desde Lago Puelo, Chubut
A poco más de un mes de desatada la tormenta ígnea que desembocó en la mayor catástrofe socio ambiental del país, se declaró como controlado y en guardia de cenizas el incendio que afectó a las localidades chubutenses de Lago Puelo y El Hoyo. En la Comarca Andina del Paralelo 42 aparecen los primeros fríos en tanto que una gran cantidad de personas trabaja para reconstruir espacios habitables mientras quienes vieron salvadas sus casas continúan sin luz ni agua de red. Alrededor de las obras improvisadas permanecen los postes de luz con el tendido eléctrico quemado en el suelo y los troncos negros de lo que alguna vez fue bosque. La zona afectada abarca unas 13000 hectáreas entre las que se perdieron 2 vidas humanas, 540 viviendas, bosque nativo e implantado, animales de cría y de compañía, infraestructura productiva, vehículos, tendido eléctrico, redes de agua y hasta la sede de la brigada provincial de incendios de Golondrinas.
“Recién esta semana la jurisdicción de Chubut dio por controlado el incendio. La extinción completa de un fuego se puede declarar cuando no tiene chances de que existan puntos calientes y hoy se puede empezar a garantizar esto”, explica el coordinador regional Patagonia, del Servicio Nacional de Manejo del Fuego (SNMF), Ariel Amthauer. El SNMF es el organismo, dependiente del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible de la Nación, encargado de la coordinación de los recursos requeridos para el combate de incendios forestales, rurales o de interfase en el territorio nacional.
Según Amtahuer, “el Estado Nacional tomó intervención desde el primer momento de iniciado el fuego en la zona de la Comarca Andina. Nuestra función en el territorio es articular los recursos de las jurisdicciones. Se movilizaron recursos aéreos y terrestres de las distintas regionales. El Servicio Nacional movilizó a 200 brigadistas a la regional Patagonia. Además, con herramientas tecnológicas se asistió en los pronósticos para poder anticipar los trabajos de combate”, relata el coordinador regional a Página/12.
En las zonas afectadas existe una gran diversidad de situaciones habitacionales que van desde asentamientos irregulares en zonas poco recomendadas para habitar pasando por casas de veraneo y hasta grandes loteos. También coincide en el entramado la presencia histórica de chacras productivas, los cada vez más frecuentes emprendimientos turísticos y los talleres de trabajo. Lo que sigue son días difíciles a medida que se termina el acompañamiento constante de voluntarios y comienza a avizorarse un crecimiento de la conflictividad social.
La familia de Paloma vive en Golondrinas y estaba el 9 de marzo cuando comenzó la tormenta de fuego. “Es una de las cosas más terribles que se pueden vivir. Nosotros evacuamos, sacamos a los perros y gatos, tuvimos que rogarle a nuestros viejos que dejaran su casa. Era un momento en el que estábamos sin agua de red porque no hay luz y el pasto estaba seco alrededor por lo que la propagación del fuego era un hecho. Nadie se quería ir de su casa. Todo el camino de lo de mis viejos hasta llegar abajo fue pegados al fuego, pudimos sentir el calor que nos quemaba la piel aún adentro del vehículo. La experiencia fue terrible. Todavía estamos cayendo en dimensión”, relata la vecina de Lago Puelo.
A un mes, Paloma menciona “la tristeza de ver el lugar donde me crié en cenizas, ver vecinos, gente querida intentando salir adelante. Es cierto que la ayuda llegó a los lugares más visibles pero no tanto a los de difícil acceso”. Sin embargo la vecina es optimista en cuanto al acompañamiento “veo que sigue movilizándose gente, que hay recursos de todo tipo, personas que hacen colectas, médicos en carpas de salud para emergencias de variadas especialidades, veterinarios, rescatistas de animales, siguen existiendo iniciativas grandes. Siempre fue así la energía de la Comarca Andina. La indiferencia no es lo común”, celebra.
