Desde Quito. Ecuador está a puertas de las elecciones presidenciales. Las campañas terminaron oficialmente el día jueves, cuando Andrés Arauz y Guillermo Lasso cerraron sus actos Quito y Guayaquil, las dos cabeceras principales. El país está ahora en la última tarde antes de acudir a las urnas. Las encuestas indican dos elementos centrales: una diferencia de votos favorable al candidato del correismo y un alto porcentaje de votos blancos y nulos.
Ese segundo elemento parece determinante. La tasa habitual de voto nulo y blanco suele ser de alrededor de 10 y 12 por ciento en Ecuador. Esta vez, en cambio, los números de las encuestadoras arrojan hasta un 36 como máximo, un elemento que hace inestable a los pronósticos electorales. ¿Esos votos se mantendrán nulos y blancos? ¿Irán a uno de los dos candidatos en mayor proporción? Son algunas de las principales preguntas.
Esa configuración indica que un elevado porcentaje, alrededor de casi tercio del electorado, podría definir su voto el mismo domingo frente a las urnas. La existencia de esa situación se debe a varios factores, como, por ejemplo, la incertidumbre acerca de dónde irán los votos que en primera vuelta fueron a Yaku Pérez, tercero, y Xavier Hervas, cuarto. Otro elemento es como la decisión por parte del principal movimiento indígena, la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (Conaie) de mantener el llamado a un voto “nulo ideológico”, posición que, sin embargo, no es homogénea, debido a que el presidente de la Conaie, Jaime Vargas, llamó públicamente a votar por Arauz.
El Consejo Nacional Electoral (CNE) anunció que todas las partes del proceso electoral se encuentran listas para ser desplegadas el domingo, con las medidas de bioseguridad necesarias, en una jornada que comenzará a las siete de la mañana y terminará a las cinco de la tarde. Diez misiones y once grupos de observadores internacionales ya se encuentran en el país, como la Organización de Estados Americanos, el Parlasur, el Consejo de Expertos Electorales de Latinoamérica, la Unión Interamericana de Organismos Electorales, la delegación de la Unión Europea, la Internacional Progresista o el Grupo de Puebla.
El CNE anunció, luego de su pleno del día viernes, que no tendrá lugar un conteo rápido el domingo, a diferencia de lo ocurrido en la primera vuelta. El tiempo de escrutinio y procesamiento será, según información del poder electoral, menor a la primera vuelta, donde participaban 16 candidaturas, y se implementará el Sistema Electoral de Transmisión de Actas y Resultados, lo que significa que “desde el momento que se obtengan los primeros datos del escrutinio de las juntas receptoras de votos se podrán consultar en línea por parte de las organizaciones políticas y tendrán fuerza probatoria”. Las primeras actas, según informó Diana Atamaint, presidente del CNE, será subidas cerca de las siete de la tarde.
Todo se encuentra así dispuesto para una segunda vuelta que ocurrirá bajo la mirada atenta de numerosos actores nacionales e internacionales, en el marco de un proceso electoral en el que han ocurrido varias denuncias de irregularidades desde el mismo momento de la inscripción de las candidaturas, particularmente la de Arauz. Las amenazas sobre la contienda aún se mantienen, como expresó la Unión por la Esperanza el día jueves:
“El Ecuador exige un proceso electoral democrático y transparente, que garantice el cumplimiento de la voluntad popular (…) quienes formamos parte de la alianza Unes alertamos a la comunidad internacional y a la ciudadanía en general, sobre potenciales intromisiones que ponen en riesgo el normal desarrollo de los comicios del próximo 11 de abril”.
Una de las importancias centrales de la contienda en Ecuador es que pondrá en juego dos modelos diametralmente diferentes. Por un lado, Lasso, proveniente del Banco de Guayaquil -uno de los más importantes del país- representa centralmente al capital financiero con una propuesta de profundización neoliberal, en continuación con el proyecto que ejecutó el actual gobierno. El correismo lo señala de haber cogobernado con Lenin Moreno, tanto en la cuestión económica, como en materia de política, con su aprobación, por ejemplo, a la represión al levantamiento indígena y popular ocurrido en octubre del 2019, donde fueron asesinados once manifestantes y varios resultaron mutilados.
En cuanto a política exterior, el modelo de Lasso, al igual que el de todas las derechas latinoamericanas, representa el alineamiento a la agenda exterior estadounidense, con el boicot a los procesos de integración continental independientes de Washington, la subordinación en materia de seguridad y defensa, el reconocimiento del “presidente interino” Juan Guaidó en Venezuela, y la presión para no realizar mayores acercamientos con China, en particular en materia de comunicación y tecnología.
Por otro lado, Arauz se ha presentado como la continuación renovada de la revolución ciudadana, el proyecto encabezado por Rafael Correa, quien estuvo desde al 2007 al 2017 en la presidencia y fue luego traicionado y perseguido por el gobierno de Moreno. Arauz, de formación economista, ha presentado una propuesta progresista, con énfasis en la dimensión sanitaria, de empleo, producción interna, alivio del endeudamiento a las familias, comerciantes, pequeñas empresas, uno de los temas centrales para la sociedad ecuatoriana.
Respecto a su agenda exterior, el candidato de la revolución ciudadana ha hecho énfasis en la necesidad de (re)armar los instrumentos de integración regional, como la Unasur y la Celac, y ya hizo acercamientos políticos con varias figuras latinoamericanas, como Evo Morales, Alberto Fernández y Pepe Mujica. Su victoria, en caso de suceder, significaría el ascenso de un cuarto gobierno progresista en cuatro años en América Latina, luego de la victoria de Andrés Manuel López Obrador en México en el 2018, de Fernández en el 2019, y Luis Arce en Bolivia el año pasado.
La elección del domingo será así un punto central en la configuración del mapa de fuerzas regionales que se encuentra en situación de disputa entre gobiernos de derecha y progresistas. La contienda de Ecuador tendrá lugar en simultáneo con la primera vuelta presidencial en Perú, y la mirada en las presidenciales del 2022 en Brasil, con el horizonte puesto en la reconstrucción de un bloque continental en tiempos de choques geopolíticos.