Bucear en las profundidades de lo virtual, y hacerlo desde la presencialidad es una paradoja que sólo el teatro puede representar. Y es José María Muscari el encargado de llevar esos contrastes sobre tablas con Redes. Viví tu experiencia, una puesta multidisciplinaria con la que se propone reflexionar acerca del mundo digital y sus efectos en la vida cotidiana y que podrá verse desde este martes, todos los martes y miércoles a las 21 en el Paseo La Plaza (Av. Corrientes 1660), en vivo y también en streaming.
Con el protagónico de Inés Estévez, y la actuación de “Rulo” Darian Schijman, como el anfitrión del evento, la puesta suma al elenco a algunos de los influencers más seguidos en redes: Bimbo Godoy, Connie Isla, Nati Jota, Cande Molfese, Flor Jazmín Peña, Grego Rossello, Lucas Spadafora y Kuky. Allí, cada uno expondrá su visión sobre la dinámica de una vida atravesada por dispositivos móviles y pantallas, sus angustias, sus miedos, sus vicios y sus talentos, todo matizado por la mirada de la actriz protagonista que encarnará la voz incómoda pero necesaria de quienes alertan sobre los aspectos más complejos de esa cultura.
“Siempre una obra mía es un pretexto para hablar de lo que me pasa. Porque yo no hago teatro para contar historias sino para abordar temas, y por eso abordé el sexo en Sex, la fama en Extinguidas, las amistades en Falladas y el texto clásico en Madre Coraje. Y en este caso, armé este nuevo espectáculo porque el tema de las redes sociales es algo que me inquieta, que me hace preguntas y me angustia, porque a veces pienso que estoy todo el tiempo con el celular”, cuenta Muscari en diálogo con Página/12 acerca del estreno al cual considera una suerte de secuela de Sex, su anterior obra que sigue en cartel, los viernes y sábados a las 19 y a las 21, en Gorriti Art Center (Juan B. Justo 1617).
Desde allí, y acostumbrado a expandir los límites de lo posible en las artes escénicas, Muscari investigó a cada uno de los influencers a los que convocó y diseñó una puesta donde predomina el cruce de lenguajes y generaciones. “Cuando el espectador compre su entrada, va a ingresar a un sistema de intervenciones que van a acontecer en su celular y también en vivo, aunque no es obligatorio ir en ese caso, y a lo largo de los dos días previos a la función va a poder acumular puntaje y algo de eso va a tener que ver con lo que pasa en el espectáculo. Es como un bonus track”, anticipa el autor y director.
A ese universo particular de los influencers se suma la perspectiva de Estévez, quien sube al escenario para ser ella misma y abrir el juego y el debate. “Era una asignatura pendiente trabajar con Muscari, porque siempre que surgía alguna posibilidad de hacerlo nunca coincidíamos. El tiene una gran singularidad y un sello propio, y yo celebro y admiro mucho a la gente que se atreve a hacer camino. Además, tiene una cualidad muy interesante que es el desprejuicio, porque mezcla mundos y tiene el conocimiento profundo del hecho teatral pero también de la espectacularidad de lo televisivo. Y fusiona eso en el teatro, algo que para mí es una novedad absoluta”.
- Esta experiencia es distinta a todo lo que has realizado en tu carrera. ¿Qué te atrajo de esta propuesta?
Inés Estévez: -Me atrajo mucho la temática porque en Redes no se aborda el contenido desde un lugar de frivolidad sino que se pone la verdad sobre la mesa. Hay mucho concepto, y también una denuncia disfrazada de humor y una realidad que tenemos que aceptar, porque vivimos con y para las redes.
-En la obra representás una mirada ajena a algunos códigos del funcionamiento de las redes. ¿A vos también te desconcierta ese mundo?
I.E.: -Mi personaje está diseñado como si fuera una especie de Alicia en el país de las maravillas perdida en este mundo virtual que es una suerte de Black Mirror. Pero en lo personal no me siento perdida ni desconcertada sino abrumada. Y hay muchos textos de los que digo con los que me identifico, porque me atrae ese mundo pero a la vez siento que no pertenezco a ese lugar.
