“La gente incompetente suele no estar advertida de su incompetencia, y parte de la explicación es que la habilidad que se requiere para ser considerado ‘competente’ es justamente la habilidad que uno necesita para reconocer su propia incompetencia. Esa es la razón por la cual los políticos más alejados de la realidad son los que se exhiben tan autosuficientes y superficiales en sus análisis. Muy frecuentemente, en política, economía, religión y aun en la vida cotidiana, el conocimiento y la duda tienen que dar una batalla contra la ignorancia y la certeza.” (1)

 

Hace pocos días, a propósito de una conferencia dedicada al “conocimiento”, me encontré envuelto en una discusión sobre un tema del cual no solo no tengo idea sino al que nunca le dediqué ningún tiempo para pensar. Pero como siento que me sirvió haber participado de toda esa interacción quiero comunicarla y ofrecérsela a usted también. Dicho esto, no espere a leer ningún ensayo ni nada que tenga el rigor suficiente para ser publicado en una revista especializada. No. Me sentiría muy satisfecho si logro que transmitirle “una idea”, algo que no había pensado antes. Acá voy.

Usted, como yo, debe tener algún tema que la/lo apasiona. “Algo” que usted, si tuviera el dinero y el tiempo para dedicarle, podría hacer todos los días de su vida. No piense en nada sofisticado... no hace falta. Su tema podría ser el tango o los videojuegos, la pintura o el hockey sobre patines, la cocina o el diseño de algoritmos, ser especialista en antropología o conductora de un taxi, biólogo molecular o cazadora de jabalíes, no interesa... Solo importa saber que usted sienta que es potente en ese tema o habilidad o destreza.

Desde afuera, me imagino que Marta Argerich elegiría las obras de Chopin o Rachmaninoff e intuyo que Leonel Messi haría lo mismo con el fútbol, pero seguramente me equivoco porque no los conozco en persona, como quizás se equivocaría usted si no contestara que Alberto Kornblihtt elegiría el cine o la cocina, o Víctor Hugo Morales la ópera o el teatro popular.

Pero si bien me desvié, como me suele pasar, creo que le di una idea aproximada de lo que quiero establecer.

Ahora sí, avanzo en lo que quería. Lo que sigue es una división de los saberes de una persona. Los voy a separar en cuatro categorías.

Parte 1 - Saberes que usted sabe que tiene

Esta parte del conocimiento incluye todo lo que usted sabe que sabe. En esta bolsa están incluidos todos los saberes que usted fue incorporando con el paso del tiempo. Es lo que le da la potencia y le permitió decir que usted es un/a experto/a en esa área. Son los saberes que uno sabe que tiene.

Parte 2 - Saberes que usted sabe que “no” tiene

Usted sabe que aún en su tema, hay muchísimas cosas que no sabe. Son saberes accesibles pero usted sabe que no los posee. Claramente es imposible abarcar todo lo que se sabe sobre cualquier tópico. Pero la diferencia, no menor, es que si usted quisiera (y tuviera el tiempo y los medios), sabría dónde están, cuáles son, buscarlos y eventualmente podría aprenderlos. Es posible que aunque usted le dedicara el resto de su vida no le alcanzaría para incorporar todos esos saberes, pero lo que está claro es que usted sabe cuáles son... ¡están ahí! Y además, independientemente del cual sea el tema que eligió, estoy seguro que todos los días aparecerá tanta cosa nueva, que sería imposible incorporar todo... casi como caminar hacia una meta que se mueve constantemente. Es lo que usted sabe que no sabe.

En resumen: son saberes que uno sabe que NO posee.

Parte 3 - Saberes que usted no sabe que posee

Sí, parece raro, ¿no? Sin embargo, le propongo que haga un mínimo esfuerzo y descubrirá que, en su vida, alguien le debe haber planteado alguna vez algún problema que usted logró resolver sin saber que podía. Es decir, se sorprendió a usted misma/o, con saberes que usted tenía y que no sabía que tenía. Son saberes que están dormidos o tapados en algún lugar de su conciencia.

En resumen, son saberes que uno posee, pero que no lo sabe. Son cosas que uno no sabe que sabe.

Y aquí, una pausa.

Llegó el momento de hablar/escribir de la cuarta y última categoría, es la que disparó la discusión de la que escribí más arriba, la que me parece que es la que más debería importar.

Parte 4 - Saberes que uno no sabe que no sabe

Este es el punto crucial y que me interesa enfatizar. En general, creo que uno tiene más o menos claro qué es lo que sabe. Creo que es fácil de aceptar (en cualquier área del conocimiento) que hay muchísimas cosas que uno no sabe, aún de la profesión u oficio o hobby a la que le dedica o ha dedicado muchísimo tiempo. Estoy casi seguro que usted también logró pensar en alguna situación en donde logró resolver un problema o contestar alguna pregunta que terminó sorprendiéndola/o a usted misma/o porque no sabía que tenía ese “saber”... Pero... ¿saberes que uno ni siquiera sabe que existen?

¿Qué le genera a usted esta última categoría? Quizás ya ha pensado todo esto y estas reflexiones (que no son exclusivamente mías) no le agregaron nada que no supiera de antemano, pero hay algo que esto me despertó y que no sé definir bien. Lo primero que se me ocurre es decir que esto debería ponernos en un lugar de muchísima mayor humildad con respecto al conocimiento, a la posición en la que uno cree que está. Pero no sé si estoy conforme con “humildad”. ¿Servirá decir es una prueba “anti-arrogancia”?

Bertrand Russell escribió alguna vez, que “el problema en el mundo es que los estúpidos (sic) son arrogantemente seguros mientras que los inteligentes (sic) están llenos de dudas”. O el propio Charles Darwin hizo su aporte hace más de 150 años cuando señaló que “la ignorancia genera más confianza que el conocimiento”.

Sucede entonces que una persona incompetente (2) ni siquiera detecta o sabe de su propia incompetencia. Siendo generosos, no es que niegue tal incompetencia, sino que son “baches” en su conocimiento, “huecos” en su formación. Ni siquiera sabe que existe lo que ignora, o puesto de otra forma (y no es un juego de palabras), ignora que ignora lo que ignora.

Cuanto más incompetente es una persona en un área cualquiera, menos capacitada está para detectar la incapacidad de otro en esa misma área y en particular, la propia.

Una reflexión más: entre las categorías en las que está dividido el conocimiento o saberes potenciales de una persona omití hablar (a propósito) de una categoría más pero que no entraría acá. Me refiero a todo lo que uno cree que sabe... ¡pero que está mal o está equivocado! Esa parte no la incluí... adrede.

¿Y ahora? ¿Cómo seguir? No... esa parte le toca a usted… y en soledad.

(1) Traducción libre mía de un segmento extractado de un muy celebrado artículo publicado sobre “Incompetencia” en 1999 por Justin Kruger y David Dunning, psicólogos y profesores ambos en la Universidad de Cornell, en Estados Unidos. También está basado en un artículo que escribió en marzo del 2006 Alan Bellows, director de la publicación Damn Interesting.

(2) Puede incluirme si es lo que está pensando. No hay problema.