes se detienen a estudiar sus más recientes textos de divulgación descubren que, pese a ser parte de un marco conceptual conservador-ortodoxo, tiene la capacidad de advertir la gravedad de esta crisis. Y, por lo tanto, expone voluntad discursiva de adaptarse a la actual situación modificando un poco la cosmovisión de lo que está pasando en el mundo.
Recomendaciones
Que esos factores de poder locales, con gran parte de los medios de comunicación siendo sus voceros exaltados, se coloquen con entusiasmo a la derecha del Fondo Monetario altera el panorama habitual, teniendo en cuenta la histórica función que ha cumplido ese organismo internacional en los países endeudados.
El Fondo era y sigue siendo el auditor de los intereses de grandes empresas, internacionales y locales, y de las finanzas.
Pero esa tarea está bajo tensión a partir de la crisis más fulminante de por lo menos los últimos cien años, provocada por una de las diez pandemias más trágicas de la historia de la humanidad, de acuerdo a la evaluación cuantitativa del politólogo canadiense y cofundador del brasileño Instituto Igarapé Robert Muggah, en un último artículo publicado en Project Syndicate.
En este contexto dramático, el FMI se ha movido de sus tradicionales manuales regresivos al incorporar recomendaciones e ideas no habituales en sus programas estándar. Algunas de ellas son:
* Aplicar un impuesto global a multinacionales.
* La inflación es un fenómeno multicausal.
* La concentración económica es un problema y puede generar márgenes adicionales que impactan en precios y en la competencia.
* Mantener una política fiscal expansiva y realizar transferencias monetarias directas a los hogares pobres.
* Manifestar preocupación por la desigualdad económica y en el acceso a las vacunas.
Otra K que incomoda
El FMI no se ha convertido en una organización revolucionaria ni es la vanguardia de la transformación del sistema capitalista. Sigue siendo una estructura tecnoburocrática conservadora con sede en Washington.
El papel que intenta desplegar en el debate mundial puede estar forzado por la impiadosa realidad de la crisis del coronavirus. O por la renovada conducción de la búlgara Kristalina Georgieva, europea con otra sensibilidad por provenir de un país periférico y con restricciones similares a otros emergentes, que reemplazó a la francesa Christine Lagarde, quien lideró los planes de austeridad a Grecia, avaló el inédito crédito al gobierno de Macri y estuvo acusada de abuso de poder como funcionaria del gobierno de Francia.
Resulta evidente que el Fondo de KG está enviando mensajes explícitos de que si se quiere preservar el funcionamiento del capitalismo tal como se lo conoce en Occidente es necesaria la cooperación internacional para implementar medidas específicas no convencionales.
Es indisimulable la incomodidad de los principales jugadores de las finanzas globales con lo que está haciendo KG, fastidio expuesto en el período de la renegociación de la deuda en dólares con el ministro de Economía, Martín Guzmán.
Los fondos de inversión cuestionaron al FMI por inclinarse hacia la estrategia de refinanciación planteada por el gobierno de Alberto Fernández, que fue exitosa porque extendió el plazo de pagos con un período de gracia y con fuerte reducción de la tasa de interés.
Ahora pretenden que sea más duro en la exigencia del ajuste de la economía argentina. Esto último es un capítulo que sigue abierto pero no debería haber mucho margen de avanzar en ese sentido de acuerdo a lo que KG ha dejado expuesto en notas y discursos.
El "dueño" del FMI
Artículos y documentos del Fondo de estos meses son prueba de la existencia de otro clima analítico en la gestión Kristalina, que luego habrá que evaluar si se plasma en medidas concretas.
Esto último, en definitiva, dependerá de la actitud que tengan los "dueños" del organismo, siendo el principal Estados Unidos. Se trata de un frente de disputa política complejo con las potencias económicas, pero resulta más aliviado de encarar cuando aparece otra comprensión analítica en la jefa y el staff del Fondo.
