Las escenas cotidianas de cada vez más gente durmiendo en la calle, vendiendo pañuelitos descartables en bares, tocando timbres para pedir dinero, comida, ropa o en los comedores de los barrios son las crudas historias particulares de las dramáticas cifras difundidas el Indec de los índices de pobreza e indigencia de 2020

El impacto del la información oficial de que el 42 por ciento de los y las argentinas son pobres y un 10,5 por ciento, indigentes, obliga a pensar y repensar las causas de la pobreza y debatir sus posibles formas de mitigarla. También reabrió un debate clásico de la política económica: ¿distribuir para crecer o crecer para distribuir?

A continuación Cash describe las principales ideas discutidas en diálogo con funcionarios, investigadores y militantes sociales.     

Crisis

La dinámica histórica local muestra que la pobreza e indigencia crecen al ritmo de las devaluaciones, la inflación alta, el desempleo, la caída del PIB, y los períodos de ausencia de implementación de políticas públicas para garantizar los derechos sociales básicos.

Los números lo confirman: si bien los datos del Indec comenzaron a publicarse en 1988, Agustín Salvia, el director del Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina (UCA), asegura que durante el plan de ajuste Rodrigazo la tasa de pobreza subió de 5 a 15 por ciento. Luego de la hiperinflación de 1989, que marcó el fin del gobierno de Raúl Alfonsín, la pobreza aumentó de 12 a 40 por ciento. Durante el colapso de las políticas menemistas con la crisis de 2001/2002,  pasó de 27 a  65 por ciento. En el último semestre del 2020, la crisis económica que desató la pandemia la pobreza saltó de 35,5 a 42,0 por ciento, y la indigencia de 8,0 a 10,5 por ciento. 

Las crisis económicas tienen sus particularidades y cada una ha generado pobreza por canales distintos. 

La actual fue producto de algunos meses de cierre total en la economía y la consiguiente caída del PIB, que impactó directamente en un mercado laboral ya debilitado y, durante la apertura gradual, en el aumento del precio de los alimentos. Estas son las principales causas que permiten explicar el aumento de la pobreza y la indigencia durante el segundo semestre del 2020. 

Alimentos

"A diferencia de los meses anteriores, hoy hay efectivamente más movimiento que genera ingresos para las familias, pero hay un tema serio de precios de los alimentos. El problema hoy es cuánto rinde la plata para comprar comida", sintetizó, ante una consulta de Cash, el ministro de Desarrollo Social Daniel Arroyo

Los precios de los alimentos tuvieron un incremento del 40 por ciento durante el 2020, por encima del 36 del aumento general del IPC. 

Si bien Arroyo entiende que la situación es crítica, rescata que "hay más changas y actividad económica en los últimos meses, sobre todo en los rubros construcción y textil, que generan ingresos para la gente en los barrios entre 800 y hasta 1500 pesos por día" Igual insiste que "hoy  el precio de los alimentos es el mayor problema". 

Mercado laboral

"Hoy las condiciones del mercado de trabajo son el factor central para entender el diagnóstico general de la pobreza por ingresos", indica Agustín Salvia. 

Explica que la forma en que los sectores populares resuelven el problema del desempleo, de los vacíos que deja el empleo informal o de la subocupación (trabajar menos horas de las que se consideran necesarias para una jornada laboral completa), es creando su propio trabajo en el sector informal en forma de changas, ventas en ferias, venta ambulante, trabajo asalariado precario en pequeñas empresas o emprendimientos e incluso en actividades extra legales  como talleres clandestinos o narcomenudeo. 

El trabajo informal significa un ingreso más volátil y sin mecanismos de indexación y, por lo tanto, más expuesto a los aumentos de precios.

La crisis exacerbó la dualidad del mercado de trabajo, una característica que la economía local muestra en ascenso desde que se implementaron políticas de flexibilización laboral durante los '90.

Un informe realizado por el Centro de Estudios del Trabajo y el Desarrollo de la Universidad de San Martín afirmó que durante el momento más agudo de la crisis, la cantidad de ocupados en empleos informales se redujo un 43 por ciento y la de trabajadores por cuenta propia, un 27 por ciento. 

Crecer y distribuir

"El principal problema con la pobreza es la falta de crecimiento de la economía. Excepto en los '90, los ciclos de crecimiento están directamente asociados a bajas de la pobreza", afirma la economista Lucía Pezzarini, integrante de Paridad en la Macro y coordinadora de Desarrollo Productivo en la Fundación para el Desarrollo Argentino Fundar. 

La serie de pobreza que recalculó el Centro de Estudios Distributivos Laborales y Sociales para extender la del Indec muestra que el indicador efectivamente desacelera su ritmo de caída a partir de 2011, que es cuando el crecimiento del PIB comienza a estancarse. 