-¿Cómo fue el trabajo de construcción de la puesta junto con los influencers?
José María Muscari: -Me tomé el trabajo de investigarlos y definí un núcleo temático para cada uno de ellos. Por eso, Nati Jota aborda el amor, Lucas Spadafora habla sobre la diversidad, Cande Molfese sobre los canjes y Bimbo Godoy sobre las emociones. Todos tenemos un tema que nos atraviesa, y mucho más quienes somos creadores. Si uno ve sus videos, y lo que suben a Instagram o lo que hablan en Twitter, se da cuenta de que cada uno tiene un tema que le da vueltas. Traté de que eso sea lo que habita en la obra para que tuvieran identidad en el escenario pero para que a la vez ofrecieran algo diferente a lo que ofrecen en las redes. El plus del espectáculo es justamente ese. Las redes son un lugar absolutamente individual, y la obra es algo coral y una construcción grupal y eso también fue un aprendizaje para ellos porque están muy acostumbrados a trabajar solos.
-En escena, Inés se pregunta por qué vivimos obsesionados con las pantallas. ¿Qué respuesta le encuentran a esa inquietud?
J.M.M.: -Yo ya me reconocía bastante adicto a las redes desde antes de la pandemia, pero ahora con esto que vivimos todo lo vincular quedó muy reducido. Entonces creo que en lugar de hacerme cargo de cuánto me angustia no poder abrazar, no poder besar o juntarme con amigos, hay algo ahí que lo sublimo viendo en qué lugar de vacaciones está alguna persona, o con quién se está peleando alguien en Twitter. Es como un nuevo entretenimiento. Las redes para mí son como la televisión de la vanguardia. Como la televisión ya quedó un poco antigua, a mí me aburre encenderla para hacer zapping, pero no me aburre hacer zapping en las redes.
I.E.: - Cuando nació internet estalló la hipercomunicación y al mismo tiempo eso hizo que estuviéramos cada vez más incomunicados en un nivel profundo y personal. Pero a la vez en las redes, como digo en la obra, siento que se ve el alma de las personas. Más allá de lo que se muestra, y si uno tiene capacidad de observación, se puede hacer un análisis sociológico muy groso de eso. Y también hay algo de juego ahí y eso nos ha generado una adicción tremenda. Por otro lado, me pregunto cómo hubiéramos vivido esta pandemia sin redes, porque a pesar de todo nos mantienen actualizados y conectados.
-En la obra se menciona a Black Mirror, y precisamente en un capítulo de la serie se revela cómo las personas se califican mutuamente a través de sus celulares según su comportamiento y eso les da una cierta jerarquía social. Algo así sucede con los likes y el número de seguidores. ¿Cuánto creen que influyen las repercusiones que tenemos en redes en nuestra identidad y autoestima?
I.E.: -En mi caso, por una cuestión de autopreservación, me he propuesto que los likes no influyan en mi autoestima, pero sí siento curiosidad en torno a qué tipos de posteos generan más likes y cuáles menos. Y me di cuenta de que los posteos sobre la vida personal generan una cantidad importante de adhesión y el posteo sobre una actuación con mi banda o una obra de teatro que voy a hacer genera un tercio de esa adhesión. Es increíble.
J.M.M.: -Creo que esto tiene que ver con algo generacional. La gente que es más grande tiene un nivel de independencia en relación a esto, pero las nuevas generaciones están muy jodidas. Siento que aunque alguien no sea influencer, quiere serlo. De eso también habla la obra en un momento. En otra época mucha gente quería ser famosa, pero ahora quiere ser influencer, que es una forma de ser famoso pero más cercana, original, canchera y artesanal porque depende de uno. Antes tenía que venir Romay a hacerte famoso, pero ahora parece que podés hacer un video con tu abuela y la podés pegar si eso gusta y se reproduce. Lamentablemente, creo que para los más jóvenes el valor del like es muy trascendental, y en ese aspecto me gusta que la obra sale de la distopía para ponerse muy verdadera y muy sincera y no aleccionadora, pero sí con un nivel de consciencia que maneja el personaje de Inés que planta bandera en un lugar muy certero.
