¿Dónde comienza y dónde termina una estafa? En las cosas y en la palabra, un dúo que de fantástico no tiene nada y en donde Carolina Balderrama, en su primer libro de poemas, desenrolla, como si fuera una tela a punto de ser cortada, 40 poemas afectivo-contextuales. ¿Cómo salirse de ese contexto y ser una vencida en y por el amor?
En la contratapa, escrita por Florencia Kirchner, se lee: “Carolina recorre los espacios más íntimos de un comienzo, un durante y un final, dejando en su camino poesías”. Deja y desparrama un plan: “Esta semana/ buscaré una fiesta/ una de chicas/ así vamos/ las dos/ y estrenás/ ese collar/ nos besamos/ en la pista/ con los tragos/ en las manos/ solo para respirar/ para morir/ y bailar/.
Entre el lesbianismo como desobediencia a la heterosexualidad obligatoria y el pretérito perfecto como una resistencia a la porteñidad, “Todo por una estafa” (Puntos Suspensivos Ediciones) estuvo guardado un año y medio por no calzar en editoriales que consideraban a los poemas “escritos en un argentino del 1800”. En el 2021, la autora oriunda de Santiago del Estero, compone un libro de poemas como otro tránsito por los lenguajes de la expresión: ahora estamos/chorreadas/atragantadas/piel ahumada/vos entregada/ me hice pis?/ no te preocupes/ dijiste/ ahí io/ desconocida/ haciendo mar/ océano en las sábanas/ desplegaste/ un cartel/ de neón/ bienvenida/ decía/ siento que/ a tiempo llegó/ mi rescate.
En ese ritmo sonoro del “io” que es la primera persona, la segunda bien pegadita, como dice Gabriela Borrelli Azara en el prólogo: “Carolina trabaja en estos poemas una primera persona muy pegada a la segunda, como un verso susurrando pegadisimo al oído de quien quiera escuchar o espiar”. Entre la cercanía pegoteada del io y el tú (o vos) están los objetos y la política (o la militancia) : “la casa/ las plantas/ el mantel/la comida/ las copas/ el vino/ y yo/ estábamos a la espera de vos” en un poema que se titula “Anuncian Lluvia” y en otro “PuntoG20”: “Reclamo más políticas estatales/sin embargo/ me dejas/segura de tu emprendedurismo/ no deseas aumentar la inversión social/ te niegas a crear nuevas narrativas de resistencia/ conmigo.
El libro de poemas de Carolina Balderrama como una siesta de verano, permite descansar en la palabra, por momentos cómoda como el aire del ventilador en la cara, por momentos fastidiosa como el sonido de los mosquitos cerca de la oreja. Uno de los espacios placenteros está en el arte de Luciana Amado Sandbeg y Fatima Pecci Carou que, según la autora, colectivizan el objeto que para ella “es una invitación a la poesía como un lugar de expresión, de resistencia y de creación”.
“Hubo una estafa/ la descubrí /has estado increíble!/ pues claro, te felicito/ dónde está escrito que no hay retorno? /quién dice/ que estas palabras no bastarán para salvarme”. Una bocanada de aire para sortear la estafa a la que nos sometemos en el momento en el que comenzamos a habitar este mundo: “nos dicen cómo amar, cómo ser, cómo comportarnos, a qué jugar cómo vestirnos”, cuenta Carolina y se hace de la palabra para no caer en la trampa.