Por lo pronto, como señal alentadora de que algo se está moviendo en esas esferas del poder mundial, la secretaria del Tesoro de Estados Unidos, Janet Yellen, anunció que quiere negociar con el resto de los miembros del G-20 la coordinación de un impuesto mínimo sobre las corporaciones.
Yellen afirmó que "juntos podemos aplicar un impuesto mínimo global para asegurarnos de que la economía prospere sobre la base de una mayor igualdad de condiciones de tributación para las empresas multinacionales y que se impulse la innovación, el crecimiento y la prosperidad".
El cambio de administración del republicano Donald Trump al demócrata Joe Biden logró destrabar también la ampliación del capital del FMI en DEG (Derechos Especiales de Giro), cuya propuesta inicial era por el equivalente a 500 mil millones de dólares que se elevó en estos meses a 650 mil millones.
Es una iniciativa de Kristalina Georgieva impulsada desde mediados del año pasado como mecanismo de auxilio financiero en la pandemia, que los Estados Unidos de Trump resistía y ahora destrabó Biden.
Esos dólares permitirán mejorar las finanzas de los países, obviamente en especial los que están en una situación complicada en ese frente, como la Argentina que recibirá 4550 millones para sumar a las reservas del Banco Central.
Contraste
Resulta ilustrativo exponer cómo grandes empresarios, economistas mediáticos y políticos de la alianza macrismo-radicalismo han quedado a la derecha del Fondo Monetario Internacional.
1. El FMI propone un impuesto adicional a las corporaciones.
La economista jefa Gita Gopinath afirmó que existe una elevada evasión impositiva y ese dinero que no recaudan los gobiernos se transfiere a guaridas fiscales. Para sentenciar que "estamos muy a favor de un impuesto mínimo global a la renta empresarial".
En cambio, un grupo de los empresarios más ricos del país presentó cautelares para no pagar el Aporte de las Grandes Fortunas, otros pagaron protestando y unos pocos cumplen pero advirtiendo, careciendo del mínimo pudor, que esa carga adicional no es justa.
Lo hacen en las mismas semanas que se conoció que el 42 por ciento de la población es pobre porque no alcanza el umbral de ingresos para comprar una canasta básica de alimentos y servicios.
Es una interesante tarea para especialistas investigar cómo esa minoría privilegiada logra disociar la acumulación de sus inmensas fortunas del drama sociolaboral del país.
2. El Fondo dice que la inflación es multicausal. Esto significa el reconocimiento de que no es provocada sólo por la emisión monetaria.
Un equipo del Fondo Monetario Internacional, encabezado por Julie Kozack, subdirectora del Departamento del Hemisferio Occidental, y Luis Cubeddu, jefe de misión para Argentina, estuvieron reunidos con el ministro de Economía, Martín Guzmán, para definir las condiciones de un nuevo acuerdo después del fiasco pactado con el gobierno de Mauricio Macri.
En el comunicado difundido luego de ese encuentro, los técnicos fondomonetaristas afirmaron: "Hubo acuerdo en que la inflación es un fenómeno multicausal y que reducirla requiere políticas macroeconómicas consistentes y esfuerzos de coordinación para ayudar a anclar las expectativas de inflación".
Aquí los campeones de pronósticos fallidos insisten con que la inflación es exclusivamente por emisión monetaria y déficit fiscal. Esa definición del Fondo es una profunda herida a la arrogancia de la inmensa legión de economistas mediáticos.
3. El Fondo advierte sobre la divergencia en la salida de la crisis y la agudización de la desigualdad por la pandemia, destacando el caso del acceso a las vacunas.
Georgieva escribió "Evitar una gran divergencia: encrucijada en el camino de la economía mundial", donde previene que existe un riesgo considerable de que, mientras las economías avanzadas y algunas de mercados emergentes se recuperan a mayor velocidad, la mayoría de los países en desarrollo languidezca durante años. "Esto agravaría no solo la tragedia humana de la pandemia, sino también el sufrimiento económico de los más vulnerables", afirma.