-¿Qué tiempo les dedican a las redes?
I.E.: - Es muy aleatorio. Hay días que estoy muy ocupada, y entro poco al celular. Y otros en los que estoy vergonzosamente conectada. Pero siempre me copo utilizando las redes con algún fin. Las uso mucho para promocionar mis cosas, para compartir situaciones celebratorias y también para defender alguna causa. Y me di cuenta de cuáles son los días de la semana en los que más se engancha la gente.
J.M.M.: - Les dedico bastante tiempo, y elijo de qué hablo cada día o qué foto subo. Tengo días en los que hablo de determinadas cosas, y otros en los que comparto situaciones con mi familia porque sé que eso tiene repercusión. Hay momentos en los que sé que la participación es más baja y entonces decido no subir algo que me importe mucho. Me fui armando esa dinámica, y mis estrategias para postear son bastante intuitivas y espontáneas.
-Este espectáculo elabora una radiografía de lo virtual, pero es curioso que lo haga en el teatro, el espacio donde precisamente se suspende esa virtualidad y se permite una conexión con lo más primario que es el cara a cara…
J.M.M.: -Sí, hay un cara a cara, pero también se va a poder tener el celular encendido porque en algún momento el público tiene que usarlo. Y me parece que eso es lo que está bueno en esto que vamos a hacer, porque de alguna manera Redes toma algo de eso sacro que tiene el teatro pero también en un punto lo corrompe. Y por eso me gusta definir a este trabajo no como una obra sino como un show conceptual.
Una trampa y una puerta
Las redes y sus efectos nocivos en los vínculos de pareja. El “clavado de visto” tan temido. La cultura de la cancelación y los haters. El “like” como nuevo valor de cambio. Cada uno de esos ejes se expone en Redes, pero en lo expuesto no hay ganadores ni verdades absolutas, sino una discusión que se impone urgente y vital. Como en una balanza, se revelan todas las aristas, y si no hay apología tampoco hay mirada apocalíptica ni detractora. Así lo sintetiza la influencer Nati Jota, cuando dispara en pleno debate: “Es una trampa lo virtual, pero también es una puerta si lo sabés usar”.
Comprometida con causas que involucran a personas con discapacidad, Inés Estévez menciona precisamente la importancia del uso de las redes en esa tarea. “Yo he hecho colectas para pagar el alquiler de un chico electrodependiente porque la mamá no tenía dinero para conseguir una casa con las condiciones que él necesitaba. Y estoy bastante aliada con un papá rosarino de otro nene en esa misma situación y juntos hacemos mucha movida en redes para conseguir sillas posturales o valvas determinadas para chicos con parálisis cerebral. Porque esas cosas que por las vías lógicas no las conseguís, ya que en muchos casos se trata de personas que viven en lugares alejados y no tienen obra social, gracias a las redes las conseguís en una semana”.
“Hoy Santi Maratea es un ejemplo de la utilización de las redes para algo que excede el propio ego”, agrega Muscari, quien incorporó ese caso a la obra, en referencia a la participación activa del joven influencer en la campaña viral que actualmente circula en redes para ayudar a Emma Gamarra, una bebé de once meses con atrofia muscular espinal que necesita un medicamento muy costoso. “Lo que él está haciendo es encarnar una causa determinada, y se pone eso al hombro, convoca a otros influencers y junta dinero. Entonces eso da cuenta de que las redes también tienen una parte noble, constructiva y altruista que sirve no sólo para comunicar sino también para resolver cosas de otros. Lo atractivo de la obra, en definitiva, es que no dice que hay una forma correcta de utilizar las redes. No toma partido sino que abre preguntas”.