En Argentina ha tomado forma una expresión que es nociva para todos y todas por tener influencia sobre cómo se gestiona la cosa pública y por poner presión en el cómo se relacionan las partes de la sociedad. Se trata de la denominada “reticencia inversora”, una postura económica local que considera que el problema fundamental del país es el ethos de sus empresarios.
Quienes adhieren a esta creencia, la actividad principal de los capitalistas sería creativa antes que económica: estos están más concentrados en descubrir nuevas formas que les permitan evitar invertir sus rendimientos en lugar de buscar máquinas que les permitan aumentar su producción. Lo que hace pensar que la complicación del capitalismo local es un tema principalmente de esencias. Ya que los comportamientos estarían explicados por el ser de cada una de las partes y no por las restricciones que impone el funcionamiento del sistema económico como un todo. Esto no es así.
El análisis de la realidad debe seguir lógicas generales que puedan ser útiles para el análisis de todos los países y que eviten razonamientos tautológicos, que explican, a su vez, el nivel de desarrollo medio de la Argentina por sus capitalistas, y a sus capitalistas por el nivel de desarrollo medio de la Argentina.
La idea de que los empresarios pueden elegir cuándo invertir ignora, entre otras cosas, la máxima postulada por Michał Kalecki, según la cual “los empresarios hacen muchas cosas como clase, pero no invierten como tal”. Lo que queda claro al resaltar el rol de la competencia: si algún capitalista decidiera invertir menos y dedicar sus recursos a actividades ociosas, le estaría abriendo las puertas a otro para que venga al país y haga uso de su capital disponible, invertir y ganar mercado desplazando a aquellos que deciden no actualizar sus máquinas.
¿En qué mundo los encargados de los negocios dejarían pasar semejante oportunidad para aumentar ganancias y poder de mercado? En éste, seguro que no.
Es necesario comprender que los empresarios no invierten porque quieren: estos se ven obligados a hacerlo para “mantenerse en el juego”. Si estos tuvieran tanto control, ¿por qué lo ejercerían sólo en Argentina, un país donde las demandas de los trabajadores son particularmente escuchadas y representadas políticamente? Y dando cuenta que en otros lugares del mundo también se encuentran empresas oligopólicas, ¿por qué sólo aquí se verían las consecuencias negativas?
* Licenciado en Ciencias Políticas.