Boris Johnson celebró el nuevo relajamiento de las restricciones en el plan de salida del confinamiento, pero advirtió que el peligro no ha pasado. “Exhorto a todos a que continúen comportándose con responsabilidad y que recuerden la consigna de “manos, cara, espacio y aire fresco” para suprimir el Covid mientras avanzamos con el programa de vacunación”, dijo el primer ministro.
La realidad es que tampoco el programa de vacunación es una garantía frente a la amenaza de una tercera ola tal como subrayó este martes un miembro del Comité Conjunto de Vacunación e Inmunización (JCVI) del Reino Unido. “Es un gran alivio que un altísimo porcentaje de la población vulnerable esté vacunada de manera que, si el virus vuelve a descontrolarse, el daño estará relativamente acotado. Cuando digo relativamente acotado estoy hablando de una tercera ola que cause entre 30 y 50 mil muertes. Las vacunas son importantes, pero igual de importante son las medidas de distanciamiento social”, señaló Jeremy Brown, miembro del JCVI.
No está claro si este mensaje de cautela va a calar en los británicos. A cuatro meses de impuesto el tercer confinamiento nacional, la población está celebrando esta primera semana de recuperación de una libertad limitada de movimiento con masivas reservas en pubs, bares y restaurantes al aire libre. Ni las gélidas temperaturas de una primavera mediocre (máxima de 8 grados el lunes, nieve en algunas zonas del país) contuvo el frenesí de salidas que incluyó la delicia consumista de los shopping centre, encuentros en gimnasios, y charlas, barbijo mediante, con el peluquero.
Frente a esta respuesta efervescente el gobierno cruza los dedos. En el ministerio de Salud, el mensaje es que habrá un inevitable aumento de los contagios y que se hará una nueva evaluación para ver si se puede pasar a una nueva fase de apertura el 17 de mayo (restaurantes, bares, abiertos puertas adentro, extensión a otras actividades, vacaciones en países con mejor clima). La gran esperanza es que el exitoso programa de vacunación en marcha (más del 60% de la población adulta con la primera inoculación) sea suficiente para neutralizar o, al menos moderar, el impacto de la reapertura.
El director del Grupo de Asesores del Gobierno en Nuevas Amenazas Virales Respiratorias (Nervtag), Peter Horby, explicó que va a depender de la disciplina con que la población adhiera de manera sostenida a los protocolos. “El aumento de casos es inevitable. Esperamos que esto no se refleje mucho en el número de hospitalizaciones y muertes. Está bien disfrutar la libertad, pero hay que ser conscientes que un alto número de gente todavía no ha sido vacunada o no se ha infectado y están expuestos al virus”, dijo Horby.
Es difícil que el relativo acatamiento en estos dos días de los protocolos se mantenga en el tiempo. Según el ente nacional de estadísticas, la ONS, la conducta de los ingleses ha mostrado un creciente relajamiento desde el pánico de enero cuando quedaron desbordados los hospitales y se tocaron nuevos records de internaciones y muertes. A fines de marzo, con la mayor parte de la actividad social limitada o prohibida pero con las escuelas abiertas, la ONS halló que un 23% de los adultos consultados admitían que habían violado las reglas reuniéndose con gente que no era parte de su casa, su burbuja o la que estaba vinculada laboralmente. En enero, el porcentaje era del 13%.
¿Vacunación o confinamiento?
En enero se llegaron a superar los 60 mil casos diarios con una media semanal de más de 1200 muertos en el momento pico. Este lunes hubo 3568 nuevos contagios y 13 decesos. La pregunta del millón es cuánto de esta caída se debe al confinamiento y cuánto a la vacunación.
Según un informe del Imperial College, uno de los líderes británicos en temas epidemiológicos, un 60% de caída en el número de los casos en marzo se debió al confinamiento. Pero el College destacó que el programa de vacunación está comenzando a romper el vínculo entre infección, enfermedad grave y muerte: “hay menos hospitalizaciones y decesos desde el comienzo de la vacunación”.
Este tono moderadamente optimista contiene ciertas reservas. Los investigadores del Imperial College señalan que con el regreso a las aulas y la primera fase de salida del confinamiento iniciada el 8 de marzo el número de infecciones dejó de bajar y experimentó un amesetamiento. La prueba de fuego, según el Imperial College, es el impacto que tendrá este nuevo relajamiento de las restricciones.
Los niveles de contagios muestran inevitables variaciones geográfico-sociales. En el noroeste del país hay más contagios que en el más afluente sudeste de Inglaterra. En zonas de Yorkshire, la tasa de infección R es superior al 1. Pero en el sur, con un R entre el 0,7 y el 0,9, se acaban de detectar casos de la variante sudafricana.
En el curso de un plan de testeo masivo para
mayores de 10 años en dos municipios londinenses se registraron 44 casos de
esta variante con otros 30 casos más bajo estudio. Es parte del "gran
peligro" en un frente de tormentas: la cepa sudafricana parece ser más
resistente a las vacunas. Si se le suman los problemas de suministro a nivel
global y el impacto de la pandemia en el continente europeo, el panorama es
menos eufórico de lo que espera una sociedad cansada del confinamiento.