Bernabé, su madre y su hermana no pudieron hacer nada para evitar la destrucción total de la casa familiar y un taller donde trabajaban la madera. Los árboles nativos, frutales y trabajos de parquización que había hecho la madre de familia se perdieron en su totalidad. “La zona en la que vivimos es bastante compleja. Parece un cañadón, se conoce como la Parcela 26. Son tierras que fueron tomadas a lo largo de varias décadas, con suelo arcilloso, sin crecimiento de plantas o escurrimiento del agua”, relata el vecino a este diario. Las tomas de tierras en la zona de la Comarca no son una novedad y la falta de soluciones habitacionales junto a la escasa planificación urbana para una población que crece exponencialmente es un problema histórico. Cada año se vive algún conflicto asociado a las tierras sin que exista una solución definitiva que organice la convivencia con el bosque nativo.
Para Bernabé, que hoy se encuentra alojado en una cabaña pero va todos los días a los escombros de su casa a realizar trabajos de reconstrucción, “a un mes del incendio la situación es positiva y negativa en partes iguales. Hay muchas manos para trabajar y ayuda externa pero preocupa que a la fecha no hay avances en la planificación desde lo urbanístico para la zona”, explica el vecino damnificado. “Se necesitaría un proyecto de reconstrucción, reubicación de las viviendas y de los terrenos. Además, ahora es necesario contar con apoyo económico, psicológico y sociocultural porque hay mucho que se perdió. Lo que se destruye parece ser lo tangible pero el incendio afectó la identidad de las personas que habitamos el lugar. Estamos en una reconstrucción a escalas que no podemos dimensionar fácilmente”, concluye.
El nuevo paisaje de bosque quemado incluye un cielo limpio del clásico tendido eléctrico que siempre estuvo peligrosamente próximo a las ramas y hoy está en el suelo junto a los postes que lo sostenían. A un mes del incendio, una gran cantidad de vecinos permanece sin servicio de electricidad por lo que hicieron llegar su reclamo a los municipios y a la Dirección General de Servicios Públicos (DGSP) de Chubut. Antes de la catástrofe que dejó en un apagón total a la zona, los cortes de luz eran un evento frecuente y los empleados enfrentan con el gobierno provincial una medida de reclamo sindical de larga data, relacionada con el pago de salarios, la falta de recursos materiales y de seguridad. Sin ir más lejos, a pocos días del incendio uno de los operarios sufrió un choque eléctrico por falta de elementos de seguridad mientras intentaban restituir el servicio.
Andrea Cardozo es Ingeniera Agrónoma, jefa de la Agencia de Extensión Rural El Bolsón y coordinadora de la Plataforma Innovación Territorial Comarca del Paralelo 42 destinada a la gestión del territorio a nivel comarcal (independientemente de que la zona esté atravesada por el límite interprovincial de Chubut y Río Negro). “Hasta el momento se acompañó a los municipios en el relevamiento de los daños en infraestructura que sufrieron pequeños productores, pobladores de las áreas afectadas a lo largo de todo el verano que fueron Cuesta del Ternero (Río Negro), El Maitén, El Hoyo y Lago Puelo (jurisdicciones de Chubut)”, explica Cardozo. “A través de las asociaciones de productores se intenta canalizar los recursos para acompañar constantemente al sector productivo ya sea a través de recomendaciones técnicas o mediante donaciones de ONG, organismos estatales vinculados a lo productivo o asociaciones de otros lugares”, cuenta la especialista a este diario.
En cuanto al bosque nativo, “el impacto del fuego es grave y requiere un plan de restauración que se trabaje en conjunto desde las dos provincias afectadas”. Desde el INTA acompañan con recomendaciones para tratar de evitar una mayor erosión del suelo que fue fuertemente erosionado. “Hacemos eje en la reconstrucción de la infraestructura rural y en recomendar con respecto al uso de la madera: es necesario cortar lo quemado cuanto antes para evitar la pudrición de la madera en pie. Seguimos atendiendo la emergencia pero se está pensando un plan de restauración bi provincial en el que articulen las dos secretarías de Bosques tanto de Río Negro como de Chubut para diseñar la restauración del bosque nativo en los lugares en que esto sea posible. Todavía nos encontramos en período de diagnóstico”, concluye Cardozo.