Entre 2011 y 2017, la pobreza aumentó ante cada crisis cambiaria: pasó de 27,4 a 32,4 por ciento en 2014 y aumentó levemente también en 2016. Desde el 2018 ingresó en un espiral ascendente que no frena hasta hoy: 32,0 por ciento en 2018; 35,5 en 2019; y 42,0 por ciento en 2020. 

"El tema es que dejar de crecer y de crear empleo formal de mayor calidad el resultado es que la pobreza no sigue bajando", señala Pezzarini en diálogo con Cash

"El objetivo central es evitar las crisis: si además se puede distribuir, mejor, porque la pobreza va a bajar más rápido. Pero la realidad es que mejorar la distribución es difícil cuando se está reduciendo la torta de ingresos. La condición primaria es empezar a crecer", agrega. 

Al ser consultado sobre si existe tensión entre el modelo distributivo y productivo, Salvia afirma: "El crecimiento requiere de ambos componentes: de uno productivista muy importante que favorezca el ingreso de divisas, la inversión de la pequeña, mediana y micro empresa orientada al mercado interno; y un sistema distributivo que favorezca que los excedentes que generan los sectores más dinámicos se vuelquen al consumo". 

 

Por su parte, Juan Grabois, en su participación en el podcast Truco Gallo, el fundador y referente del Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE) asegura que "el crecimiento económico no va a implicar una importante absorción de la mano de obra disponible. No hay escenario posible de la economía creciendo a tasas elevadas que permita, por los patrones de la acumulación capitalista actual, pensar que todas las personas con disposición a trabajar puedan ser asalariados". 

Propuestas

Como se mencionó arriba, la pobreza por ingresos aumenta ante crisis cambiarias y su impacto es aún mayor en contexto de un mercado laboral debilitado e inflación elevada. En ese contexto, algunas de las iniciativas para mitigarla son las siguientes:

* Políticas sociales contra la indigencia

El alza de la pobreza y la indigencia es fuerte pero se mitigó gracias a la batería de políticas sociales que implementó el Estado.

"La tarjeta Alimentar, el Ingreso Familiar de Emergencia y el Potenciar Trabajo evitaron que la indigencia alcance el 27,9 y la pobreza cerca del 51,0 por ciento", explica el ministro Arroyo, dando cuenta que las políticas sociales fueron más efectivas en evitar que aumente la cantidad de indigentes, la población a la cual no le alcanza el dinero para comprar una canasta básica de alimentos y bebidas.

* Políticas laborales

"Es fundamental y necesario que el Estado intervenga activamente con distintas estrategias: manteniendo las transferencias de ingresos para las familias y haciendo foco en las políticas alimentarias; pero faltan las políticas laborales", afirma Alejandra Beccaria, investigadora del Equipo de Seguridad Social del Instituto del Conurbano de la Universidad Nacional de General Sarmiento.

Identifica una asignatura pendiente del Estado en ese sentido: "Las políticas de incentivo al trabajo aparecen mucho menos en el mapa de opciones para disminuir la pobreza, pero tienen que empezar a tematizarse, discutirse e implementarse". 

* Planificar en la urgencia

A las cifras de pobreza se la estratifica por ingresos estructural o crónica. La de ingresos es más "móvil" puesto que varía de acuerdo a la situación macroeconómica y de los movimientos en la tasa de empleo. 

La pobreza estructural se prolonga con incidencia intergeneracional por lo que requiere de acciones más complejas. Arroyo asegura que, del número total de pobres, el 30 por ciento (4 millones de personas) se consideran dentro de este grupo. "Tenemos un problema de tercera generación de pobreza. El resto tiene que ver con la situación económica de los últimos años del macrismo y la pandemia", indica. 

Teniendo en cuenta esta distinción, la especialista en políticas públicas y ex funcionaria del área de reducción de la Pobreza y Desarrollo Inclusivo del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, Analía Stasi, celebra las acciones desarrolladas por el Gobierno para paliar los efectos de a corto plazo, pero insiste en que se deben seguir desarrollando estrategias para desactivar la reproducción intergeneracional de la pobreza crónica, mejorar la empleabilidad y asegurar los recursos para llevar a cabo esas acciones y su sostenibilidad.

Respecto al dilema de crecimiento y distribución asegura que "existe una fuerte relación entre los niveles de pobreza y el crecimiento económico, sin embargo, la pobreza estructural amerita de acciones mucho más profundas para poder erradicarla, lo cual requerirá de una acción que excede a un solo período de gobierno, a través de estrategias coordinadas e integrales". 

Erradicar la pobreza no es un acto de caridad, es un acto de justicia, decía Nelson Mandela. En la economía argentina es de justicia social.