Cuando la rotura de la dirección hidráulica de su Prost Acer lo dejó tirado al costado de la pista de Ímola, Gastón Mazzacane se sacó el casco sin saber que pasarían varios años hasta que volviera a ponérselo. Tampoco podía saber que aquellas 28 vueltas recorridas en el Gran Premio de San Marino de 2001 –del que este jueves se cumplen 20 años– serían las últimas de un argentino en una carrera de Fórmula 1, categoría que desde entonces no ha hecho más que alejarse del horizonte de posibilidades de los pilotos nacionales y sus bolsillos desnutridos. Con aquel abandono culminó una aventura en la cúspide del automovilismo de dos años y 21 carreras, ubicándose así como el cuarto piloto argentino con más Grandes Premios luego de Carlos Reutemann (146), Juan Manuel Fangio (51) y José Froilán González (26). Para Mazzacane queda el incomprobable consuelo de saber que, si hubiera tomado las decisiones correctas, podrían haber sido muchas más.
“Me destruyeron”, respondió cuando, en el programa Última vuelta, le preguntaron por su traumático paso por la escudería Prost. Pero al comienzo el escenario parecía distinto. Luego de participar entre 1995 y 1998 en la Fórmula 3000, por entonces telonera de la F1, Mazzacane tenía las valijas hechas para irse a Estados Unidos, hasta que un llamado de Giancarlo Minardi con una oferta para ser probador durante 1999 cambió los planes. Había pasado poco tiempo desde la nunca del todo aclarada renuncia de Esteban Tuero, y los vínculos comerciales seguían estrechos entre la Argentina y el equipo Minardi. En uno de sus autos, con el logo del flamante canal PSN dibujado en los laterales amarillos, corrió las 17 carreras del campeonato de 2000, con un octavo lugar en el Gran Premio de Europa como mejor resultado.
Mazzacane tenía todo listo para repetir con Minardi en 2001 y formar dupla con un joven piloto español del que se hablaba bastante. Un tal Fernando Alonso. Pero “la ambición, las ganas de mejorar y lo que significaba la figura de Alain Prost para el entorno comercial”, como él mismo reconoció, inclinaron la balanza para el lado de la escudería Prost. Fundado por el cuatro veces campeón del mundo en 1997, el equipo venía de un 2000 para el olvido, acababa de perder el patrocinio y los motores de Peugeot y su balance económico devolvía números cada vez más rojos. Estaban, por lo tanto, dispuestos a tentar a quien pudiera traer un buen sponsor. Y así lo hicieron con Mazzacane: junto a él llegarían los diez millones de dólares de PSN, a cargo de las transmisiones para Latinoamérica y con intenciones de posicionarse en la región. Con Argentina como principal mercado, a PSN se lo llevaría puesto la crisis de 2001, ya que gran parte de sus ingresos eran en pesos y las bajas de la suscripciones de cable aumentaban a medida que crujía la convertibilidad.
Tan necesitados de dinero fresco estaban, que en los ensayos de pretemporada corrieron con los autos con menos nafta que el resto para lucirse con tiempos rápidos –incluso Jean Alesi llegó a bajar el record de la pista de Estoril– y, así, llamar la atención de potenciales inversores. Prost sostenía que estaban para pelear el cuarto lugar del campeonato de constructores gracias al flamante motor Acer, desarrollado por Ferrari. Pero la fantasía duró hasta segundos después del semáforo verde del Gran Premio de Australia, cuando Mazzacane abandonó a metros de la largada por problemas de freno, al que seguirían un 12° lugar en Malasia y otros dos abandonos en Brasil y San Marino. La suerte del platense estaba sentenciada. Mientras la Argentina asomaba al abismo y crecían los rumores de una desvinculación, el copropietario del equipo, el brasileño Pedro Diniz, aprovechó la carrera local para cocinar con su compatriota Luciano Burti, de Jaguar, una movida que acercaría un patrocinio de Parmalat, con grandes intereses económicos en Brasil.
La noticia se hizo pública el 20 de abril con un comunicado oficial firmado por Prost. Allí afirmaba que la elección del brasileño “encajaba con una de nuestras estrategias de mercado, como es Sudamérica, donde tenemos muchos intereses y oportunidades gracias a nuestros socios PSN y Pedro Diniz", como si la ciudad de La Plata, donde nació Mazzacane, estuviera en la Polinesia. “Tendría que haberme quedado un año más en Minardi”, reconoció en Última vuelta, y siguió: “Terminé mi carrera en la Fórmula 1 de un plumazo, me pegaron un bombazo y me tuve que volver a la Argentina con una mano atrás y otra adelante sabiendo que tenía todo por delante. Estuve todo 2002 y 2003 muy mal anímicamente, sin correr. Pensaba que no iba a correr más”. Recién en 2004 volvió a las pistas para, ahora sí, incursionar en Estados Unidos, y desde 2005 compite en categorías nacionales. El equipo Prost siguió a los tumbos durante todo 2001, hasta que en enero de 2002 decretó la quiebra, cerrando así una etapa que dejó al argentino con el sueño roto, deudas por treinta millones de dólares y 300 empleados en la calle.