Hoy trataremos sobre las dudas y especulaciones de profesionales de las ciencias económicas, surgidas tras la difusión de una convocatoria del ARCA (Agencia de Recaudación de Catamarca) para ocupar veinte vacantes, a las cuales se accedería por medio de un Concurso de Antecedentes y Oposición, remitido al Consejo de Profesionales de Ciencias Económicas para su difusión, garantizando la igualdad de oportunidades. (Resolución de Agencia de Recaudación de Catamarca 009/21).
En conversación informal, profesionales de comprobada trayectoria y abultado curriculum comentaban su deseo de participar en ese concurso y sus temores. Aludieron a dos úntos centrales: el primero, la imparcialidad del concurso, el segundo, las posibles represalias por intentar cambiar sus puestos de trabajo (sobre todo en los casos de los empleados en el ámbito privado).
Previamente, conviene aclarar que esta convocatoria se da en una provincia con elevado índice de empleados públicos, donde los puestos de jerarquía, como en los de la mayoría, son pocos y muy codiciados. Trabajar en blanco en el Estado es garantía de estabilidad, en especial en época de fluctuación y despidos en el mercado laboral. Por otro lado, en este territorio de pocos habitantes, las noticias circulan con rapidez. Un paso en falso, para el imaginario local, parecería costar el futuro.
El espejo y la realidad
En el estadio del espejo, según Lacan, la constitución del yo implica un proceso de identificación con la propia imagen especular. Esto trae aparejado lo que él llama “alienación” del sujeto: el sujeto alienado consigo mismo. Dicha alienación, constitutiva de su registro imaginario, se da por la prematuridad del ser humano. El niño verá su imagen como un todo, en contraste con la falta de coordinación de su cuerpo, percibido como cuerpo fragmentado.
Ese contraste se experimenta, en un principio como rivalidad con su propia imagen, puesto que la totalidad de ella le reseña su propia fragmentación. De esta forma, aparece la tensión agresiva entre el sujeto y su propia imagen. Por tanto, la misma actúa como una ortopedia o síntesis; cada vez que surge una amenaza de lo externo (discurso, opinión, imágenes propuestas) o de lo interno (fantasías, ideas), el sujeto pone en tela de juicio su propia coherencia y se siente en tensión
Es así que el discurso de los otros, sus ideas, y las que de ellos se desprenden, se tornan centrales en la consolidación o la ruptura de la coherencia y síntesis que cada uno haya logrado armar. De ahí, la vehemencia con que se defienden a veces ciertas ideas que son pilares centrales de nuestra identidad.
Para aplicar las reflexiones sobre el caso, les propongo poner en juego dos metáforas de inspiración futbolera: la tribuna real y la tribuna imaginaria.
Tribuna real
En la vida adulta la interacción social genera opiniones que influyen de distintas maneras y conforman una tribuna que nos discursea, argumenta, reclama o aplaude. En este hecho en cuestión, las experiencias y opiniones de los demás, constituirían la tribuna real.
Si nos halaga nos sentimos conformes, en paz con el entorno, extasiados, importantes, tenidos en cuenta, grandes jugadores sociales. Si nos “abuchea”; frustrados, extraños, en deuda con el otro y con nuestras propias acciones, ignorados, incomprendidos… Al funcionar como espejos que nos devuelven diferentes formas de nosotros mismos se constituyen en parámetros de nuestra realidad. Y ahí está el peligro: quedarse atrapado en la ortopedia ofrecida por el otro.
Tribuna imaginaria
La internalización de la tribuna real, como tribuna imaginaria, intervenida por nuestra propia fantasía, ejerce el mismo tipo de influencia. Está constantemente hablándonos. Como una sombra interior, permanece. En el caso del concurso, podrían ser dichos o reproches tales como “Catamarca es chica y te repito que los cargos estaban arreglados”, “Tu jefe va a tomar represalias y quedarás sin trabajo”, “No te importa tu familia. Ya estás grande para jugártela”
De lo especulado
Como siempre ocurre, es fácil hablar del partido del domingo con el diario del lunes. Pero a los partidos hay que jugarlos. Los participantes de la charla, en su gran mayoría, hicieron esfuerzos y superaron sus temores. De lo especulado y de sus dos temores centrales, nada sucedió. El concurso fue suspendido, y el director del ARCA que lo había remitido, fue reemplazado por uno nuevo.
Seguramente, las tribunas siguen “tribuneando”, atrapadas o no en la ortopedia del otro.
De lo pre-visible
Me surgen cuatro interrogantes:
¿Qué hay de lo pre-visible en este caso? ¿Son ciertas las especulaciones? ¿Se puede aprender algo de la historia y las disputas laborales? ¿Cuánto influye la tribuna real e imaginaria en nuestras decisiones? ¿Estamos condenados como Sísifo a subir y bajar una y otra vez la misma piedra?
* Psicólogo