Explica que esto se debe al acceso desigual a las vacunas y que, incluso en el mejor escenario, se espera que la mayoría de las economías en desarrollo no alcance una cobertura con vacunas generalizada hasta fines de 2022 como pronto.
En cambio, con una cuota elevada de cinismo, aquí la alianza de derecha macrismo-radicalismo vocifera que quienes puedan comprar vacunas tienen su derecho, o sea que quienes tengan dinero tengan privilegio de conseguir inmunidad. Es lo mismo que exhiben en forma descarada las potencias económicas en relación al resto de los países.
Lo cierto es que, ignorando las advertencias de los científicos, el virus no respeta fronteras ni clase social, y hasta que todos estén vacunados –ricos y pobres, países desarrollados y periféricos- el mundo estará expuesto al riesgo de nuevas mutaciones y no se podrá reanudar en forma sostenida la actividad económica global.
El último informe Monitor Fiscal del FMI destaca también que la campaña de vacunación contra la covid-19 continúa, pero el ritmo al que avanzan las inoculaciones varía ampliamente de un país a otro, y muchos carecen de acceso a la vacuna. "La vacunación mundial es una necesidad urgente", se reclama. Para señalar entonces que la inmunización a escala mundial se pagaría por sí sola con el aumento del empleo y la actividad económica, lo que daría lugar a mayores ingresos tributarios y considerables ahorros en materia de apoyo fiscal.
4. El FMI postula la expansión fiscal orientada a los grupos vulnerables y cuestiona la concentración económica.
En el texto "Adaptación del apoyo del gobierno", publicado en el blog del Fondo, los economistas Vitor Gaspar, W. Raphael Lam, Paolo Mauro y Mehdi Raissi apuntan que hasta que se controle la pandemia, la política fiscal deberá seguir siendo "flexible y solidaria".
Proponen "apoyo más específico a los hogares vulnerables" porque la pandemia ha tenido un efecto desproporcionadamente negativo en los pobres, los jóvenes, las mujeres, las minorías y los trabajadores en puestos mal remunerados y en el sector informal.
Aconsejan que los responsables de la formulación de políticas deben garantizar que "la protección social esté disponible y el gasto sea sostenible durante la duración de la crisis ampliando la cobertura de las redes de seguridad social".
Respecto a la concentración económica, el artículo "Cómo mantener el poder corporativo bajo control", los economistas Federico Díez y Romain Duval informan que para su investigación utilizaron datos de casi 1 millón de empresas de 27 economías de mercado avanzadas y emergentes desde principios de la década de 2000.
La conclusión es conocida pero no habitual en los estudios del FMI: "Descubrimos que el creciente poder del mercado corporativo ha tenido un impacto económico negativo".
Indican que el aumento de los márgenes de ganancia ha contribuido a reducir la inversión de las empresas, un ingrediente clave para el crecimiento sostenido. Para enfatizar que, "a medida que aumenta el poder de mercado de una empresa, puede ampliar sus beneficios cobrando un precio más alto y reduciendo su producción".
Negociación
Georgieva afirma que no se trata solo de divergencias entre países. También observa una aceleración de la divergencia dentro de los países. Propone entonces redoblar los esfuerzos para acabar con la crisis sanitaria, intensificar la lucha contra la crisis económica y reforzar el apoyo a los vulnerables.
Puede ser que sirva poco o nada lo que escribe o dice para la dinámica de la negociación del gobierno de Alberto Fernández con el FMI, que en definitiva las condiciones del acuerdo se determinarán por una decisión política de Estados Unidos y el resto de las potencias, pero el ministro Guzmán tiene a mano las posiciones de Georgieva y sus técnicos para ampliar y flexibilizar los márgenes de los objetivos macroeconómicos del nuevo acuerdo con el FMI.